En el marco del Día del Mundial sin Alcohol, el señor Sergio quien desde hace poco más de 7 años no consume una gota de alcohol y para mantenerse sobrio todas las noches acude a los grupos de Alcohólicos Anónimos, decidió compartir parte de su experiencia como alcohólico activo.
Explicó que la primera vez que tuvo contacto con el alcohol fue a la edad de 14 años en una fiesta familiar: “Recuerdo que en esa ocasión a escondidas empecé a tomar los residuos de las botellas de cerveza que dejaban los invitados.
“La fiesta era en casa y yo era el encargado de acomodar las botellas vacías en los cartones de cerveza. Ese día todo era alegría, mis padres recibían a los invitados, era el bautismo de mi hermana menor, había comida, música y bebidas.
“Al principio el sabor de la cerveza no me agradó, es amargo, pero los efectos que provocó en mí esa bebida fueron muy placenteros, empecé a cantar, a bailar, me sentí alegre y feliz.
“Nunca me imaginé que ese día estaba entrando al mundo de dolor y sufrimiento a causa de la bebida, porque a partir de esa fecha a cualquier fiesta que iba con mis padres y con mis amigos, buscaba la forma de consumir cerveza y déjame decirte que en todas las fiestas hay alcohol, tal vez falta la comida, la música, pero el alcohol siempre estará presente y de sobra.
“A los 20 años conocí a la que fue mi mujer, yo no me enamore, yo era muy borracho, mi exmujer después me dijo que a pesar de que ya sabía cómo vivía yo, ella pensó que con mucho amor y con un hijo me lograría cambiar, lamentablemente no fue así.
“Llegó mi primer hijo, pero yo seguí bebiendo, llegó el segundo hijo, también fue varoncito y seguí de borracho, a los dos años llegó mi única hija, pero yo no dejaba de beber, me emborrachaba con mis amigos viernes, sábado y domingo, me olvidé de mi esposa y de mis tres retoños.
“Mi mujer se cansó de esperar que yo cambiara y un día se fue de la casa, se llevó a mis hijos, cuando se fue me dije, que se largue no importa, me acaba de perder, al rato busco otra.
“Pero en vez de buscar una nueva relación me perdí más en el alcohol, dejé de trabajar, me pidieron el cuarto donde vivía, era una vecindad en la colonia Morelos, cuando me pidieron el cuartucho me ofendí y en cuestión de horas lo entregué, total ya estaba vacío, no tenía nada que sacar, no había muebles, ni otro ser humano que habitará el cuartucho, sin remordimientos dejé lo que fue mi hogar. “Empecé a dormir en las calles, recuerdo que una noche caminé sin rumbo fijo por toda la avenida México, al llegar al río Mololoa ya muy cansado y sintiendo una terrible cruda me tiré al pasto, me dormí.
“Al despertar ya casi amanecía, pero sentía sed y hambre, busqué unas monedas en mis bolsillos y no traía ni un peso, esperé que amaneciera y me acerqué a los puestos de un mercado que se encuentra en la zona, pedí me regalaran un café y me lo negaron.
“Me retiré y empecé a llorar, me volví a sentir niño, tenía hambre, sentía frío y estaba solo, mis ropas estaban mojadas tal vez por el sereno del mes de diciembre, mi barba estaba crecida y mis zapatos rotos, el dolor de cabeza era insoportable, ya con la luz del sol y poco a poco llegué a una esquina y empecé a pedir la moneda, ahí me di cuenta que el alcohol había destruido mi vida, ya no tenía nada, mi esposa me había abandonado, mis hijos tenían un nuevo papá y mi única hermana radicaba en la ciudad de Tijuana, lo peor, mis padres no querían saber nada de mí porque la última vez que los visité les había robado.
“Afortunadamente después de vivir durante dos meses en la calle y comiendo y bebiendo de la caridad de la sociedad un buen día al caminar por las calles de la ciudad entré a un grupo de AA, me senté y ahí me dijeron que sí había una solución a mi problema, han pasado casi 7 años, estoy seguro que fue Dios quien condujo mis pasos a este grupo tradicional de Alcohólicos Anónimos, aquí mi vida cambió y sólo por hoy no llevaré a mis labios la primera copa de alcohol que me convirtió en su esclavo, sigo viviendo solo, pero ya no en la calle” concluyó el e