Rescatarán memorias comunitarias

Especial Meridiano/Jorge Enrique González

Primeras horas del año nuevo 1994. México despertó con una singular guerrilla, como salida de novela. Los zapatistas habían tomado Palacio Municipal de San Cristóbal de las Casas. Y para no fallarle a la historia, como en toda guerra, real o de cuento, había que destruir lo que encontraran.

Justus Fenner, un alemán avecindado en Chiapas, reconoció  una caja en la cornisa de un balcón. Se abrió paso entre pasamontañas y fusiles. Gritó: “¡Un momento, ahí está la memoria!”

El subcomandante de la guerrilla indígena, desde sus ojos claros y el rostro blanco cubierto con tela negra, alzó la mano. Aquella caja con 130 años de historia fue salvada. Subió, clausuró el archivo con escritorios, puso los sellos del EZLN y prohibió el paso. El resto de la madrugada dos insurgentes custodiaron el lugar.

Viernes 25 de abril de 2025. Bellavista. El Diplomado Rescate de las Memorias Comunitarias de Nayarit que ese día se inauguró podría repetir la hazaña de Justus Fenner en esta “tierra ardiente cuna de valientes”. Alguno de sus inscritos, un modesto responsable del archivo municipal o de instancia pública cualquiera, podría salvar del olvido nuestra memoria, impidiendo la destrucción de documentos por el simple paso del tiempo o por algún orangután con cargo público que desaparezca involuntariamente o con dolo los documentos de nuestro pasado.

Por primera vez en Nayarit, un diplomado dedicado a la revaloración y preservación de la memoria de nuestro entorno convoca a servidores públicos, docentes, investigadores, historiadores, estudiantes, cronistas locales y ciudadanos interesados. Organizado por el Archivo General de la Nación, el Consejo Local de Archivos del Estado de Nayarit y la Universidad Autónoma de Nayarit, ofrecerá herramientas para recuperar las historias, memorias y saberes resguardados en sus centros de trabajo y en sus comunidades, en un programa gratuito que se desarrollará en once módulos.

La ceremonia inaugural tuvo lugar en el Foro Polivalente de la Ex Fábrica Textil de Bellavista, un recinto histórico escenario de la primera huelga obrera en Nayarit en el siglo XX. Autoridades estatales y representantes del Archivo General de la Nación dieron la bienvenida a los asistentes, resaltando la importancia de convertir a ciudadanos y servidores públicos en guardianes de la memoria histórica. Fueron, es obligado decirlo, atentos y esmerados anfitriones.

La primera sesión, titulada Apropiamiento histórico, cultural y documental, fue impartida por Marco Antonio Orozco Zuarth, presidente de la Comisión de Memoria Histórica de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas. El ponente abordó técnicas archivísticas y narrativa histórica para rescatar memorias comunitarias, dividiendo su módulo en dos partes: aspectos técnicos y elaboración de crónicas accesibles.

Durante su exposición, Orozco destacó la preocupación global por la pérdida del patrimonio documental, recordando cómo guerras y revoluciones históricamente han destruido archivos valiosos. Alertó que “la mayor parte de nuestra memoria histórica se perdió con el tiempo”, citando ejemplos dramáticos como la Biblioteca de Alejandría y otras tragedias documentales que reflejan la fragilidad del legado documental.

El ponente enfatizó cómo los archivos solían verse como meras bodegas de documentos sin valor, espacios olvidados donde se enviaba personal castigado. Esta visión cambió radicalmente con la Ley General de Archivos de México de 2019 y plataformas como Memórica, que facilitan la conservación y acceso al patrimonio documental. Gracias a estas iniciativas, en estados como Nayarit se vive una transformación archivística fundamental, asegurando que la documentación histórica sea valorada y accesible a las comunidades.

Al referirse al ámbito local, Orozco Zuarth explicó en detalle el concepto de microhistoria como esencial para preservar vivencias cotidianas de comunidades pequeñas. Subrayó que, sin registros escritos, “los relatos transmitidos oralmente pueden desvanecerse rápidamente en pocas generaciones”, poniendo en riesgo la memoria cultural local. Narró el caso específico de su propio abuelo y la historia agraria de un pequeño poblado nayarita, ejemplificando cómo un relato conocido únicamente por tradición oral puede desaparecer por completo si no se documenta a tiempo.

El especialista también reflexionó sobre la evolución del cronista comunitario. Citó al historiador Luis González, quien solía decir que “para ser cronista había que tener muchos años”, aludiendo a la visión tradicional del cronista como veterano depositario de la memoria. Sin embargo, enfatizó que hoy “la tarea de escribir la crónica de un pueblo se está democratizando”. Jóvenes y niños participan activamente en concursos de crónica, aportando miradas frescas y nuevas perspectivas sobre sus comunidades y generando una memoria más inclusiva y plural.

Otro eje clave fue la necesidad de “dar vida” a los archivos. El expositor insistió en que los documentos históricos no deben permanecer estáticos, sino transformarse en crónicas, artículos e incluso contenidos digitales que conecten emocionalmente con la sociedad. “Se trata de recorrer nuestro pasado y compartirlo con las nuevas generaciones”, afirmó, destacando la importancia de convertir expedientes olvidados en historias vibrantes que permitan a las comunidades sentirse reflejadas y comprendidas.

La creación de archivos comunitarios se presentó como esencial. Cada comunidad, por pequeña que sea, tiene la responsabilidad de resguardar documentos, fotografías y testimonios que construyan cápsulas del tiempo, asegurando así la memoria histórica y fortaleciendo la identidad colectiva. Orozco enfatizó que los archivos comunitarios “no sólo preservan recuerdos valiosos, sino que afirman la identidad cultural y social de cada localidad”.

Orozco Zuarth amplió la reflexión hacia las instituciones públicas, subrayando que muchas carecen de memoria histórica documentada. “Pareciera que siempre están comenzando de cero”, dijo, señalando la importancia crucial de rescatar y difundir trayectorias institucionales como parte esencial del compromiso con el bien común, la transparencia y la rendición de cuentas. Los archivos institucionales, aseguró, deben ser dinámicos, accesibles y útiles para la ciudadanía.

El diplomado también destacó la necesidad de profesionalizar a quienes gestionan los archivos institucionales y comunitarios. “La capacitación continua es fundamental para garantizar la conservación adecuada del patrimonio documental y su aprovechamiento social”, señaló Orozco Zuarth, subrayando la importancia de formar especialistas que entiendan tanto la técnica archivística como la sensibilidad histórica necesaria para manejar estos documentos con respeto y eficacia.

Además, Orozco hizo hincapié en que los archivos y las memorias documentadas sirven para prevenir la manipulación histórica y fomentar una cultura democrática de acceso a la información. “Un archivo vivo es un garante del derecho ciudadano a conocer su historia, evitando así manipulaciones interesadas o sesgadas”, indicó, destacando el rol fundamental que desempeñan los archivos en la construcción de una sociedad crítica y participativa.

La jornada concluyó con una breve mención a la intervención vespertina del investigador Pedro Luna Jiménez. Con once módulos mensuales, el diplomado busca finalmente que Nayarit forme guardianes capaces de convertir recuerdos dispersos en crónicas vivas, enriqueciendo la memoria histórica colectiva y asegurando un legado documental para las futuras generaciones.