Entrado en la reflexión sobre las formas de comunicar y entretener, desde hace tiempo encontré en la historia del personaje televisivo Adrián Marcelo una similitud con mi persona. Durante nuestra infancia, ambos fuimos criados por la televisión, por lo que recordamos hasta cierto punto con gran afecto esas tardes detrás de la caja mágica que nos transmitía telenovelas, programas de comedia, caricaturas, entre otros contenidos.
Cualquiera nacido antes de la década de los 2 mil, tiene idea de lo que estoy hablando, en nuestros tiempos no había plataformas de streaming, la televisión de paga era muy cara y el internet apenas daba sus primeros pasos, así que la televisión abierta con todos sus pros y sus contras se convertía en nuestra biblia, cultivando sobre nosotros juicios y valores que nos hacían creer que era la realidad social, es decir comenzamos a moldear nuestra vida a través de la pantalla, reflejándonos en la forma en que algunos personajes se desenvolvían.
Así nos vimos influenciados por héroes y villanos que a su vez eran reflejo de lo que la sociedad aspiraba a ser, recordemos que un punto clave de la teoría de comunicación en cascada que ejemplifica perfecto la manera de comunicar de la televisión es la retroalimentación, por lo que todos los contenidos televisivos tienen detrás un estudio de mercado que garanticen su viabilidad, ya que nadie quiere perder dinero al hacer una apuesta en la televisión.
La Casa de los Famosos México claramente no es la excepción. Lo que vimos desde que inició el programa es el reflejo de nuestra sociedad en las últimas décadas. Observamos un montón de infantes convertidos en adultos, aprovecharse de todo lo que aprendieron de la propia televisión para crear un contenido similar al que disfrutaron de jóvenes y que generaba un ¡boom! de audiencia, motivados, obviamente, por los creadores del programa que sin escrúpulos llevaron a la pantalla los debates que interesan a la era de la digitalización.
Es por eso que dentro de las victorias de este programa se puede presumir que se ha hecho hincapié como nunca en los problemas de salud mental, una de los principales riesgos que observan los jóvenes actualmente. Así como del empoderamiento femenino en voz de una actriz que se antepuso ante la actitud misógina de un comediante, pero ¿acaso ese era el objetivo del reality show?
Claramente no. Cómo ya lo reflexionamos en la opinión pasada, las empresas creadoras de realitys no están buscando otra cosa que no sea mercantilizar sentimientos y experiencias. Algo que pareciera tan intangible, pero que a su vez es demasiado lucrativo. Lo que observamos en los últimos días en la Casa de los Famosos México no fue una confrontación del feminismo contra el machismo, fue la mercantilización de este problema real, convertido en un espectáculo, cuyos representantes no estaban preparados para ejercer un guion que causará concientización en lugar de insensibilización.
Lo único que vimos tras la pantalla fue un aberrante show, que, sólo confunde más a un público carente de conocimiento sobre salud mental, feminismo, violencia de género e incluso comedia, que en aras de la polarización tomó el foco de la opinión pública por encima de debates más necesarios para la nación como por ejemplo la Reforma al Poder Judicial.
Hoy miramos como la lucha social más importante de los últimos años en México, el feminismo cayó en una banalización, a causa de la manipulación de una audiencia que ha creído que un espectáculo es la realidad y que hoy tiende a imitar lo que vio en la televisión. La exclusión de Adrián Marcelo ha sido el principal acierto de este programa, sin embargo, aún este reality sigue enviando el mensaje a las nuevas generaciones de que con confrontación y manipulación se puede alcanzar el éxito.
Al final de cuentas, fue un hijo de Televisa quien, con todos los valores aprendidos en la tv abierta, vino a poner patas arriba la empresa que lo crío. Lo que nos queda reflexionar es si los próximos hijos de Televisa que hoy están enganchados con un reality tendrán la suficiente capacidad intelectual para entender lo que está pasando no sólo en la caja mágica, sino ahora también en la pantalla que siempre cargan en sus manos, de lo contrario sólo tendremos otra generación perdida.
EN DEFINITIVO… En este espacio también somos parte del problema. Sin embargo, justificaré mi accionar en el entendido de que desconozco totalmente la reforma al Poder Judicial porque simple y sencillamente no se ha socializado más allá de los juicios de actores oficiales y opositores que sólo repiten los discursos que sus élites emanan. Lo que, si puedo asegurar, es lo preocupante que es el hecho de que Morena justifiqué la movilización institucional con el argumento de ¿Por qué no protestaron cuando Zedillo hizo lo propio?, me habla de que algo no está bien con lo que está sucediendo.