Por Oliva Orozco y Antonio Tello
Martha Elena García de Echevarría fue homenajeada este lunes con una estatua instalada en la explanada de la Plaza Monumental de Don Antonio. El acto no sólo celebró sus 80 años de vida, sino más de cinco décadas de servicio público y trabajo social en favor de quienes más lo necesitan.
La iniciativa partió de su familia. Sus nietos organizaron la ceremonia como un gesto de gratitud. “Mi abuela es nuestro pilar, siempre nos une, es la fuerza y el corazón más grande de nuestra familia”, expresó Martha Elena Preciado Echevarría, una de sus nietas, durante el evento.
El monumento se erige en el mismo lugar donde, hace 26 años, Martha Elena encabezó un acto con más de cinco mil mujeres en el arranque de una campaña que, sin saberlo entonces, marcaría un antes y un después en la historia política de Nayarit.
Martha Elena empezó su trabajo de servicio a los demás mucho antes de los cargos y de las campañas. Antes de la política, ya trabajaba intensamente en el voluntariado de la Cruz Roja y luego en Cáritas, atendiendo a los más necesitados. Conocía de cerca el dolor, la pobreza, el abandono. Lo hacía con discreción. Y con orden, sin improvisar.
Cuando llegó la contienda política de 1999, le sugirieron sumar; ella se multiplicó. Recorrió el estado con fuerza propia. Sin permiso, sin libreto, sin experiencia. Su estilo directo sorprendía. La gente la escuchaba. Y la recordaba.
Después vino su paso por el DIF estatal, donde no se limitó a administrar lo que ya existía. Identificó necesidades nuevas y armó respuestas viables. Desplegó una descomunal tarea con la mirada puesta en quienes no tienen voz. Organizó a quienes ayudaban, exigió a quienes debían cumplir, y respondió a quienes no tenían a quién acudir.
¿Quién no recuerda Casas de la Mujer? ¿Quién no valora aún la campaña de implantes coclares, por mencionar sólo alguna de las tareas que calaron hondo?
Con el tiempo, no se detuvo. Cambió de ruta. Tocó otras puertas. Y volvió como legisladora electa por mayoría. Era su propia ruta. Era representante de su gente.
Por 12 años, en las cámaras de Diputados y Senadores trabajó por las mujeres, por la niñez, por quienes no eran prioridad en la agenda nacional. No hizo discursos para la foto. Propuso, presionó, gestionó. Se enfrentó a inercias, a prejuicios, a intereses. Supo qué batallas valían la pena, como la creación de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Su presencia, en cualquier espacio público, provoca cariño y respeto. Lo ganó a pulso.
Hoy se devela una estatua en su honor. Se trata de dar testimonio. De decir, con hechos, que hay vidas que dejan huella. Y que en un país como el nuestro, donde la política tantas veces decepciona, también hay quienes la dignifican.
Martha Elena no pidió, ni esperaba este homenaje. Fue una sorpresa preparada por sus nietos a nombre de la familia Echevarría García. Lo merece. Porque lo que ha hecho no se mide en placas ni en mármol. Se mide en historias, personas, cambios reales.
“Gracias por su ejemplo Señora Martha Elena. Gracias por su constancia. Gracias por no rendirse cuando era más fácil callar”, expresó Julieta Moreno, la conductora del evento.
Martha Elena emocionada dijo que estaba muy contenta de estar con su familia y sus amigos y amigas en un día tan especial para ella.
