Por Rafael Pérez Cárdenas*
Una mujer trabajadora, que estaba de pie desde la madrugada y hasta muy avanzada la noche, la recuerdo así desde antes que yo me diera cuenta de mi existencia allá por los años 1958, en que inicié ir a misa de ocho de la mañana en la Catedral de Tepic, los domingos con mis padres y hermanos. Siempre al regresar a casa, ella ya estaba instalando su tijera y su tendido de venta de periódicos y revistas de todo género, así como las historietas o cuentitos que circulaban en ese entonces.
Algún día le pregunté a mi padre por qué le tenia tantas deferencias y me platicó que ella había iniciado casi desde niña a trabajar en el periódico El Nayar y que mi abuela Macaria le pidió a mi padre y a mi tío Toño Pérez Cisneros le ayudaran con el presidente municipal Alberto Medina Muñoz, con la expedición de un permiso para vender revistas y periódicos, lo cual obtuvieron y mi padre, don Miguel, le empezó a surtir de las publicaciones que él distribuía en Tepic.
Tuvo dos hijos, Rafael Mota Murillo e Ignacio Palacios Murillo, que fueron como para toda madre sus más grandes amores, por los que trabajaba todo el día. Ella decía que las revistas y los periódicos eran lo mejor que le había pasado en la vida, tenía una larga fila de apartados para sus clientes, a quienes buscaba e informaba que ya les tenía su publicación. Después se mudó a un costado del río Mololoa, también vendiendo publicaciones y algo de dulcería.
Poco a poco el tiempo le fue ganando la partida, pero nunca dejo de ser AURORA, la Señora de las revistas y periódicos del BOLA DE ORO.
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*Notario público