Volantín | “Dime con quién andas y te diré quién eres”

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Por Salvador Cosío Gaona

Luego de una somera exploración, encontramos que entre los perfiles de los amigos del presidente Andrés Manuel López Obrador, predominan los personajes que encabezan gobiernos dictatoriales y autócratas; expresidiarios, autoritarios, y tiranos, una situación que no podemos desestimar cuando la vox populi, es decir, la cultura popular que se transmite de generación en generación nos ha enseñado que los ‘iguales’ se buscan, y en ese caso, los mexicanos no deberíamos estar tan tranquilos. 

 Un muy conocido refrán español, establece: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, el cual infiere que se puede conocer a una persona a través de su grupo de amigos o de su compañía. Y en un ejercicio de repaso a la lista de amigos y de nombres de aquellos mandatarios a quienes defiende el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se detectó un grupo de la peor calaña de gobernantes de América Latina y del otro lado del mundo. 

 Uno de los primeros ‘amigos’ que presumió Andrés Manuel al arranque de su sexenio fue nada menos que el expresidente de la Casa Blanca, el polémico Donald Trump; quien se metió a las páginas de  la historia como el único presidente de Estados Unidos en ser sometido a dos juicios políticos. 
El primero a finales de 2019, cuando la Cámara de Representantes lo acusó de “abuso de poder y obstrucción al Congreso”. Y el segundo tras ser acusado de “incitación a la insurrección” por los violentos sucesos de  en el Capitolio el 6 de enero de 2021. En opinión de los congresistas, Trump jugó un papel esencial en la revuelta por haberles dicho a sus partidarios que lucharan “como demonios” ya que se iban a quedar sin país, tras no aceptar su derrota en las urnas frente a Joe Biden. 

Luiz Inácio Lula da Silva, quien acaba de ganar la elección Presidencial en Brasil para un nuevo período que iniciará en 2023, estuvo en la cárcel por corrupción y es otro más en la lista de amistades del presidente mexicano. 

 López, además, ha guiñado el ojo al no menos controvertido mandatario ruso Vladimir Putin, quien ahora mismo enfrenta una guerra sin sentido que le ha significado a su nación pérdidas en todos los sentidos y múltiples bajas humanas; así como a Kim Jong-Un,  el tirano líder norcoreano, con quien el gobierno obradorista restituyó relaciones luego de que el presidente Enrique Peña Nieto había expulsado al embajador de aquel país en México como una medida de ‘rechazo’ a las pruebas nucleares que constantemente realizaba aquel régimen.

Hace más de 10 años, cuando asumió el poder, Jong-Un empezó por purgar a sus rivales y se produjeron centenares de ejecuciones, y luego se volvió a los asuntos internacionales. Cuatro ensayos nucleares, cien misiles balísticos lanzados y sus conversaciones con el expresidente estadounidense Donald Trump captaron la atención del mundo. 

Pero su incombustible búsqueda de contar con armas nucleares ha tenido un coste y Corea del Norte está ahora en crisis, más pobre y aislada que cuando llegó al poder.

 Otro impresentable en la lista de amigos de Andrés Manuel, es el dictador nicaragüense, Daniel Ortega, quien fue “reelecto” en noviembre de 2021 para un quinto mandato presidencial en Nicaragua. Las elecciones transcurrieron con los siete potenciales candidatos de oposición encarcelados, decenas de críticos presos, la suspensión del registro de tres partidos políticos, ataques y restricciones a la libertad de expresión, reformas electorales a modo y un organismo electoral al servicio del Poder Ejecutivo. A todas luces, las elecciones en Nicaragua no fueron libres ni justas y carecen de legitimidad democrática; así fueron valoradas por la mayor parte de la comunidad internacional. Sin embargo, el gobierno de México se abstuvo de condenar la farsa electoral y terminó por enviar a un representante a la toma de protesta de Ortega, constituyendo una forma de darle un espaldarazo, si bien indirecto, al proceso electoral a modo en aquel país.

 Y hablando de gobiernos dictatoriales, la amistad del mexicano con Miguel Díaz-Canel está a toda prueba. No hay que olvidar que el mandatario cubano fue el invitado de honor de Andrés Manuel en el desfile cívico-militar por el Día de la Independencia de México en septiembre del año pasado. O que en Cuba, AMLO fue recibido con honores y que existen acuerdos de cooperación entre ambas naciones en los que el gobierno de la isla ha resultado ampliamente favorecido con recursos económicos procedentes del gobierno de la Cuarta Transformación.

 Y todo lo anterior viene al caso, ante la defensa a ultranza que emprendió Andrés Manuel la semana pasada para abogar por la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, encontrada culpable de corrupción durante su gobierno y condenada a seis años de prisión, así como del hasta hace poco presidente de Perú, Pedro Castillo, quien fracasó en su intento de autogolpe de Estado y fue destituido y puesto prisionero.

 A través de redes sociales, el mandatario tabasqueño aseguró que la condena en contra de la actual vicepresidenta del país sudamericano se trata de un asunto de revancha política y de un acto antidemocrático. En ese sentido, mencionó:

“Expreso mi más amplia solidaridad con la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández. No tengo duda de que es víctima de una venganza política y de una vileza antidemocrática del conservadurismo”.

 Y en el caso de Castillo, quien procuró a López como su primera opción para solicitar asilo político, el presidente mexicano había ratificado su inconformidad por la destitución de su amigo como presidente de Perú y la consideró “ilegítima” y producto del “acoso y confrontación” de sus adversarios.

 Hay que recordar que ya antes, Evo Morales, el expresidente de Bolivia que debió salir huyendo de su país tras fracasar en su intento de perpetuarse en el poder después de tres mandatos seguidos, fue rescatado por el propio canciller Ebrard, quien dispuso de una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana para trasladarlo a México, al puro estilo de La n súper héroe de Marvel. 

 Y qué decir de la relación con otro gobierno arbitrario como es el que encabeza Nicolás Maduro en Venezuela, quien ha sido otro de los invitados de honor del gobierno que encabeza López Obrador, este habiendo acudido nada menos que a la celebración de la toma de protesta del mandatario tabasqueño en diciembre de 2018. 

A Maduro se le ubica como “El tirano chavista que arruinó el paraíso petrolero del Caribe”, siendo que tras heredar el poder de Hugo Chávez en 2013, consumó la transformación de Venezuela en una dictadura a través de la manipulación del sistema electoral, la adulteración de los poderes constitucionales y la persecución de sus adversarios, al tiempo que sumía en la miseria a un país con grandes riquezas naturales y forzaba a la emigración a millones de ciudadanos. 

El tirano jamás ha reconocido tener responsabilidad sobre la crisis que él mismo ha creado. Siempre culpa a los otros gobiernos y al imperio de sus errores al declarar que Venezuela es «torturada», «perseguida» y «sometida a un bloqueo» de EE.UU., como repite constantemente. 

 Así los amigos de AMLO, de la peor ralea.

 Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1 

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