El cerro de San Juan vuelve a sufrir la furia de las llamas que arrasan árboles y fauna silvestre de gran parte del terreno conocido como uno de los pulmones más grandes e importantes de la capital nayarita.
Alrededor de las 16:00 horas, los números de emergencia fueron alertados por las primeras llamaradas que hacían arder al viejo coloso donde los tepiqueños suelen realizar ejercicio.
El aire se convirtió en el peor enemigo del gigantesco San Juan, cuyo dolor hecho humo que podría apreciarse en toda la capital nayarita.
De forma inmediata el personal de Protección Ciudadana y Bomberos de Nayarit, así como Protección Civil de Tepic, CONAFOR y COFONAY desplegaron a 35 brigadistas que con picos, palas, machetes y rastrillos luchan por evitar que el fuego siga consumiendo al mítico cerro que abraza a los municipios de Tepic, Xalisco y San Blas.
Es tal el llamado a proteger esta área verde que jóvenes de la Universidad Tecnológica (UT) se unieron al esfuerzo de los brigadistas, enfrentando las inclemencias que trae consigo el tercer incendio forestal activo que actualmente se reporta en la entidad.
Cada minuto el aire se volvía más intenso, mientras los combatientes apenas se detienen 10 segundos para limpiarse el sudor de la frente por los altos grados de temperatura que se siente en el lugar, mientras se miran de reojo con un gesto que refleja la lucha sinfín contra el siniestro.
Las piedras que se encontraban entre las ramas empiezan a rodar de lo más alto del San Juan, pasan a gran velocidad, calientes y tiznadas.
A las 10: 00 de la noche, el fuego continuaba, la desesperación entre los combatientes crecía, pero eran más grandes las ganas de vencer las llamas, mientras añoran el apoyo de su principal aliado, el agua que lamentable por lo inestable del tramo no puede llegar al corazón del incendio.
Mientras tanto, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública restringen el acceso al cerro para impedir que personal ajeno a las dependencias encargadas de brindar seguridad llegue a la zona del desastre.
La vida silvestre de uno de los pulmones de esta capital vuelve a estar en peligro y aunque todos quieren apoyar, es la ardua labor de los profesionales quienes lograrán controlar estos ríos de fuego que con su lumbre lejos de iluminar, apaga el rostro de los tepiqueños.