Siempre pensé que era acertado decirle a Juan para que entendiera Pedro. Se basa en el poder del aprendizaje vicario, que no es otra cosa que aprender en cabeza ajena, ahorrándose las consecuencias de determinadas conductas o evitando la resistencia a aceptar los propios errores. Un niño no necesitará meter la mano a la parrilla para aprender por sí mismo que es algo que debe evitar; basta que observe a los demás. Después de probar varias formas de decirlo, a Juan para que entienda a Pedro, a Pedro para que entienda Pedro o a Juan para que entienda Juan, he llegado a la conclusión que nada sirve. Que casi nadie quiere entender, por cinismo o por sordera selectiva. Así que es como bañar a un burro, se desperdicia el jabón y el tiempo.