Por José Luis Olimón Nolasco
La verdad, tras el abandono de Sergio “El Checo” Pérez por un problema con la caja de velocidades de su auto cuando apenas llevaba ocho de las setenta vueltas del Gran Premio de Canadá, no me ha sido tan fácil como en otras ocasiones, poner en “palabras” escritas una crónica más o menos reflexiva de los eventos deportivos de la semana pasada.
“Eppur”, como se dice que dijo —aunque no es seguro— el célebre Galileo Galilei, ante la “exhortación” a no divulgar las evidencias empíricas del sistema copernicano, quiero intentar decir algo, no tanto ni solo acerca de esta actuación del piloto mexicano, sino también acerca de otro deportista mexicano —el basquetbolista mexicoamericano de tercera generación— Juan Toscano Anderson, quien, el jueves pasado, se “anilló” [el premio para los jugadores del equipo campeón de la NBA es un anillo] como miembro del equipo de los “Warriors” de San Francisco, equipo que, en cuatro juegos, logró vencer a los “Celtics” de Boston, convirtiéndose así en uno de los equipos con un mayor número de campeonatos alcanzados al superar a los “Bulls” de Chicago con el que estaba empatado en seis títulos e impidiendo, de paso, que los “Celtics” se convirtieran en el equipo con más títulos alcanzados, ya que, hasta la fecha, se encuentra empatado con los “Lakers” de Los Ángeles con un total de 17 títulos.
En cuanto a Sergio Pérez, considero que es posible ya integrarlo al reducido número de deportistas mexicanos de clase mundial, si bien —como suele sucedernos cuando vemos a algún deportista mexicano destacar— parece demasiado pronto para considerarlo, por ejemplo, en relación con su coequipero Max Verstappen, como alguien que está a su altura o que pudiera incluso superarle en la búsqueda del Campeonato Mundial de Pilotos 2022, aunque, eso sí, creo que se merece ser dejado en mayor libertad para competir por el triunfo cuando las circunstancias se lo permitan en alguno de los Grandes Premios o, incluso, si se lo llegaran a permitir en orden al campeonato mundial de pilotos.
En resumen, considero que “El Checo” puede y debe ser considerado ya, como el mejor piloto de Fórmula 1 que ha dado México y como uno de los deportistas mexicanos de clase mundial junto con Hugo Sánchez, Rafael Márquez, Lorena Ochoa, Fernando Valenzuela, Julio César Chávez, Paola Espinosa, Raúl Ramírez y algunos más, pero que no puede ser considerado como un piloto que esté por encima de Max Verstappen, a pesar que, como lo ha demostrado ya, se ha adaptado más rápido y mejor al nuevo auto que la escudería “Red Bull” ha introducido este año 2022.
El caso de Juan Toscano Anderson merece una atención especial, porque, como lo empecé a insinuar párrafos atrás, se trata de un mexicoamericano de tercera generación, hijo de padre puertorriqueño y de madre mexicana, cuyo abuelo inmigró desde tierras michoacanas y que, como lo ha dejado ver, tanto durante su participación en el concurso de clavadas en el contexto del Juego de Estrellas 2022 en el que ocupó el segundo lugar, como el jueves pasado en la ceremonia de premiación en el TD Garden de Boston, se siente, orgullosamente, mexicano.
Así que, Juan Toscano, además de ser el primer mexicano que forma parte de un equipo campeón del NBA, es también un ejemplo de éxito para un mexicoamericano, no sin tener que pasar por una y mil dificultades y no sin antes tener que enfrentar y superar obstáculos diversos nada despreciables.
De hecho, su llegada al equipo de los “Warriors”, cerca de cuya sede previa en Oakland —la Oracle Arena— creció [en la calle 95, de ahí el número que porta en su camiseta], no fue fácil. Su carrera en el básquetbol la inició con los “Golden Eagles” de la Universidad Marquette [2011-2015], una institución que forma parte de la Asociación de Universidades Jesuitas y que se ubica en Milwaukee, Wisconsin. Al no ser seleccionado en el “Draft” de la NBA en 2015 se unió a los Soles de Mexicali de la Liga Nacional de Baloncesto, pasando después a la Fuerza Regia de la misma liga, a la que regresa después de una breve incursión en la Liga Profesional de Baloncesto de Venezuela y de un intento fallido de incorporarse al Murcia Club de Baloncesto de la Liga Endesa de España.
El año 2018 es incluido en los Santa Cruz Warriors [el filial de los Warriors en la Liga de Desarrollo de la NBA] y en febrero de 2020 firmó un contrato por tres años con los Warriors de la NBA, pero en diciembre de ese mismo año, mientras disputaba su segunda temporada, es dado de baja obteniendo un contrato que le permite jugar, de nuevo, en la conocida como G League con los Warriors de Santa Cruz.
En el año 2021, aún en la coyuntura de la pandemia, ante las múltiples bajas que sufren los Warriors, Toscano es llamado de nuevo por ese equipo que un año antes había tenido la peor temporada de su larga historia al obtener un récord de 15 ganados y 50 perdidos y, gracias a sus buenas actuaciones en tiempos difíciles para el equipo, obtiene, por fin, un contrato estándar por dos años y dos millones de dólares que concluyó, precisamente, con el final de la temporada 2021-2022.
A lo largo de la temporada que concluyó, Toscano Anderson participó en 73 de 82 juegos, con un promedio de 13.6 minutos, 4.1 puntos y 2.4 rebotes por juego. En la postemporada, su participación bajó a 14 de 22 partidos, 3.5 minutos, 0.8 puntos y 0.7 rebotes, lo que le coloca, estadísticamente, en el lugar 14° de 14 de la plantilla campeona.
Todo ello, no obsta, creo, para considerar a Juan como un modelo de deportista mexicoamericano que ha alcanzado el éxito a base de esfuerzo y para alegrarnos con la alegría de venir a la tierra de sus antepasados a “presumir” su triunfo, al que, ojalá, se puedan sumar otros en el futuro, ese futuro siempre incierto.
Para concluir, un recuerdo: Juan Toscano, formando parte —secundaria— del equipo mexicano de básquetbol que participó en el Centrobasket 2014 que se celebró en el entonces llamado Auditorio de la Gente de esta ciudad capital, en el que, por cierto, el nayarita Gustavo Ayón fue nombrado el Jugador Más Valioso…