Una ciudad histórica en cenizas, más de 60 muertos, miles de desplazados y varias personas desaparecidas es el saldo que reporta el condado de Maui, en Hawái, que ha padecido uno de los incendios forestales más brutales que se han registrado en los Estados Unidos.

El infierno de Maui, acabó con gran parte de la historia hawaiana, así como con el patrimonio de al menos 30 familias nayaritas, quienes salieron del poblado de Jalcocotán en San Blas, para encontrar un hogar en la ciudad de Lahaina, dentro del paraíso estadounidense.

La historia de esta ciudad comenzó en el siglo XIX, cuando se convirtió en capital del reino de Hawái. Al mismo tiempo que era uno de los principales pueblos balleneros durante el auge de esta actividad. Se dice que de sus puertos, partió el mismísimo Herman Melville, autor de la novela clásica, Moby Dick.

A pesar de ser la ciudad del sol incesante, como se le conoció en su momento, muchas de sus edificaciones eran de madera, para conservar esas viejas glorias que lo llevaron a convertirse en un lugar histórico, principalmente en la calle Front Street, que presentaba al máximo la esencia antigua del pueblo ballenero, que actualmente era considerado por las propias autoridades como una zona de riesgo de incendios forestales. A pesar de esto, no contaban con un plan eficaz ante un incendio de tal magnitud.

De acuerdo con especialistas, la sequía del verano y los fuertes vientos que trajo consigoel huracán Dora, habrían dado origen a este infierno de tres partes. Testimonios recuperados por distintas agencias de noticias, señalan que muchos de los ciudadanos no se dieron cuenta de lo que sucedía en la ciudad hasta que estuvieron de frente ante el humo y las llamas.

Los canales de comunicación fallaron, en una zona que las propias autoridades reconocen con la tasa más alta de hogares sin un vehículo y con más personas que no hablan inglés en la isla.

El gris de las cenizas terminó opacando las laderas verdes y el azul del mar, este último convertido en un manto de resguardo para muchos ciudadanos que se vieron sorprendidos por el siniestro en zonas costeras.

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“Lo perdimos todo”, fue la frase recurrente de muchos mexicanos que habían formado su ohana en aquel paraíso. Entre ellos Joel Montoya Morquecho, un nayarita radicado en la ciudad de Lahaina quien en entrevista con Antonio Tello, habló sobre el trago amargo que significó este infierno.

Dedicado a realizar masajes ortopédicos, apenas tenía un año y medio con un negocio establecido en el corazón de la ciudad, el cual terminó en cenizas. “El sueño hasta ahí llegó”, sentenció entre lágrimas al recordar el esfuerzo que realizó durante años en distintos hoteles para lograr construir el establecimiento que hoy forma parte del paisaje gris que ha dejado el fuego.   

De acuerdo con Joel, la isla hawaiana no era sólo el hogar de familias jalcocotenses. También estaban nayaritas originarios de municipios como Tepic y La Yesca.

“Desafortunadamente todos fuimos afectados de una forma u otra. Lamentablemente la mayoría de los que vivían en Lahaina, que son alrededor de 20 familias, sin contar los nayaritas que viven solos… también perdieron todo. Todos los trabajos estaban en el centro, en el corazón de la ciudad y pues ahora todos estamos desempleados”.

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Montoya Morquecho estuvo presente en la Feria de Nayarit en California. Su vuelo fue de los últimos en ingresar a la isla. “Mejor ni vengas, esto está muy feo”, le habrían dicho sus vecinos. A pesar de la advertencia, abordó el avión y arribó a Hawái: “Cuando llegue, se veía un infierno abajo. Quiero pensar que fui uno de los últimos aviones que aterrizaron, quiero pensar eso porque el aeropuerto se convirtió en albergue”.

Al igual que muchos ciudadanos de la zona, Joel se enlistó como voluntario de la Cruz Roja para formar parte de los grupos de atención en los albergues de la ciudad. Ellos han sido testigos de la tragedia en carne propia, llegando a observar cadáveres calcinados en las calles de lo que una vez fue considerado un paraíso turístico e histórico.

Sobre la situación de sus paisanos, Joel Montoya desconoce el número exacto de los nayaritas afectados y la manera en que han padecido los incendios forestales. Sin embargo, se encuentra a la espera del personal del consulado mexicano quienes generarán formularios para solicitar los pasaportes o identificaciones a quienes así lo requieran. Mientras tanto, la comunidad de mexicanos se encuentra organizada para imprimir cualquier documento que pueda ser solicitado: “Ojalá se presten para dar el mejor servicio, hay algunos mexicanos con diálisis, que les urge salir de la isla para recibir la atención médica especializada”.

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Para apoyar a los paisanos varados en la tragedia, Joel Montoya pide a quienes tienen familia en la ciudad, contactar a sus familiares para brindarles ayuda tanto económico como emocional, ya que muchos perdieron todo: “Hay mucha gente afectada, desubicada, no sabe dónde está, no sabe para dónde ir no saben qué hacer pues estamos en este albergue de alguna forma segura”.

Los albergues están siendo abastecidos con agua y comida, mientras el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió una declaración federal de catástrofe para el estado de Hawái, mientras anunció que tendrán “todos los recursos disponibles” para afrontar esta tragedia. Sin embargo, los migrantes mexicanos buscan mayor esperanza en las oraciones de sus paisanos, ya que no tienen certidumbre sobre su situación con las autoridades estadounidenses: “Después de esto, no sabemos a dónde vamos a ir”. 

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