Por José Luis Olimón Nolasco
De inicio, algunos lamentables “lugares comunes” que han vuelto a las primeras planas con ocasión de la muerte del ex presidente Luis Echeverría Álvarez por su participación protagónica en ellos:
“La matanza de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968”, siendo Secretario de Gobernación;
“El Halconazo” del Casco de Santo Tomás de la ciudad de México, el Jueves de Corpus de 1971, a menos de un año de haber iniciado su sexenio;
“La Guerra Sucia” desplegada, de manera clandestina, a lo largo de su sexenio contra movimientos sociales levantados en armas en el campo y las ciudades;
Su diversificada lucha —retiro de propaganda gubernamental, presión a empresas para no contratar publicidad, infiltración en la cooperativa, entre otros medios— contra el diario Excélsior por su postura crítica ante el régimen que culminó el 8 de julio de 1976, cerca ya del final de su administración con la expulsión de su director, Julio Scherer.
En seguida, su apertura hacia el continente africano, su exploración del continente asiático, en el contexto de los países no-alineados y del Tercer Mundo;
Su apoyo a Salvador Allende y su apertura a la clase política chilena exiliada tras el golpe militar;
Su enfrentamiento con el dictador español Francisco Franco cuando ordenó la muerte de cinco miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota y la consiguiente ruptura de relaciones diplomáticas.
Su intento fallido de convertirse, al finalizar su sexenio, en Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas.
La creación, durante su sexenio de instituciones como el Infonavit y el Fovissste.
Y, su famosa Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, propuesta por primera vez por el Presidente de México, Luis Echeverría, en el tercer período de sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, celebrada en Santiago de Chile del 13 de abril al 21 de mayo de 1972, revisada varias veces y aprobada, finalmente, el 12 de diciembre de 1974, por la Asamblea General por 115 votos contra 6, y 10 abstenciones.
Más allá de esos lamentables “lugares comunes” de política y de estos rasgos de política externa, algunos comentarios propios.
Ante todo, aquella experiencia —primera en mi vida— de la devaluación del peso mexicano —cuyo tipo de cambio se había mantenido en $12.50 pesos por un dólar— al dejarlo en libre flotación el 31 de agosto de 1976, lo que llevó, en los pocos meses que quedaban de la administración echeverrista, el tipo de cambio a $22.00 por un dólar, un tipo de cambio que “hic et nunc” no está lejos de volver, a pesar de los tres ceros que se quitaron en 1992, al crearse, temporalmente, los “nuevos pesos”. En esa coyuntura de fin de sexenio también se empezó a manejar la palabra “crisis” para referirse a la situación, preferentemente económica, en la que había caído nuestro país, entre otras cosas, con una deuda externa de 24,000 millones de dólares, una cifra ciertamente lejana de la deuda actual que asciende a más de 450,000 millones de dólares…
El primero de ellos, un recuerdo que, a quienes no les tocó vivir en el apogeo del priísmo, les puede parecer increíble. En alguno de los primeros meses de 1970, en su gira triunfal por la república, el Lic. Luis Echeverría Álvarez vino a Tepic, la capital del Estado y acudimos a recibirlo, con vallas, a lo largo de la avenida México, los alumnos y alumnas de las escuelas de Tepic y, supongo que muchos burócratas de aquel tiempo. El otro candidato a la presidencia aquel año, Efraín González Morfín, postulado por el PAN, es posible que haya venido a Tepic, pero no creo que se hayan enterado muchas personas, fuera de los miembros de su partido. ¡Cómo cambian los tiempos! Aunque suelen volver…
Otro de los recuerdos regionales que guardo de la administración echeverrista es la creación del Fideicomiso Bahía de Banderas el mes de noviembre de 1970 con la finalidad de impulsar el desarrollo turístico de la región, un desarrollo, que si no mal recuerdo, sería algo así como un desarrollo turístico en manos de los campesinos de la zona y al servicio de sus pares.
Parte de ese proyecto fueron, entre otros, la pavimentación de la carretera federal 200 Tepic-Puerto Vallarta, la urbanización poblados y la reubicación de pobladores, la construcción del Campo de Golf Flamingos y la creación del Centro de Estudios Económicos del Tercer Mundo en el poblado de San Pancho, un Centro que ha sobrevivido ya que todavía en junio de 2017, el propio Luis Echeverría, en su carácter de Presidente del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo [CEEDTM] firmó, como testigo de honor un convenio de colaboración entre dicha institución y el Centro de Estudios Superiores de Veracruz y se pueden encontrar diversas referencias en relación con él.
En un orden de cosas no del todo ajeno, se puede hacer mención de la presencia en nuestro estado de su cuñado Vicente, como Procurador General de Justicia durante el sexenio del Dr. Julián Gascón Mercado y la de su cuñado Rubén, presuntamente ligado al entonces poderoso Cartel de Jalisco, en la Zona Jalisco, perteneciente a la Diócesis de Tepic.
Para ir concluyendo, un dato que me dio mi hermano Manuel en relación con el lema de campaña de Luis Echeverría: “Arriba y Adelante”, el cual no habría sido de su autoría, ni habría nacido de la genialidad de sus asesores de campaña, sino que la habría tomado de su tía, la religiosa Dolores Echeverría, fundadora de una escuela de educación básica que ahora lleva su nombre y de la Universidad Motolinía del Pedregal que, según tengo entendido [sin haberlo podido verificar], es una de las instituciones de educación superior que cuenta con mayor libertad de gestión, por contar con un Decreto Presidencial especial, concedido, obviamente, por el tío de la fundadora…
Y, para cerrar, unas palabras compasivas. Creo que, independientemente de la evaluación que pueda hacerse de su gestión, e incluso de su vida, un personaje como Luis Echeverría Álvarez, merecía una despedida distinta, mejor, quizás no como persona, pero sí como personaje de la historia de nuestro país: unos discretos funerales de Estado. Pero parece que a él también le afectó el maniqueísmo de los tiempos que corren.