La protagonista de Emilia Pérez fue nominada a los mayores premios de la industria cinematográfica. De un momento a otro nadie quiere saber de ella. Ahora se le juzga por razones distintas a la calidad del trabajo actoral en la cinta: sus tuits políticamente incorrectos. Ha sido crucificada y apedreada sin juicio mínimo, ninguna posibilidad de defenderse. Cuando fue nominada, como borregos muchos hablaron maravillas de ella sin haber visto la película. Ahora, le han retirado sus simpatías, siguen sin ver la película y no conocen los tuits que han desatado la pesadilla de la actriz. Así hemos sido siempre. Antes nutríamos nuestros juicios con lo que la tribu decía. Después la radio y la televisión modelaron nuestras opiniones. Hoy somos las hordas cuyos criterios desinformados dirigen las redes sociales en tiempo real.