La expresión “ya merito” ―con el sentido de algo que estuvo a punto de conseguirse― ha sido aplicada en el ámbito deportivo, en momentos muy diversos, a equipos y acontecimientos específicos.

Pues bien, esta vez, el “ya merito” viene “como anillo al dedo” para expresar lo sucedido con la novena que representó a nuestro país ―más que dignamente― en ese torneo denominado “World Beisbol Classic” [WBC por sus siglas en inglés], al que apenas hice una referencia ―sin mucha convicción― en una colaboración anterior porque, la verdad, un torneo de beisbol en el que participaban representativos de naciones tan poco beisboleras como Gran Bretaña, Países Bajos, Israel o Italia, a pesar de ser presentado como “el principal torneo internacional oficial de béisbol, sancionado por la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol (WBSC) y creado por la Major League Baseball (MLB) y la Major League Baseball Players Association (MLBPA)”, no parecía ser algo para ser tomado en cuenta más allá de esa referencia.

Sin embargo, al ver que la novena mexicana ―después de perder en el partido inaugural ante la novena colombiana― fue venciendo a las otras tres novenas de su grupo [Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos], verla clasificar a la siguiente ronda en primer lugar de su grupo y vencer al “trabuco boricua” que, a su vez, había pasado por encima del representativo de República Dominicana, hizo que, como muchos aficionados al “Rey de los deportes” en nuestro país, y como muchos mexicanos y mexicanas no aficionados al beisbol, abrigué la esperanza que la novena mexicana ―entre cuyos jugadores más destacados se puede mencionar a Giovanny Gallegos (Cardenales de San Luis), Patrick Sandoval (Angelinos de Anaheim), Julio Urías (Dodgers de Los Angeles), José Urquidy (Astros de Houston), Taijuan Walker (Filis de Filadelfia), Alejandro Kirk (Azulejos de Toronto), Álex Verdugo (Medias Rojas de Boston) y Randy Arozarena (Mantarayas de Tampa Bay)―, pudiera clasificarse a la final venciendo a la novena de Japón, encabezada por su gran estrella y gran estrella de las Grandes Ligas, Ohtani Shohei.

Después de haber tomado y mantenido una ventaja de tres carreras a cero hasta la séptima entrada, esa posibilidad se veía cercana. En esa misma entrada, se alejó cuando los nipones consiguieron empatar la pizarra, pero en la parte alta de la octavo, renació al conseguir la novena mexicana dos carreras más . Todo ello, para esfumarse en el cierre de la novena entrada, en la que se combinó el excelente bateo de los nipones con un terrible relevo del cerrador estrella de la novena dirigida por Benjamín Gil: Giovanny Gallegos.

De ahí la pertinencia de “un nuevo ‘ya merito’”…

Otra referencia obligada de la semana deportiva es, sin duda, el “Tour Mundial Elite 16” de voleibol de playa, disputado en un escenario más propio para voleibol de sala, el Auditorio Amado Nervo de nuestra ciudad capital.

Interesante el que, de pronto, nuestro estado ―ahora bajo la “marca” “Nuevo Nayarit”― se convierta, de nuevo, en sede de un evento deportivo de clase mundial y que “Tepic” aparezca de pronto en el canal oficial de la Federación Internacional de Voleibol, en los canales del “líder mundial en deportes” y en una de las principales plataformas de “streaming”.

A nivel local, el atractivo principal, radicó en la participación del voleibolista nayarita Juan Virgen, con su nuevo compañero Miguel Sarabia, con quien busca alcanzar una segunda participación olímpica en los Juegos París 2024, clasificación que tendrán que conseguir ya sea ganando el Campeonato Mundial 2023 que se celebrará en Tlaxcala; colocándose entre las 17 parejas con mejores actuaciones entre el 1 de enero de 2023 y el 10 de junio de 2024, o ganando el torneo continental que se celebrará el mes de junio de 2024.

Esperemos que logren su clasificación. Por lo pronto, en este torneo, las parejas representativas de nuestro país, en ambas ramas, quedaron fuera en el Elite 16 celebrado en tierras nayaritas.

Las parejas formadas por Gabriel Cruz y Jorge Barajas en la rama varonil y por Yarey Vidaurrazaga y Esperanza Albarrán se quedaron en la fase preliminar al perder ante las duplas de Austria [Robin Seidl y Moritz Pristauz] y de Estados Unidos [Kristen Nuss y Taryn Kloth]

Las parejas formadas por Angélica Gutiérrez y Cristina Flores y la ya mencionada de Juan Virgen y Miguel Sarabia, al perder los tres partidos que disputaron en sus respectivos grupos, no lograron clasificar a las fases finales.

Finalmente, en la rama femenil se alzaría con el triunfo la pareja norteamericana integrada por Kelly Cheng y Sara Hughes, quienes vencieron en la final a la pareja favorita ―la brasileña, integrada por Eduarda ‘Duda’ Lisboa y Ana Patrícia Ramos― en un tercer set a muerte súbita, mientras, en la rama varonil, la pareja sueca integrada por David Áhman and Jonatan Hellvig sorprendió también al obtener el título derrotando a la pareja noruega integrada por Anders Mol and Christian Sörum, actuales campeones olímpicos y considerada la mejor dupla del mundo, en dos sets.

En el mundo del futbol —poco menos que imprescindible en cualquier panorama deportivo— los torneos dieron paso a la primera fecha FIFA postmundialista, en la que pudimos ser testigos de una lección de tiros libres de Lionel Messi, a quien, finalmente, la afición argentina se entregó sin reserva alguna; constatar la vigencia de Cristiano Ronaldo al portar de nuevo el gafete de capitán y mostrar que su poderío goleador sigue vivo; disfrutar de la exhibición de “Les Bleus” con su nuevo capitán [Kylian Mbappé] al frente…

A nivel nacional, experimentar la inconformidad de la afición ante la limitación evidente en los cambios que se han introducido frente al fracaso del mundial de Catar, tanto en el cuerpo técnico, como en la integración de la selección; una inconformidad que se combinó con las bajas expectativas que despertó “El Tri” en los dos partidos disputados dentro de la Liga de Naciones de la Concacaf en los que, a duras penas, logró calificarse a la ronda final que se disputará en Las Vegas derrotando a Surinam 2-0 y empatando con la oncena jamaiquina [¿jamaicana?], ni más ni menos que en ese “Coloso de Santa Úrsula Acatitla” en el que, en otros tiempos, era imposible contar los goles mexicanos con los dedos de una mano…

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