Por Rafael G. Vargas Pasaye
Dentro de los términos que se empiezan a utilizar en el debate público hay uno que combina con el festejo del Día del Padre reciente, me refiero al de las nuevas masculinidades.
Y sí, tiene que ver con el nuevo rol que jugamos los hombres con los roles que empiezan a notarse más en las mujeres, como por ejemplo en el matrimonio cuando ella sale a su labor normal y él, que también tiene sus ocupaciones, debe atender las miles de cosas que se dan en el hogar y con los hijos.
Algo pues que parecía normal o tradicional, pero que ni lo era y ni lo es: preparar el desayuno del niño o niña no nos convierte en mejores padres, ni llevarlos a la escuela, o arrullarlos para que se duerman a su hora. No es algo extraordinario que en público el padre cambie un pañal, compre la leche en polvo o sepa la talla de zapatos que debe comprarle al crío.
Los roles en la sociedad comienzan a tener otro matiz, y se cruza con otro factor, el de lo políticamente correcto, ese que ha hecho que perdamos a veces hasta el sentido del humor al hablar por temor a represalias, a evitar dar nuestro punto de vista porque la delgadez de piel en algunos y algunas integrantes de la clase política puede acabar en problemas, pese a que ellos y ellas a veces están bajo el agua, intencional, metafórica o literalmente.
Esto es, no se trata en el caso de un hombre de sólo aparentar cumplir con el rol de las nuevas masculinidades, sino que debe ser una labor de todos los días, entendiendo esa dinámica se podrá tener un panorama más amplio de las cosas. Y, de nuevo mi ejemplo con la clase política, si caminaran más seguido las colonias de las demarcaciones, distritos o municipios que los y las eligieron, se darían cuenta de una realidad diferente a la que le dicen el grupo compacto con el que conviven de manera permanente.
Ahora bien, en otro debate reciente, la Fiscalía General de Nayarit, por citar una institución, diario envía comunicados donde son recurrentes las detenciones por delitos como abandono de familiares y violencia familiar. De nueva cuenta la célula familiar, la directa que incuba el acontecer del grupo social, se encuentra en momentos de definición, problemas económicos, la pandemia, falta de oportunidades, drogas, violencia, y muchas otras hacen que las distintas realidades afecten no sólo a la figura paterna, sino a la familia completa y por ende, a la sociedad.
En este breve listado no debe excluirse el marcado machismo que hemos recibido desde generaciones pasadas, con expresiones de todo tipo para enaltecer la hombría, para demostrar la superioridad en cada espacio, y que ahora, al estar las mujeres tomando las riendas de diversos espacios, algunas personas (de nuevo, sin importar la edad y aquí, sí, ni el género), no logran aceptar del todo la nueva realidad que tenemos enfrente.
Además, la exigencia de esa figura otrora heroica por ser el proveedor, protector, vengador, constructor, reparador, poeta, músico, romántico, etcétera, empieza también a modificarse, pues las generaciones comienzan a entender de una manera diferente la realidad, y ese pequeño paso para el hombre es un gran paso para la humanidad.
La paternidad moderna, las nuevas masculinidades, lo políticamente correcto, son conceptos con los que debemos cotidianamente tratar, si algo se encuentra en constante movimiento es precisamente el idioma y el comportamiento humano, y eso se nota cuando seguimos procurando las reuniones grupales, familiares o de amigos. Donde nos unen las festividades al igual que las desgracias, esto es las fiestas y los funerales, y es en ese momento donde de nueva cuenta notamos lo pequeño que puede ser una persona sola, y lo fuerte que como grupo social podemos ser.
@rvargaspasaye
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