Por Lorena Elizabeth Hernández
Cae la tarde sobre el Monumento a la Revolución, ese mausoleo que rememora la última guerra en México.
Hoy la batalla por la hegemonía del país se libra en las urnas. Cuando el Monumento comenzó a construirse, hace 86 años, habría sido impensable que una mujer fuera candidata a la Presidencia de la República -recuérdese que las mujeres tuvimos derecho al voto hasta 1953- y menos creíble -como lo vaticinan las encuestas- que ganaría en un sistema democrático.
Contingentes venidos de norte y sur del país se mueven con lentitud por las avenidas que convergen en esta plaza.
Cada grupo quiere hacerse notar; la hoguera de las vanidades también se percibe en las filas de invitados especiales.
-¿Eres diputado? Candidatos por aquí no entran, espeta la encargada de una entrada improvisada ante la multitud de aspirantes a VIP’s que buscan hacerse con un lugar donde se note la cercanía.
El sol pega con fuerza en este enero de 2024 mientras el tráfico resiente la movilización: es el cierre de precampaña de Claudia, ahora ya candidata única de Morena, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde a presidenta de México.
Abriéndose paso entre miles, resguardada por Mario Delgado el dirigente de Morena, ella avanza mientras va abrazando, accediendo a la selfie, saludando de mano a los entusiastas que alcanzaron buen lugar.

Claudia -la mujer, la madre, la abuela, la científica, como se definiría en su discurso- parece disfrutar de la emoción de la gente.
En el templete que tiene por fondo el Monumento, le esperan su equipo de campaña y los líderes de los partidos que la postulan. También las corcholatas que soñaban con la máxima magistratura del país.
-Marcelo, ¡ahí está Marcelo!, se oye entre quienes lograron entrar a la sección delantera de la explanada. El rebelde del proceso interno de Morena no es el más popular en las solicitudes de selfies.
Quien sí gana el concurso de popularidad es Paco Ignacio Taibo, el escritor que dirige el Fondo de Cultura Económica, quien no da un paso sin que alguien le solicite una foto.
Finalmente la candidata logra llegar al estrado. Ataviada con una colorida blusa rosa mexicano, elaborada por manos indígenas, su arribo detona el punto central del evento del que ella es la oradora única. Claudia habla con emoción, pero sin estridencias; atrás quedó la estudiante tímida de la UNAM, hoy y por los próximos años la protagonista será sólo ella.
En un país aún con enormes dosis de machismo y misoginia, con una dolorosísima cifra de feminicidios, una mujer ejercerá por vez primera el poder presidencial.
La oposición parece no existir en su intervención. Apenas si hay una mención a los sondeos, que la sitúan, al menos 20 puntos arriba de su más cercana competidora, Xóchitl Gálvez.
Claudia habla de su visión humanista de país, un México con una economía que no había visto mejores tiempos en sexenios. Atrás quedaron las etapas de aclarar que este movimiento denominado Cuarta Transformación no significa un peligro para México.
Ella enumera los logros más significativos del gobierno de Andrés Manuel, aquél de quien aseguraban que se reelegiría. Y luego plantea su propio proyecto: invertir en educación, consolidar la infraestructura de trenes, carreteras, puertos; apostar por la infancia, las mujeres y los jóvenes; consolidar el crecimiento económico y por el bien de todos, poner primero a los pobres.
En sus palabras se percibe la claridad de quien sabe que ha llegado victoriosa a una primera parada; la siguiente será el domingo 2 de junio, el día de las elecciones. Durante 45 minutos habló ante una multitud estimada en 250 mil personas, la cual colmaba no sólo la explanada, sino todas las vías de acceso al Monumento a la Revolución.
Los gritos de ¡Presidenta!, ¡Presidenta! la interrumpen de cuando en cuando.
En el presidium de políticos destaca la presencia de la escritora Elena Poniatowska, a quien Claudia hace un guiño al mencionar que su Presidencia tendrá también el recuerdo y la inspiración de los estudiantes de 1968, generación de la que se siente heredera.
El sol comienza a ponerse. La cantante Eugenia León es llamada a entonar a capella el Himno Nacional Mexicano como cierre del mitin; Regina Orozco, maestra de ceremonias y encargada de Cultura en la campaña, hace segunda voz: “mas si osare un extraño enemigo”.
Una mujer será por primera vez en la historia presidenta de México. Los héroes -hombres todos- de la Revolución, sepultados en el mausoleo del Monumento, siguen descansando en paz.