El Cardenal y el pintor: Un 9 de enero de hace 96 años

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Por Francisco Flores Soria 

Afortunada coincidencia: en la misma fecha, 9 de enero de 1927, nacieron un sacerdote que llegó a Obispo de Tepic, luego a Cardenal, Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), y un destacado pintor, familiarizado con la temática indígena, además de respetado servidor público por muchos años.

Adolfo Suárez Rivera

El primero de ellos, Adolfo Antonio Suárez Rivera, nació en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en cuyo Seminario Conciliar inició sus estudios sacerdotales, los continuó en el Seminario Arquidiocesano de Xalapa y los concluyó en el de Montezuma, Nuevo México, Estados Unidos.  

Posteriormente, realizó estudios de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana como alumno del Pontificio Colegio Pio Latinoamericano en Roma, donde obtuvo la Licenciatura en Teología. Fue ordenado sacerdote en dicha ciudad el 8 de marzo de 1952 por el arzobispo Alfonso Carinci, Secretario de la Sagrada Congregación de los Ritos.

Al regresar a su diócesis fue nombrado Director espiritual y profesor del Seminario de San Cristóbal de las Casas; fue Oficial mayor y Secretario Canciller de la Curia diocesana. En 1962 realizó estudios superiores en el Instituto Catequético Latinoamericano en Santiago de Chile.

Suárez Rivera fundó en San Cristóbal de las Casas la Academia “Fray Matías de Córdova” para estudiantes de preparatoria y Leyes; además, desempeñó el cargo de Director Diocesano del Oficio Catequístico. De 1964 a1968 formó parte del Equipo Interdiocesano “Unión de Mutua Ayuda Episcopal” para la actualización postconciliar de los sacerdotes y luego fungió como párroco San Bartolomé, Venustiano Carranza (Chiapas), de 1968 a 1971.

El 14 de mayo de 1971, el papa Paulo VI lo nombró Obispo de Tepic y fue consagrado el 15 de agosto del mismo año por Carlo Martini, Arzobispo titular de Abari y Delegado Apostólico en México; los co-consagrantes: el cardenal José Salazar LópezArzobispo de Guadalajara, y Samuel Ruiz GarcíaObispo de San Cristóbal de las Casas.

Se desempeñó como pastor de la Iglesia en Tepic casi nueve años, lapso en el cual asistió a la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (27 de enero al 13 de febrero de 1979) en Puebla, y también participó en la IV Conferencia Episcopal en Santo DomingoRepública Dominicana, celebrada en 1992.

El 8 de mayo de 1980 el papa Juan Pablo II lo nombró Obispo de Tlalnepantla, una de las diócesis católicas más pobladas de América Latina, y el 8 de noviembre de 1983 se convirtió en el décimo Arzobispo de Monterrey, cargo que oficialmente asumió el 12 de enero siguiente.

Durante su gestión convocó al Primer Sínodo de la Arquidiócesis, construyó y dedicó doce nuevos templos en ocasión del Jubileo de 2000, ordenó a más de la mitad del actual presbiterio de Monterrey, promovió al episcopado a cinco de los presbíteros de la arquidiócesis, de los cuales ordenó a tres. También promovió la creación de la Diócesis de Nuevo Laredo.

Desempeñó el cargo de Administrador Apostólico de la Diócesis de Ciudad Victoria del 3 de noviembre de 1994 al 3 de noviembre de 1995.

En la CEM fue designado para diversos cargos, entre ellos el de Presidente por dos períodos (1988-1994). Con este carácter fue el principal artífice, ante el Gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari, de las reformas a los artículos 3º y 130 constitucionales, consideradas por la jerarquía católica como el primer logro para el proceso de restauración de la libertad religiosa en México, además de contribuir a que en 1992 se restauraran las relaciones diplomáticas entre el Estado mexicano y la Santa Sede.

