Hace 19 años el joven Hugo Salvador era estudiante de la preparatoria número 1 Julián Gascón Mercado, con sede en la ciudad de Tepic, ahí conoció a una joven, a la que llamaremos Claudia María.

Hugo Salvador era de extracción humilde, vivía en una colonia de la periferia de la ciudad, su padre quien era carpintero, un hombre  carácter recio y hasta cierto punto violento, en contraste a su madre, una mujer tolerante, que antes de expresar palabra alguna sabía escuchar, ella era de un poblado que colinda con la capital del estado y fue educada a la antigua.

Hugo Salvador era el mayor de tres hermanos y siempre soñó con ser licenciado y sacar de la pobreza a sus padres.

Fue en segundo año de preparatoria cuando conoció a una joven hermosa y sin pensar qué le diría que sí, la invitó salir, en la primera cita le pidió que fuera su novia, ella aceptó.

De lunes a viernes se veían en las instalaciones de la UAN, los sábados y domingos salían a algún parque o al cine.

La relación tenía poco más de un año y se aproximaba el 14 de febrero, Hugo por las tardes ayudaba a su padre en la carpintería, a cambió los sábados recibía una gratificación a su labor, con ese recurso el joven enamorado planeaba llevar a su novia a cenar y obsequiarle algunos detalles el día del Amor y la Amistad. 

Sin embargo, una semana antes de tan importante fecha, Hugo sentía ausente y poco interesada a su novia en sus conversaciones, a pesar de ello, el amor que Hugo sentía por Claudia le impedía ver su triste realidad.

Llegó el 14 de febrero y Hugo acudió al centro de la ciudad para comprar algunos regalos para su novia, pero al llevar muy poco dinero sólo compró un globo y el más pequeño de los osos de peluche que se exhibía en la tienda de regalos.

Emocionado abordó un camión de transporte público que lo condujo hasta una de las puertas principales de la Universidad Autónoma de Nayarit.

Recuerda que al llegar a la universidad encontró a Claudia justo en la parada de los camiones por el bulevar Tepic-Xalisco, ella al verlo que descendía del destartalado camión dejó ver en su rostro una mueca de enfado e indignación, pero Hugo no detuvo sus pasos y colocó sobre las manos de su amada los regalos que recientemente había adquirido.

Claudia fingió una sonrisa, lo tomó del brazo y lo llevó a la parte baja del puente peatonal, lo miró a los ojos y le dijo: “Hugo ya no quiero ser tu novia… no es que no te quiera, pero me siento confundida, no sé qué hacer, por eso te pido que nos demos un tiempo”.
En el rostro de Hugo aparecieron las lágrimas y preguntó; pero ¿por qué me has dejado de amar, Claudia?; con una fría mirada y una cruel indiferencia respondió; “Yo nunca te amé, no te confundas”.

Enseguida ella se dio media vuelta y se retiró del lugar mientras Hugo como un niño lloraba sin importarle que sus compañeros de clase se burlaran de él y de sus sentimientos.

Segundos después y cuando nadie se lo esperaba, Hugo se secó las lágrimas  y corrió detrás de Claudia que ya caminaba por el bulevar Tepic-Xalisco, la abrazó por la espalda y le imploró que no terminaran, ella reiteró su decisión.

A pesar de que Hugo esperaba una caricia o que ella le dijera que sólo había sido una broma, que la disculpara, Claudia alzó la voz y expresó: “Hugo, ten dignidad, ya no te humilles, no me exhibas, me das vergüenza,  siento lástima por ti, no te quiero y nunca  te he querido”. 
A pesar de estas hirientes palabras, Hugo permanecía aferrado a la dama, pero segundos después y poco a poco sus brazos fueron cayendo, al sentirse sin ataduras, en silencio ella se marchó.

La tarde de ese 14 de febrero, al igual que las ilusiones de Hugo ya habían desaparecido y cuando Hugo levantó la mirada a su alrededor había aproximadamente 15 compañeros de clase, algunos se burlaban de él, las mujeres por ser más sensibles, lo abrazaban mientras Hugo expresaba; “He perdido al amor de mi vida”.

Hugo no recuerda cómo llegó a casa esa noche, pero asegura que una vez que cruzó la puerta de su hogar lloró en los brazos de su madre, mientras su padre labraba la madera.

Han pasado 19 años y  la tarde del 14 de febrero del año 2004 Hugo no la olvida, alguna vez la consideró la peor tarde de su vida, sin embargo Hugo asegura que las heridas por amor las cura el tiempo.

En la actualidad Hugo es abogado, hace algunos años conoció a una buena mujer, contrajo nupcias, es padre de dos varones y en diciembre pasado hizo entrega de las llaves de la casa que prometió  a sus padres cuando era estudiante de la carrera de Derecho.

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