“Es muy difícil cruzar México para llegar a los Estados Unidos, yo como indocumentado viajo en lo que puedo, agarro aventón en tráiler, tren, carros, porque quiero avanzar y poco a poco llegar hasta los Estados Unidos, voy en busca de trabajo, voy en busca de un poco de dinero para mandarle a mi familia”, explicó el señor Mario Hernández Pérez, quien dijo ser originario de El Salvador.
Al preguntarle si los agentes de migración o los policías del país lo han agredido o intentado extorsionar, Mario Hernández respondió que los gendarmes del gobierno nacional lo han tratado con mucho respeto: “No nos metemos con ellos y ellos no se meten con nosotros, la gente de México es muy buena, nos regalan la moneda, nos regalan un pan, nos dan agua, estamos muy agradecidos con los mexicanos”.
Sin embargo, aseveró que en algunos estados del país existen hombres armados que no son policías, pero no se meten con los indocumentados: “Nosotros vamos de paso, nosotros no nos metemos con nadie, nosotros vamos al norte, nosotros los respetamos a ellos y ellos nos respetan a nosotros”.
Aseguró que hace más de un año, salió de su tierra natal y al cruzar la frontera en caravana, junto con miles de hombres y mujeres de diferentes países permaneció varado durante más de siete meses en el estado de Chiapas, esperando que las autoridades mexicanas le entregaran un documento que le permitiría transitar libremente por todo México: “Pero no nos dieron nada, no nos dieron ningún documento, por eso avanzamos hacia el norte, somos miles de hombres y mujeres los que vamos a los Estados Unidos y pues parece que sí vamos a llegar, cada vez avanzamos más y más y con la ayuda de Dios lo lograremos”.
Cuando le preguntamos por qué abandonó su país de origen, el señor Mario Hernández Pérez, explicó que en El Salvador no hay dinero, ni trabajo: “Allá caminas una brecha, otra brecha y otra brecha y encuentras lo mismo, allá no hay nada. Allá todos los días son iguales, allá no hay nada, siempre es lo mismo y pasan los días, los meses y los años y no hay nada, qué vas hacer allá si te quedas, todos los días te levantas y todos los días encuentras lo mismo, nada”.
A punto del llanto, el señor Mario comentó que en El Salvador dejó a su esposa, a sus hijos, nietos amigos y familiares: “Allá quedaron todos, yo aquí como algo porque la gente de México es noble, me dan un taco, pero mi familia ¿qué comerá allá?, por eso quiero llegar a los Estados Unidos y desde allá mandarle dinero a mi familia, pero no es nada fácil cruzar el país hermano de México, pero si Dios quiere llegaremos y si no tal vez nos quedaremos en el camino”.