Además respaldó al obispo Samuel Ruiz por su trabajo en Chiapas, durante los tensos momentos que siguieron a la insurrección zapatista de 1994. Su declaración causó escozor en un sector del catolicismo mexicano que pedía la cabeza de Ruiz.

En el Consejo Episcopal Latinoamericano ocupó diversos cargos y en la Santa Sede fue miembro agregado de la Congregación para los Obispos (1979-1983) y Delegado de nominación pontificia para el VI Sínodo General de los Obispos (1983).

Juan Pablo II lo designó miembro del Colegio Cardenalicio de la Santa Iglesia en el Consistorio del 26 de octubre de 1994 y le impuso el birrete cardenalicio el 26 de noviembre; se retiró como Arzobispo de Monterrey el 25 de enero de 2003, tras cumplir la edad reglamentaria de setenta y cinco años. Falleció a los ochenta y un años de edad el 22 de marzo de 2008 en Monterrey y sus restos se encuentran en una cripta de la Catedral de esa capital neoleonesa.

Julio Casillas Larios

Nació en Ahuacatlán, Nayarit; pintor autodidacta y autor del escudo de la Ciudad de Tepic.

De acuerdo con un resumen biográfico de Enrique S. de Aguinaga Cortés, basado en la consulta de distintas fuentes, Julio Casillas Larios, con trece años de edad, partió a la Ciudad de México, donde cursó la Secundaria y la Preparatoria; asistió además como oyente a cursos y talleres en la Academia de San Carlos, lo cual le permitió perfeccionar su técnica en la pintura, el dibujo y la caricatura, sus pasiones infantiles.

En la capital del país permaneció aproximadamente siete años y en 1947 se encontró en Tepic, donde continúa su actividad pictórica, la cual combinó con diversas labores para su sostenimiento económico: retocador en el Estudio Fotográfico Rivera, rotulista de una empresa cervecera en el sur de Sinaloa y el norte de Nayarit, así como en diferentes puestos en la administración pública estatal por sesenta y tres años.

En su trabajo ininterrumpido, concentrado y en silencio, alejado de los reflectores, Casillas Larios fue “fiel a su vocación y estilo desarrollando una prolífica carrera plástica que lo mismo incluye muralismo, retrato, reproducciones de cuadros de artistas renacentistas, holandeses, británicos y mexicanos de principios del siglo XX, que pintura religiosa, personajes históricos, así como un tema que a lo largo de su carrera ha sido recurrente: la pintura étnica, particularmente personajes en solitario o en conjunto de la etnia wirrárika o huichol, tema por el que la mayoría del público conoce a Julio Casillas Larios como artista”. 

Su arte, reflejado sobre todo con óleo sobre tela, ha sido admirado por diversos públicos: la primera vez en 1970, como parte de una exposición colectiva en el hotel Plaza de Acaponeta, Nayarit. Dos años después, en otra exposición colectiva realizada en el Astoria Club, de esa misma ciudad; al año siguiente fue seleccionado para que realizara una obra mural, en el entonces edificio del Instituto Nayarita de Protección a la Infancia (hoy DIF), donde plasmó una familia indígena; fue este su primer mural conocido.

En 1977 participó en la exposición colectiva del Primer Salón de la Plástica Nayarita y en su primera exposición individual formal en Tepic, realizada en el Palacio de Gobierno estatal, la cual le proyectó para ser invitado a exponer a la prestigiada Galería Uno de Puerto Vallarta, Jalisco, dirigida por Víctor de Aguinaga Cortés.

Al año siguiente (1978), repite en el Segundo Salón de la Plástica Nayarita y expone en el desaparecido Café y Arte Xiecá de la capital nayarita, así como en el anillo central del Palacio de Gobierno. En 1995 expuso en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS, en la Ciudad de México, y al año siguiente en el Museo de Artes Visuales Aramara de Tepic, al igual que en 1998.

Don Julio Casillas Larios falleció en Tepic el 2 de enero de 2016.

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