Pues no. Tepic es indígena y Compostela, española. Tepic se asentaba a un lado del río; Compostela, más arriba. Eran vecinas. Los primeros pobladores de Tepic se remontan al periodo de los años 650 a 1000. Compostela se funda el 25 de julio de 1532. Como otros asentamientos de época, es una ciudad nómada (término estudiado por Alain Musset) que se fue moviendo a su actual ubicación. La migración concluye en 1540, sin nueva fundación de la ciudad ni de sus instituciones, como el Cabildo.

La historia que conocimos era otra: En noviembre de 1531 Nuño Beltrán de Guzmán fundó en Tepic la Villa del Espíritu Santo de la Mayor España. Por orden real de Juana La Loca, la capital de Nueva Galicia se fundó con el nombre de Santiago de Compostela el 25 de julio de 1532. En 1540 se cambió a la actual Compostela.

Pues no. Sucede que ésa fue una narración alentada por el gobierno en turno que quería darle una identidad al estado naciente y a su capital. Cercanos a los gobernantes, los historiadores y cronistas de las décadas de 1940 y 1950, entusiastas y respetables, pero no académicos profesionales de la historia y sus métodos formales, se basaron en fuentes no confiables ahora para dar fecha precisa a la fundación hispánica de Tepic.

Nuevas investigaciones y jóvenes profesionales han empezado a desmontar leyendas y mitos. Uno de ellos es Rodolfo Medina Gutiérrez, de apenas 31 años, con licenciaturas en ciencias políticas e historia.

Es a él, con base en revisión a fondo de documentos conservados en Sevilla y México, a quien no le cabe duda de que Tepic y Compostela nunca han sido la misma cosa. Tepic es una antigua población indígena y Compostela una ciudad nómada que caminó hacia el sur, de donde por cierto es originario.

Irónico, el historiador se pregunta qué le pasa a una ciudad que muestra en murales y en todos los medios coloridos diseños wirráricas, cambia nombre de parques por vocablos de pueblos originarios y construye un gran mercado de artesanías: “Es contradictorio que  reniegue, desconozca y sepulte en 491 años de desprecio y olvido a su república indígena originaria constituida por el grupo étnico tecualme; y todo porque a algunos intelectuales del siglo pasado que tenían cercanía con el poder, se les hizo fácil basarse en la bonita descripción de fray Antonio Tello, una fuente poco fiable para los investigadores actuales, en torno a la fundación de Compostela”.

Ayer por la tarde, en la víspera del 491 aniversario fundacional, ya había en el ambiente de la “señorial e histórica ciudad…” el olor de los inciensos de la pontifical misa y de las especias de las barbacoas que se cocinaban para el festejo. En la casa municipal, Medina Gutiérrez presentó, en coautoría con José Luis Cervantes Cortés,  el libro La Fundación de la Ciudad de Santiago de Compostela de la Nueva Galicia, Nuevas Aproximaciones.

Asistieron devotos de Santiago Apóstol, intelectuales, historiadores profesionales, historiadores aficionados y algunos curiosos y ávidos, como el enviado de Meridiano de Nayarit, de lo que pudiera decirse para echar por tierra la historia oficial que hace a Tepic la madre de todos los atributos.

El autor llama la atención al hecho de que a lo largo del siglo XX no hubo reflexión sobre la veracidad de los datos de la fundación de Tepic, “porque el principal objetivo de la propuesta era darle a la capital del estado una fecha de origen. El cuestionamiento surgido por la consulta de fuentes primarias resguardadas en acervos de España y nuestro país desde hace aproximadamente una década, evidenció el error de la consulta sustentada en las crónicas de Tello, y las conclusiones positivistas e historicistas de Pérez Verdía, Páez Brotchie, López Portillo, Dávila Garibi y compañía, que también influyeron en establecer erróneamente la fundación de Guadalajara en 14 de febrero de 1542, cuando en realidad fue establecida en 1532 por la zona de Nochistlán”.

Abunda en detalles y evidencias de su dicho: “Aunque algunas fuentes pudieran sugerir que Tepic y Compostela formaron una misma población, existen diferentes testimonios documentales que exponen claramente como la población española de Compostela y la indígena de Tepic, conservaron todo el tiempo sus propios asentamientos. Prueba de ello, es que los tepiqueños ayudaron a la conquista de Chiametla y Culiacán; tal como lo muestran en una carta de méritos y servicios que los caciques y principales de dicha república escribieron al rey para pedir privilegios similares a los de Tlaxcala; documento donde para nada mencionan relación alguna con Compostela; también el hecho de que entre 1531 y 1537 Nuño de Guzmán era encomendero de Tepic; e incluso dicha encomienda seguía siendo administrada por Francisco de Godoy en 1537, cuando Guzmán ya había sido arrestado en México, así como los reportes que la ciudad de Compostela enviaba a la corona para exponer los ataques de los huaynamotas, que mataban a muchos indios de Tepic, cuyo asentamiento servía de escudo a Compostela contra estos ataques, y también las declaraciones del cacique de Tepic, que se negó a unirse a la gran rebelión del Mixtón a finales de 1539 y 1540, a pesar de ser visitado por representantes de otros altépetl para atacar a los españoles de Compostela. El Tepic de indios tecualmes nunca desapareció, y durante la estancia de Compostela en el valle de Matatipac coexistía bajo una dinámica similar a la que, en la actualidad, muestran pueblos como Jala y Jomulco, separados por poca distancia. Es a partir del año 1548 o 1549 cuando la población de Tepic es congregada junto a los habitantes de Matatipac, Analco, Acayapan y otros pueblos de la zona en el sitio donde actualmente está el centro histórico de la capital nayarita. El vecino pueblo de Xalisco; y otras poblaciones locales como Mecatán, Santiago, Zapotanito, Mazatán (entre otras) experimentan el mismo proceso de reconcentración y congregación por las nuevas disposiciones administrativas de la Real Audiencia. Como se puede inferir, el proceso de organización territorial es más complejo que el de decidir cuál fecha da inicio a un pueblo o lugar.”

Cae como limón en una llaga sangrante en el orgullo de los tepiqueños y sus leyendas el señalamiento de que Tepic tiene una aguda, prolongada y evidente crisis identitaria. No tiene festividad religiosa propia, mucho menos fundacional: “Los 25 de julio en Tepic pasan desapercibidos por la población; y sólo las instituciones locales intentan, sin éxito, despertar el interés por una fecha que no le corresponde a los tepiqueños, a través de actividades que varían cada año, sin ningún fondo. Ni el obispo ofrece una misa al respecto, pues prefiere celebrar una misa pontifical en Compostela ese día, donde la fiesta es grande y con sentido popular e institucional. Debemos encontrar en la reflexión en torno al pasado de Tepic, fechas que le den lustre a nuestra ciudad capital, no forzar ni alternar una inexistente fundación con Compostela.”

El egresado de las universidades Autónoma de Nayarit y Autónoma de Zacatecas, Rodolfo Medina Gutiérrez, lamenta que Nayarit caiga en la contradicción de mostrarse tan orgulloso de su pasado, tan amante de sus tradiciones, tan fanático de sus pueblos originarios, y sea el único estado del país que no cuenta con una licenciatura en historia, mucho menos un posgrado u otros espacios que incentiven el trabajo formal en la materia.

Para concluir habla de la fundación de julio de 1532 por orden de Isabel de Avís  y no de la reina Juana la Loca, como nos hicieron creer algunos maestros de primaria y secundaria. Pero esa es otra historia.

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