Muñoz Ledo y el país de “sólo mis chicharrones truenan”

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Por Salvador Cosío Gaona

“De ninguna manera acallarán mi voz. Están equivocados”, fueron las últimas palabras que dijo Porfirio Muñoz Ledo desde la tribuna de la Cámara de Diputados, eso sucedió el 22 de abril de 2021; poco más de dos años después, el cuerpo del político regresó a la que consideró su casa: el pleno legislativo, para recibir un homenaje póstumo.

 Don Porfirio Muñoz Ledo, a quien tuve el privilegio de conocer, falleció el domingo 9 de julio a los 89 años, pero ayer volvió a acaparar la sesión del recinto legislativo y, en su memoria, no bastaron un minuto de silencio, ni el Himno Nacional ni el minuto de aplausos para reconocerle: hubo discursos y recuerdos de críticas que aún calan en Morena y en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, hombre al que acompañó a asumir la Presidencia de la República.

 Hay que recordar que Muñoz Ledo fue parte de aquella rebelión que marcó la primera gran fractura del PRI cuando en el año 1987 se formó el entonces Frente Democrático Nacional, que dio por resultado la creación de la corriente crítica del PRI en la cual junto con Rodolfo Gonzalez Guevara, Alfonso Guerra, Francisco Fernández Ordóñez, Javier Solana, Rosa Conde, y sobre todo Cuauhtémoc Cárdenas, forjaron lo que hoy es el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que llegó a tener una importantísima presencia en el ámbito político nacional.

 Muñoz Ledo irrumpe habiendo sido presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI buscando como en su tiempo lo hizo Carlos Sansores Pérez, modernizar el aparato burocrático político del ‘partidazo’ desafiando la idea presidencial del monopartido que debía de imperar cual lo hacían las anti democracias orientales y de otros países que buscaban imponer al partido de estado como el hegemónico en la vida política de la nación. 

 Porfirio decide emigrar en la corriente crítica formando el PRD instituto político al que llevó a sus mejores momentos junto con Cárdenas, González Guevara y otros mexicanos de izquierda o de centro izquierda que abrazaron la idea de que el país no podía continuar como estaba.

 Tuvo después que seguir adelante; le tocó presidir el PRD y se unió a quien fue su compañero militante del PRI y hoy presidente Andrés Manuel López Obrador para surcar hacia a lo que es hoy la llamada Cuarta Transformación (4T) como la ha llamado el presidente de la República en su ánimo de perpetuarse.

 De hecho fue Don Porfirio, quien como factor pilar ayudó a llegar a López Obrador hasta a donde hoy está, pero siendo quien le impuso la banda presidencial en su calidad de presidente de la Cámara de Diputados, al poco tiempo de tener a Andrés en la presidencia de la República reconoció su error y empezó a generarse en él el sentido crítico que le caracterizó siempre; señalando los errores, hablando del entreguismo del presidente y su gobierno hacia el hampa, el populismo, la antidemocracia, y todos los vicios que ya conocemos de la famosa 4T, llegando a apartarse totalmente de ella y convertirse en un analista del movimiento para corregir el rumbo y llevar a México a una ruta mejor de la que trazó y está llevando a cabo el mandatario mexicano.

 En el homenaje-sesión de ayer, los partidos de oposición lo arroparon como un militante propio y Morena y su líder parlamentario, Ignacio Mier, aceptó: “con sus ideas fue posible la revolución sin armas de 1988. Fue un auténtico líder parlamentario y presidente de la Mesa Directiva en momentos claves para la democracia mexicana”.

 En abril del 2021 Muñoz Ledo vislumbró desde su curul que sus años como legislador –seis como senador, nueve como diputado federal en tres legislaturas y un año como constituyente de la Ciudad de México– llegaban a su fin, denunció que se le impidió la reelección: “se me está acortando mi vida parlamentaria (…) se me empezó a querer acorralar dentro de mi propia bancada”, acusó en ese momento.

 Pero antes se había apoderado de la tribuna y dictó cátedra sobre división de poderes y autonomía del Poder Judicial, contó anécdotas, bromeó y redefinió: México se caracteriza por “ser machista, ser autoritario, ser centralista, ser discriminatorio y ser chicharronista. ¡Este es el país de sólo mis chicharrones truenan¡”, declaró al censurar el control presidencial sobre Morena.

