La Serpentina | El hiperindividualismo

El hiperindividualismo se trata de un fenómeno por el cual una persona se aísla de la sociedad hasta el punto de no sentirse identificada con ningún grupo cultural o religioso, entre otros.

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Mañana es sábado y fin de semana, así que le pararé de hablar de política y políticos,  para tocar un asunto que un colega de nombre Alvaro Rattinger, que escribe en la revista llamada Merca 2, tocó, titulándolo El hiperindividualismo, el puro nombre de la columna, ya puede darles una idea de lo que trata, y que es el individualismo al máximo nivel, es decir el yoyo como premisa, como principio, yo y nada más que yo, lo demás y los demás, pueden esperar, este tipo de conducta se está convirtiendo en uno de los más grandes problemas de la actualidad.

El dice que el hiperindividualismo que sufre la sociedad, es una corriente de entitlement o, en español, “sentido de derecho” que se ha adueñado de las personas. Ejemplos abundan: pasajeros que destruyen computadoras en el aeropuerto porque no recibieron el servicio que sienten que merecen por derecho o consumidoras que arrojan una hamburguesa porque no cumple con los estándares. Lamentablemente, los peores ejemplos de este sentido de derecho se dan con mujeres; el fenómeno “Karen” en la Unión Americana está bastante documentado. Pero estoy seguro de que ejemplos de hombres abundan por igual; tal vez simplemente hemos tenido suerte de no ser grabados con tanta frecuencia.

Yo agrego a los ejemplos dichos por Rattinger, uno más reciente y que ocurrió en nuestro país, concretamente en el estado de San Luis Potosí, con aquel loco energúmeno de nombre FERNANDO MEDINA, alias el Tiburón, un tipo que practicaba el boxeo, la lucha libre y las artes marciales y que descargó la furia creada por su hiperindividualismo en un indefenso empleado de 15 años de edad que laboraba en el subway, y cuyo único delito fue pedirle al tal Tiburón que por favor hiciera fila para que lo atendieran, sugerencia que motivó el enojo al máximo del enfermizo Tiburón, quien molió literalmente a golpes al joven menor de edad, a grado tal que quedó inconsciente y sufrió inflamación del cráneo.

El hiperindividualismo se trata de un fenómeno por el cual una persona se aísla de la sociedad hasta el punto de no sentirse identificada con ningún grupo cultural o religioso, entre otros. Por ejemplo, define a la situación en la que alguien se aísla tanto que siente no encajar en ningún grupo de amigos, compañeros de trabajo o corriente política o cultural.

Hasta ahora siempre se había hablado de esta línea invisible de la tecnología que nos lleva a establecer relaciones a distancia, en lugar de cara a cara. Sin embargo, la preocupación va en aumento, y este término define ya a una independencia excesiva, o lo que es lo mismo, a una tendencia cada vez más común que parece alejarnos más y más de las personas. Una causa que deteriora nuestras relaciones sociales y que interrumpe y modifica tanto nuestras emociones como las actividades de nuestro día a día.

Messenger, cuando era de Microsoft, nos permitía conectarnos e intercambiar mensajes en tiempo real, sin necesidad de vernos. Después vinieron las redes sociales: My Space, Tuenti, Facebook, Fotolog y un sinfín de nombres que hoy continúan sumando usuarios, como Instagram y Whatsapp, que no hacen más que aumentar sus funciones para que estemos cada vez más conectados. Sin embargo, a pesar de esta hiperconectividad los datos alarman sobre el uso de las mismas: cada vez somos más dependientes de las aplicaciones digitales.

Internet cuenta con 1,9% de usuarios más que el año anterior, o lo que es lo mismo, 64,4 % de personas en el mundo tienen acceso a la red. De ellos, según el mismo informe, el 92,3% hace uso de las redes sociales

Los datos son claros, pero el análisis bajado a la realidad lo es todavía más. Si pensamos en las personas que nos rodean que usan a diario las aplicaciones, podemos confirmarlo. De redes sociales como Facebook, Instagram, Tinder o TikTok, a plataformas como Uber, Glovo, Spotify, o, incluso, aquellas que cuentan nuestros pasos cada día o nos ofrecen servicios de banca digital a distancia. Ya no llamamos a ningún amigo ni familiar para que venga a recogernos al aeropuerto cuando llegamos de un viaje, tampoco bajamos al supermercado para hacer la compra. No vamos a la tienda de nuestra compañía telefónica para solucionar un problema con la factura de nuestro teléfono móvil, ni, mucho menos, recurrimos a enciclopedias o bibliotecas para buscar información. Lo queremos todo rápido y solo los más analógicos se resisten a someterse al paso del tiempo.

El problema con el hiperindividualismo es que no favorece —por definición— a la comunidad. Tampoco promueve una parte importante de cualquier país: la democracia. Si cada persona ve por sus intereses por encima de todo lo demás, las estructuras sociales y contratos sociales se debilitan rápidamente. Otro ejemplo es el matrimonio: si cada persona privilegia su bienestar, la pareja toma un lugar secundario en la vida de las personas.

Si bien la tecnología nos ofrece la ventaja de la inmediatez y nos facilita la vida, al mismo tiempo y aunque pueda parecer paradójico, nos aleja de la interacción humana. En un momento en el que tenemos todas las facilidades para permanecer en contacto con las personas que más queremos e, incluso, con las que no, en lugar de recurrir a estos nuevos avances como un apoyo y una extensión de nuestras relaciones, lo que estamos haciendo es, precisamente, todo lo contrario: hiperindividualizarnos…hasta el lunes

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