Apenas despuntaba el sol y ya las campanas de la Santa Catedral de Tepic anunciaban un día especial. El Domingo de Ramos volvió a reunir a miles de fieles que, con ramos de palma en mano y el corazón dispuesto, acudieron desde la Misa de Gallo hasta el filo del mediodía para conmemorar la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén. Una tradición que, año con año, renueva la fe y da inicio solemne a la Semana Santa.
La Catedral lucía abarrotada, sin importar que el termómetro marcara los 30 grados desde temprana hora. Familias enteras, niños de la mano de sus abuelos, jóvenes con sus palmas entrelazadas en forma de cruz y adultos con el rostro brillante por el calor, llenaron cada banca y cada rincón. Incluso el aire pareció quedarse corto. Los ventiladores luchaban sin éxito por sofocar el bochorno, y más de uno recurrió a lo que tuviera a la mano, un misal, un pedazo de cartón o una hoja de programa, para aliviar la jornada.
La procesión, encabezada por el obispo Luis Artemio Flores Calzada, fue un momento de recogimiento y fervor. “La palabra del Señor santifica todas las cosas…”, resonó en altavoces, mientras el aroma a palma bendita impregnaba el aire. El canto de ¡Hosanna en las alturas! se entrelazó con el murmullo de la multitud que alzaba sus ramos, símbolo de vida, victoria y resurrección.
Fuera del templo, el otro rostro del Domingo de Ramos también tomaba forma. Comerciantes locales ofrecían desde palmas trenzadas hasta helados, frituras y aguas frescas. Sin embargo, no todo era alegría entre los vendedores. Algunos expresaron molestia ante la creciente presencia de foráneos, especialmente de Puebla y Ciudad de México, quienes llegaron a competir por un mercado que apenas empieza a recuperarse tras la pandemia. “Esto ya no es justo, nos ganan con volumen y precios bajos”, decía doña Martita, mientras ajustaba su puesto en la banqueta.
Conforme avanzaba el día, los rostros sudorosos salían de la Catedral buscando una sombra o un refrigerio. Las calles aledañas eran un ir y venir de fieles y vendedores, entre ramos colgados, niños con globos y carritos de nieve sonando campanitas.
¿Qué es el Domingo de Ramos?
El Domingo de Ramos es una de las celebraciones más significativas dentro del calendario judeo cristiano. Conmemora la entrada de Jesucristo a Jerusalén, cuando fue aclamado por la multitud como el Hijo de Dios. Esta festividad marca el inicio de la Semana Santa y se celebra el sexto domingo de Cuaresma.
Según los evangelios de Mateo (capítulo 21) y Marcos (capítulo 11), Jesús entró a Jerusalén montado en un asno, en señal de humildad, mientras la gente extendía mantos y ramos de olivo y palma a su paso, proclamando: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”
Dentro de la fe judeo cristiana, los ramos de palma simbolizan la renovación espiritual, la victoria pascual y la promesa de resurrección. La bendición de las palmas se realiza al inicio de la celebración, y es costumbre que los fieles conserven estos ramos en sus hogares durante el año, como símbolo de protección y testimonio de fe.