 El debate de esa fecha fue nocturno y los escasos minutos del reloj parlamentario los estiró a casi hora y media y pidió tiempo para estirar las piernas, “estoy dispuesto a amanecer”, amagó. Pero esa vez perdió la votación ante su partido Morena y sus aliados, a quienes había pedido no actuar como “rebaño” pero aprobaron la extensión de mandato del expresidente de la Corte, Arturo Zaldívar, lo que a la postre no se concretó.

En esa ocasión puso a su bancada contra la pared “este es un patético proyecto”, les dijo ”¡O nos vamos hacia la democracia o nos vamos al autoritarismo!”.

 Este lunes 10 de julio, en ausencia, Muñoz ledo volvió a ser el centro de atención y a ganar el debate: todas las bancadas, incluida la de su partido, que lo marginó de la tribuna legislativa; los diputados morenistas le dieron la razón: “hoy es un día triste para el Congreso mexicano” declaró Mier Velazco, a quien Muñoz Ledo dirigió sus últimos mensajes en tribuna.

“Más allá de diferencias, de coyunturas y de intereses, el Congreso representa la pluralidad y diversidad de nuestro pueblo. Nadie como Porfirio entendió esta circunstancia y actuó en consecuencia”, declaró el diputado morenista, “Nachito”, para Muñoz Ledo.

 Fue un hombre “multidimensional”, le llamó su viejo amigo Augusto Gómez Villanueva, diputado del PRI al lamentar que hoy en momentos difíciles que vive el país “se requiere de su talento, de su imagen, de su capacidad, de su experiencia” dijo al asegurar que el político le pidió restablecer su óleo en el Salón de presidentes del PRI.

 Muñoz Ledo fue un visionario que “abrazó causas vanguardistas”, recordó la diputada de Movimiento Ciudadano, Amalia García, quien como dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) tuvo el apoyo del político para abrir a ese partido a las cuotas de género, hace 20 años.

 “Un mexicano completo” dijo el panista Elías Lixa: “político de mente lúcida, férreo defensor de la separación de poderes, persistente y perseverante en su lucha por la transición democrática. Parlamentario de avanzada, interlocutor insaciable, ciudadano distinguido, mexicano completo, exponente de que el buen diálogo es el que agota las discrepancias, antes de agotar a sus interlocutores; hombre libre y probado”.

 “Se va el hombre, el ser humano, pero permanecen sus obras y su legado: múltiples instituciones, reformas legislativas, acciones, decisiones políticas y logros que obtuvo para apuntalar, para afianzar nuestra República”, dijo del fallecido Santiago Creel Mirada, presidente de la mesa directiva de la Cámara.

 Como todo buen personaje brillante, Muñoz Ledo tenía altibajos en su estado emocional; me tocó disfrutarlo, tener muy placenteras charlas con él degustando  una o varias copas de excelente vino tinto del cual era un conocedor, así como de los quesos y la fina charcutería; tuve pues la oportunidad de tratarlo mucho en este ambiente cordial de camaradería, de diálogo, de discusión y análisis.

 En alguna de sus visitas a España cuando yo estaba realizando estudios de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, y él acudía invitado por el entonces embajador González Guevara, me tocaba atenderlo y llevarlo a algunos eventos como charlas o reuniones a la fundación Pablo Iglesias con personajes como Felipe González, Alfonso Guerra, Francisco Fernandez Ordóñez, Javier Solana, y Rosa Conde, entre otros a quienes tuve la oportunidad de conocer por mediación suya y de don Rodolfo González Guevara y también pasar momentos a solas con él dialogando sobre el mundo; era un gran conocedor sobre la cuestión internacional y sobre México y su perspectiva como pilar del desarrollo de su liderazgo en Iberoamérica. Veía a México como una potencia sobre la cual un régimen de centro con cierto recargamiento hacia la izquierda podría llevar a cabo un gran impulso, pero también era un hombre que gustaba de encuadrar en la pluralidad y sobre todo compartíamos en ese momento durante mucho tiempo que platicamos tanto en España como en México y Guadalajara nuestra visión de que el país debería avanzar hacia a una conectada convivencia plural ideológica sobre todo con la máxima participación ciudadana en las decisiones políticas, económicas y sociales de la nación.

 No me jacté ni lo hago, de haber sido su gran amigo pero sí de haber tenido su amistad, su consejo, su siempre agradable charla dándome luz y por eso lo recuerdo con enorme gratitud.

 Por lo que hizo y legó a México, Don Porfirio Muñoz Ledo, tiene un lugar garantizado en las páginas de la historia de nuestro país. 

 *Con información de Expansión política 

 Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1 

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