Breverías | Échame a mí la culpa

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La Culpa somos todos, aunque sea el nombre de un bebedero en una plaza comercial afamada por sus campales pleitos y agresiones. Para los empleados de ese negocio fue razón suficiente que dos personas del mismo sexo se trenzaran en un beso para propinarles una paliza. La discriminación dio lugar a la clausura del negocio. Pero ésta es aguja en el pajar de sitios, instituciones, escuelas, iglesias, grupos, personas (incluido el que escribe y tú que lees) que a diario discriminamos con toda variedad de agresiones y exclusiones por razones de orientación sexual, militancia política, credo, raza, lengua, escolaridad, inteligencia, color de piel, estatura, peso y muchos etcéteras. Son violencias que ejercemos y padecemos, a las que nos hemos acostumbrado. Nos parecemos tanto a La Culpa que no podemos engañarnos. Aceptémoslo. Y cambiemos.

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