La Corrida de las Luces fue un espectáculo diferente, el sábado pasado en la Plaza México.
Lumbre ritual, penumbra momentánea; la plaza de toros, convertida en un enorme altar. Religiosidad y fervor que llameaban en los tendidos. Esta corrida temática fue declarada patrimonio cultural inmaterial del estado de Tlaxcala en 2012.
Al terminar la procesión en honor de la Virgen del Rosario, advocación de la Virgen María, comenzó el festejo que marcaba la confirmación de alternativa de Fernando Robleño, el torero español con más años de alternativa en ratificar su doctorado en el coso capitalino.
El madrileño, con 24 años de matador, no tuvo tela de donde cortar. Los toros de Santo Tomás y Santa Inés no le dieron posibilidades de triunfar.
Diego Sánchez pagó con sangre el esfuerzo titánico que derrochó toda la noche. El último ejemplar, de Villa Carmela, le infirió una cornada en la corva derecha, pero el hidrocálido confía en reaparecer el 2 de noviembre en su tierra. Algo importante: realizó un quite en el primer toro de Arturo Saldívar, picándole la cresta a su compañero de cartel y despertando la rivalidad que nunca se debe perder en los ruedos.
Lo más importante de la jornada nocturna fue el juego extraordinario de un toro de Santa Inés y otro de Los Encinos, que cayeron en manos del hidrocálido Arturo Saldívar. ¡Un lote de antología!
El diestro se quedó por debajo de las extraordinarias condiciones de bravura, nobleza, movilidad y repetición del primero de su lote, que traía las orejas prendidas con alfileres.
Tampoco redondeó su labor con el otro gran toro de la noche, de Los Encinos. Era una ocasión extraordinaria para cortar cuatro orejas. No cortó ninguna, desaprovechando lastimosa la gran oportunidad de consagrarse en el coso capitalino.