Por Ernesto Acero C.
Los resultados electorales registrados en las entidades de Coahuila y Estado de México, son interesantes. Lo son porque pueden ser la base para un cuidadoso análisis de prospectiva. Resultados dignos de análisis no solamente para lo que vamos a ver en las elecciones presidenciales del próximo año, sino para lo que vamos a ver en nuestra elección concurrente.
En ambos estados, los datos básicos de la elección para gobernador(a) son el punto de partida. En el estado de Coahuila, la alianza PRI-PAN-PRD obtiene el 57 por ciento de los votos. El segundo lugar lo ocupa el candidato de Morena, con un 21.5 por ciento de los sufragios. El tercer lugar lo ocupa el candidato del PT con un 13.31 por ciento. El candidato del verde obtuvo en una minialianza, el 5.9 por ciento de las preferencias electorales. Ni juntos podrían haber ganado al candidato del PRI-PAN-PRD, en un estado en el que PRI O y PAN son los que “arriman” votos.
La otra entidad federativa que realizó un proceso electoral, fue el Estado de México. Ahí se definieron dos alianzas. Una encabezada por el PRI, al lado del PAN, el PRD y Nueva Alianza; este conjunto de siglas obtuvo el 44.34 por ciento de los votos. La otra alianza la conformaron el PT y el Verde encabezados por Morena: esta alineación obtuvo el 52.66 por ciento de la votación.
En el estado de Coahuila, la Lista Nominal quedó integrada por 2 millones 377 mil 934 personas. Concurrió a las urnas el 56.35 por ciento de los coahuilenses con derecho a votar. Aquí gana el PRI con 741 mil 731 votos aliados.
La Lista Nominal para el Estado de México, asciende a los 12 millones 739 mil 629 electores. Aquí, la participación ciudadana fue del orden del del 50 por ciento. En este caso, gana Morena con 3 millones 272 mil 106 sufragios asociados.
Un primer vistazo nos deja claro que lo que se puede esperar el próximo año, es que Morena logre ganar en la mayor parte del territorio nacional. Son dos gubernaturas las que estuvieron en juego, pero una de ellas es la joya de la corona, la del Estado de México, la entidad federativa con más electores, el estado más poblado de la república.
El gran ausente en este caso se convierte en un favor que eleva los niveles de incertidumbre. Me refiero a Movimiento Ciudadano, que abandonó la escena electoral de las dos entidades, con el argumento de que el PRI y Morena ya se habrían puesto de acuerdo. Los resultados parecen fortalecer lo expresado por la representación de MC.
Si se reconoce el valor de lo manifestado por MC, luego entonces el sistema electoral no vale un comino. Si a MC le asiste la razón al abandonar las contiendas locales de Coahuila y del Estado de México, la institucionalidad del sistema electoral, en su totalidad, queda en vilo. Los integrantes del sistema electoral ni siquiera la vieron venir y jamás se percataron por donde saltó la liebre.
La anterior es una primera lección y no es poca cosa, pues nos confirma la necesidad de una profunda, vasta reforma electoral, de una vasta y profunda reforma del poder. No obstante, las cosas no se quedan ahí. Los posicionamientos de algunos actores robustecen la tesis de la transformación del sistema electoral.
Para una corriente de opinión, en Coahuila se registró una elección del Estado. Se asegura que en Coahuila el gobierno priista tiró la casa por la ventana, para conservar la gubernatura de la entidad. Otros aseguran que fue en Estado de México fue donde se habría registrado una elección de Estado y la capitulación del gobernador de esa entidad.
Quienes ven en la designación de embajadores, una señal de “entrega de plaza” al gobierno de López Obrador, en el fondo no creen en el sistema electoral. No extrañan las críticas de quienes ya de por sí son declarados promotores de la reforma en la materia. A fin de cuentas, el fantasma del “sospechosismo” gravita sobre todo el sistema electoral.
En ese plano, en el de la sucesión presidencial, los resultados para el próximo año parecen previsibles: Morena tiene las mayores probabilidades de ganar. Lo que está por verse es el número de diputaciones y escaños en el Senado que podría obtener. Con la presencia de sus aliados y con las condiciones actuales de asignación de curules derivadas de la reforma electoral de 2014, podría ser que lograse el objetivo planteado por López Obrador.
Por lo que corresponde a las elecciones locales, en Nayarit, es de esperar un proceso en extremo complejo. Debemos tener en cuenta que el próximo año, las elecciones locales serán concurrentes con la elección presidencial. Sobre tal base, en el estado se votará para Presidente(a) de la República, para Senadores(as) y Diputados(as) Federales, así como para Diputados(as) locales, fórmulas de Presidente(a)-Síndico(a) y para regidurías. Cada ciudadano asistirá a las urnas y deberá marcar seis boletas electorales, una para cada caso.
Por otra parte, y hasta ahora, solamente Morena y aliados representan una propuesta concreta para los ciudadanos. Los partidos de oposición (contrarios a Morena y aliados), sencillamente no parecen tener una propuesta alternativa. Hasta ahora, la oposición parece mostrarse sistemáticamente contrario a todo lo que promueva Morena y aliados. Estamos ante una oposición muda y a la vez estridente, atónita, sistemática. Lo anterior, aplica en el plano local y en el nacional; eso en el mejor de los casos.
Los actores parecen prepararse para aprovechar el proceso electoral que se avecina. En Nayarit, los actores ya empiezan a mostrar su poder de convocatoria. La marcha en defensa de los derechos sociales es una muestra de poder de convocatoria y de reiteración de una legitimidad ganada contra viento y marea.
La manifestación en defensa de los derechos sociales pintará una raya entre los que desean conservar sus privilegios y entre quienes desean que los derechos sean para bien de todos. Como el mismo Gobernador Navarro lo plantea: “Hoy tenemos que pensar en una herencia social, hoy no tenemos que generar una conciencia personal, sino una conciencia social”. Este es el elemento subyacente entre propuestas que estarán en juego en el futuro cercano.