“Sentir que es un soplo la vida”. En siete palabras describe el tango la fugacidad del tiempo. Y a Gardel recurre Antonio Echevarría Domínguez este sábado para expresar que le parece un soplo los 72 años que separan el día de hoy y el tiempo cuando él, un chaval de 8, jugaba en un equipo infantil de beisbol, con Celso Delgado y Gerardo Gangoiti. Reclama a Celso no haber ido a su fiesta y agradece a Gerardo acompañarlo. La vida no lo hizo beisbolista pero le dio un destino que le permitió compartirlo con miles.
Su cumpleaños 80, el 11 de marzo, lo quiso pasar de viaje con sus hijos y nietos. Y escogió el Sábado de Gloria para festejarlo de nuevo con su familia, sus amigos, sus muchos compadres, socios y colaboradores. Dijo que era unos de esos días más felices que ha tenido.
Fue una tardeada que completó 12 horas de viandas y música sin parar: mariachis, orquesta, tríos. La orquesta de Nacho Millán y sus Vagos y Los Dandys de Armando Navarro, fueron cereza en el pastel musical.
Asistieron al festejo el obispo, funcionarios públicos, empresarios. Se cantó mucho y se bailó más. Se habló poco: las palabras del festejado, que agradeció las bendiciones que le dio la vida y las de uno de sus nietos cuando le dieron la sorpresa de un ensamble de mariachis: Monumental Quevedeño, Contemporáneo y Nueva Estrella de Compostela, que interpretó sus canciones favoritas.
Ahí está el Tigre Toño, abrazado por los suyos, con las lágrimas contenidas cuando el nieto canta acompañado de tres mariachis Mi gusto es. Y cómo no estar nostálgico, tiempo maldito, pues viene a la memoria su comadre Lola Beltrán cantándole canción tan amada, ésa que fue tema en la campaña que sacudió la política mexicana y terminó venciendo al entonces invencible PRI y volvió a ser tema en las giras de su gubernatura de 1999 a 2005. “Sentir que es un soplo la vida”, repite. “Un soplo”, reclama.
En un video se hizo una breve semblanza de su vida, de sus logros empresariales y sus hijos y nietos tuvieron para él emotivas expresiones de cariño y amor.
Fue una fiesta monumental de un hombre de empresa de cuyos logros se ha dicho lo suficiente, pero que aún falta por documentar los alcances de su generosidad como promotor de los deportes, la fiesta brava, la charrería, la cultura y la solidaridad social. Como sólo lo puede hacer alguien formado por los jesuitas, que le sembraron el credo de amar a Dios y al prójimo como a sí mismo.
Así se entiende el texto publicado en sus redes sociales el día de su cumpleaños:
Gracias, infinitas gracias a la vida, que tanto me ha dado.
A mi madre Blanca que se aferró a que yo viviera y al Santo Señor de la Ascensión que le concedió el milagro. A mi padre Antonio que me forjó para que tuviera una vida de servicio.
A mis amigos que me acompañaron en la edificación de las empresas que fueron la base del grupo que ahora da empleo a más de cinco mil personas en Nayarit.
Al pueblo de Nayarit que me honró con una de las mayores responsabilidades de mi vida al elegirme su gobernador, y lo volvió a hacer con mi hijo Antonio.
Este día maravilloso de mis 80 años, al lado de mis hijos y nietos, digo a ellos y a mis amigos por este medio, las palabras de Amado Nervo: “Gracias porque puedo dar Padre mío. Nunca pasará por mi semblante la sombra de la impaciencia, porque vale más dar que recibir!”
Cuando se van apagando las luces del festín va desapareciendo de la vista la recreación del portal de la Feria de Sevilla, uno de los santuarios de la pasión taurina de Antonio Echevarría Domínguez, que muchas pasiones tiene.
