Por Heriberto Murrieta

Convocado por don Antonio Echevarría, defensor a ultranza de la tauromaquia, la charrería y en general de todas nuestras tradiciones, pasé un fin de semana muy taurino en la Perla Tapatía.

En contraste con la desesperante pasividad de los adeptos a los toros, don Antonio ha sido un defensor activo, con iniciativa, de la llamada Fiesta Brava. Entusiasta irredento, apoyador por naturaleza, está respaldando la incipiente carrera de un nuevo prospecto de la tauromaquia: Paco Miramontes “Lagartijo”, hijo de Pablo Miramontes, uno de los cuatro toreros de Tepic al lado de El Tepiqueño, El Nayarit y Paco Uribe.

Fue un placer acompañar a don Antonio, a su hijo Toño, a nuestro querido amigo Toño Tello y a su nieto, ese chaval despierto y curioso que también festeja su santo el 13 de junio. Le tocó a Miramontes fungir como primer espada en la novillada de selección en el Nuevo Progreso. Los naturales sabrosos, reunidos y templados marcaron la faena de Lagartijo, que tiene todavía mucho que desarrollar para llegar con fuerza a la alternativa.

Exigente fue el encierro de Raúl Cervantes. Puso a prueba el verdor de los jóvenes espadas, algunos de los cuales se vieron desbordados por las complicaciones del lote poblano con sangre española, a tal grado que dos de los novillos regresaron vivos a los corrales. Destacó El Pantera, novillero de color ecuatoriano, que es dueño de una personalidad propia. Causó enorme alboroto con un par de banderillas un tanto circense en el que brinca por encima de los lomos. Con la muleta, espabiló a la clientela antes de dejar un certero espadazo que le valió la conquista de una merecida oreja.

Tres incidentes reprobables: el puntillero se negó a rematar al primero de la tarde debido a que pertenece a un sindicato diferente al de Miramontes. Su hermano Pablo tuvo que hacer las veces de cachetero. Inconcebible en una plaza de primera categoría. El Pantera hizo un quite que no le correspondía en el segundo y cuando sonaron los tres avisos en el tercero, el juez tardó siglos en ordenar el lógico recurso del apuntillamiento en el ruedo. Demasiado tiempo se perdió. Aun así, como casi siempre en este tipo de festejos, hubo mucha tela para el comentario.

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