Muchos periodistas reflexionan sobre sus pasos a lo largo de sus publicaciones, especialmente cuando celebran aniversarios en su vida o en su carrera, y este texto no es la excepción. Este tipo de introspecciones permite reafirmar ideas o retractarse, ya que como seres humanos estamos en constante evolución y es válido cambiar de opinión, de ideas.
Mi primera columna la escribí en la universidad, como parte de un ejercicio para una clase. En ese momento, no le di demasiada importancia, ya que estaba confuso sobre qué hacer con mi vida tras salir de allí, no me consideraba lo suficientemente bueno para continuar en el periodismo, y aún tengo dudas al respecto y ahora con más dudas de que hacer con mi vida, sin embargo, aquí estoy.
Llegué al Meridiano, mi casa editorial desde hace casi seis años, en un período muy complicado de mi vida, todo tras el asesinato de mi hermano. El profesor Ricardo Téllez me tendió la mano sin saber lo que yo estaba cargando, y desde entonces comenzó una carrera cuyo destino aún no sé dónde me llevará.
Comencé como editor, pero algo en mí me impulsó a escribir, quizá las ganas de expresar tanto y conectar con la gente. Colé una columna en la edición, convencido de que estaba listo, aunque no tenía idea en que me había metido, es curioso cómo cambia el objetivo, lo que creí que era el objetivo final resultó ser sólo el principio.
La emoción de ver mi nombre en la portada del periódico se volvió adictiva, aunque las ideas no siempre fluyen con facilidad, no siempre están ahí. Yo no he sido de reportear, sino más de observar y analizar lo que ahí esta y muchas veces nadie ve o nadie quiere decir, Mejor que el Silencio sí, que ha ido desde los proxenetas digitales hasta el avance de la inteligencia artificial.
He escrito más de 250 notas y aún sigo aprendiendo el oficio. La llegada de No sólo es Michelle, mi tercera o segunda columna, me llevó a ganar mi primer premio estatal en este gremio en 2021. Fue un momento incomparable y repito, lo que creí que era el objetivo final resultó ser sólo el principio.
Al año siguiente, no esperaba repetir el éxito, pero junto a Pablo Hernández creamos un texto que mereció ese galardón. Desde entonces, hemos producido textos relevantes y aunque hemos tenido momentos de mucha inactividad, continuaremos creando contenidos significativos, eso es un hecho.
A veces, el desánimo y la falta de ideas me alejan del folio en blanco, y dejo de escribir. Sin embargo, el diablo en mi oído me dice continúa, continúa y continué y continúo, aún en contra de la lógica y la cordura tras ver y saber tantas cosas.
Mi plan, es continuar escribiendo, porqué los guerreros luchan, ¿no?, algunos pueden considerar esto valiente, pero yo lo veo como un desafío insensato, dado que el periodismo enfrenta una gran crisis: la desinformación, las verdades a medias, la polarización extrema y el shadow banning a través de los medios de replicación masiva han complicado la situación. En medio de este mar de datos, donde lo más viral suele ser trivial, los buenos textos y la información de calidad a menudo se pierden, un claro ejemplo es el caso de una casa con “famosos” encerrados, el buen Pablo ya ha hablado de esto en En Definitivo.
Lo que sé, es que mis textos, mis ideas y mi trabajo me han llevado a lugares que nunca imaginé, como pisar el escenario de un evento internacional sobre ciencia y tecnología. También me han permitido conocer y conectar con personas excepcionales que comparten y fortalecen mis ideas, incluso han ayudado a docentes a replantear cómo apoyan a sus alumnos. Es increíble saber que mi trabajo es relevante, aunque a veces yo no lo crea, pero es parte del oficio ¿o no?
Saber cosas lo hace todo distinto, más de una vez debí quedarme calladito, no lo hice, no lo haré, sé que debo perdones a montones, pero, los iré dando durante el camino, y precisamente al observarlo me digo sorprendido: el muchacho de barrio lo hizo. Por lo pronto, sólo quiero un lapicero de puntillas del .5, un café y mi cuaderno para continuar con esta labor y saber que por fuera soy un periodista, pero por dentro sólo un idealista sin dinero, pero con grandes sueños.
Hoy miro hacia atrás y sé, que el camino ha sido duro y yo tengo que serlo más. Que todo lo que sufrí, al final, fue lo que me hizo ser, lo que soy aquí, y ahora que he logrado ver lo que conseguí por mí, no quiero volver a pensar que pueda tener fin…