La Serpentina | Un ritual más de mil años

La coronación de Carlos III, demuestra que los países avanzados no se han podido quitar el yugo de una tradición que tiene más de mil años y que hoy sólo significa derroche de dinero sin utilidad

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Probablemente ustedes se dieron cuenta de la coronación del que los ingleses llaman rey, cuyo nombre es Carlos III, y que a la muerte de su mamá la señora Isabel II, le tocó ser rey, y aunque usted no lo crea, esto de tener reyes en Inglaterra y cuyo reinado abarcaba todos los territorios en aquellos entonces conquistados por los ingleses, y hoy día, las naciones que componen el reino unido y también países en donde todavía aceptan, la soberanía de un rey o reina en el mundo.

Esta tradición que tiene más de mil años, seguramente a usted le parecerá risible, y no porque el rey sea un payaso, ni mucho menos, incluso según la tradición inglesa el rey es descendiente divino, cuando menos eso se creía hace más de mil años que inició este dominio y se llamó súbditos a todos aquellos pobladores que vivían en regiones dominadas por un imperio.

Los reyes o reinas, le cuestan un dineral al país, su labor es totalmente honoraria y tienen peso moral, pero la gran realidad es que estos sujetos que no tienen nada de divino, reciben de parte del país en donde se consideran soberanos, grandes cantidades de dinero para su manutención, en la vida real, me parece que se han convertido en parásitos, prueba de ellos son por ejemplo las fotos del rey JUAN CARLOS de España, matando elefantes en el continente africano, acompañado de una amante, el propio rey que acaban de coronar en Inglaterra, es acompañado por su ahora esposa, quien fue su amante durante muchos años, mientras vivía la princesa Diana, de quien “su majestad Carlos III”, se divorció por andar de birriondo.

Desde los tiempos del primer rey de Inglaterra la coronación ha ido evolucionando e incorporando nuevos elementos que convierten al nuevo monarca, dicen los ingleses, en el elegido de Dios para reinar sobre el Reino Unido y los estados de la Commonwealth, pero lo repito, imposible que el hoy monarca CARLOS III, pudiera ser elegido de Dios para reinar sobre el reino unido, digo por su historial de no hacer ninguna hazaña que valiera la pena como para que Dios lo considerara su representante.

Si bien el rey Alfredo de Wessex ya empezó a copiar el ritual carolingio de coronación no sería hasta el primer rey de una Inglaterra unificada, su sucesor Athelstan, que encontramos la primera ceremonia de consagración propiamente dicha. En el año 924 este soberano fue ungido por primera vez con aceite sagrado como los antiguos reyes de Israel por el arzobispo de Canterbury, quien luego le impuso una corona como símbolo de su elección por Dios como gobernante de todos los anglosajones.

La ceremonia se celebró en Kingston upon Thames, una ciudad fronteriza entre los reinos de Mercia y Wessex heredados de su padre, en ella el rey juró proteger a sus súbditos y respetar sus leyes, en un pacto recíproco que se ha conservado hasta el día de hoy. El rito sajón no hizo sino aumentar en boato a lo largo de los siglos, en los que se fueron incorporando poco a poco nuevos elementos para reflejar el creciente poder del rey.

La coronación fue trasladada a la Abadía de Westminster en 1066 por el normando Guillermo el Conquistador, quien como monarca extranjero quiso dar una cierta legitimidad a su reinado celebrando el rito en la misma iglesia donde se encontraba la tumba de Eduardo el Confesor, un rey inglés de quien decía haber recibido el trono en testamento. Sus sucesores mantuvieron esta tradición, convirtiendo así a Westminster en la iglesia de coronación de los reyes ingleses

Poco a poco el ritual se fue transformando para reflejar la creciente independencia y osadía de los reyes, que adoptaron atributos imperiales como el palio y la capa púrpura en sus ceremonias, un proceso que culminó con la escisión del Catolicismo, la creación de la Iglesia de Inglaterra y la misa en inglés a partir del siglo XVI.

La ceremonia como la conocemos hoy quedó establecida en 1377 en el Liber Regalis, un manuscrito bellamente iluminado en el que se detallaba el proceso de coronación de Ricardo II, una liturgia que salvo algunos cambios es idéntica a la actual.

La unción con aceite sagrado era el momento más profundo de la ceremonia, bajo un palio sostenido por cuatro caballeros de la Jarretera el soberano era ungido por el arzobispo de Canterbury en el pecho, las manos, la espalda y la cabeza mientras el coro entonaba el himno Zadok the Priest, introducido en el año 973 y hoy cantado en una versión de Händel de 1727.

Convertido ya en el vicario de Cristo en la tierra el rey era vestido con una túnica de oro, sandalias con espuela, y recibía los atributos de realeza; a saber: la espada de estado signo de su función de juez y guerrero de la fe, los cetros con cruz y paloma símbolo de su pacto con Dios y el orbe que significaba su poder sobre el reino. Finalmente, el arzobispo le ponía en la cabeza la corona de san Eduardo, una reliquia de los tiempos del Confesor que tuvo que sustituirse por un diseño más moderno en 1661 cuando Oliver Cromwell destruyó las joyas de la corona tras acabar temporalmente con la monarquía en la guerra civil.

De las joyas que se usan y que se le otorgan al monarca, sólo les diré que por ejemplo entre estas riquezas existe un diamante que es al parecer el más caro del mundo, también están las cinco espadas son la del Estado, la de la Justicia Temporal, la de la Justicia Espiritual, la de la Clemencia (también llamada Curtana) y la Espada Enjoyada de la Ofrenda. Durante la procesión se llevan desenvainadas y apuntando hacia arriba. Cada una tiene un significado preciso, todo esto de oro del más valioso kilate, anilos, espuelas de oro, cetros de oro puro, y muchas fantasías más, en un mundo libre…hasta mañana

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