Por Francisco Flores Soria

Hiperactivo, casi ubicuo; compulsivo, irreverente y otros adjetivos bien explican el ser y el hacer de Jorge Alberto Contreras Flores, Pitistoi.

Tras luengo ejercicio periodístico, se dedicó a la consulta de archivos históricos, ya en el Congreso local, ya en la Universidad Autónoma de Nayarit, y compartió sus hallazgos en libros o en Facebook.

Jorge Contreras Flores, ateo, no aspiró a la redención, pero en cualquiera de las dimensiones donde se encuentre, fiel a su estilo, discutirá su inconformidad por no seguir en la nuestra como lo disfrutaba.

Seguramente su alter ego renegó las últimas semanas de la prisión de su cuerpo casi inerte, quizá mucho más de lo que ahora le incomodarán estos posteos de familiares, amigos y conocidos que lamentan su partida cuando se le veía incansable, como trompo de larga y fuerte cuerda.

Ni modo; ya encarrilado le encargo un saludo al Pipiripau, para quien también lo cursi era un vomitivo.

Que no desespere, pues más temprano que tarde podríamos cruzarnos por allá o quién sabe.

No le deseo que descanse en paz, en primer lugar porque le merecería una mentada, y para qué, si no estaría quieto.

Eso sí, esperemos que alguien emule su ejemplo y retome su inacabada labor para ilustrarnos un poco a los de la enciclopédica ignorancia, como diría Jorge Enrique González Castillo.

¡Salud!

(Foto del muro de Ulises Castrejón).

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