Por Ernesto Acero C.

El proceso electoral de 2024 sigue en curso. Los resultados de la elección presidencial son previsibles. Las interrogantes podrían enfocarse a dos cuestiones fundamentales. ¿Cuáles son las siglas que van a sobrevivir la prueba de las urnas?, ¿qué es lo que podría ocurrir en el caso de la integración del Poder Legislativo?

En el caso del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el activismo interno, parecería que lo debilita. Para que Morena mantenga o vea crecer su presencia electoral el próximo año, requiere mantener su fortaleza interna. Para que ocurra eso, deberá construir   equilibrios que mantengan la cohesión interna.

Para que Morena se presente a las elecciones de 2024 con un solo frente, se requiere de un liderazgo que sume a todos. Para que se sume a todos, se requiere tomar en cuenta a todos, evitando exclusiones y a la vez, no cediendo a la lógica del reparto del pastel.

Morena es el partido con menos años de presencia en el escenario electoral. No obstante, su presencia resulta arrolladora. Esa presencia podría incrementarse el próximo año, eso si logra evitar al máximo posibles fracturas. Mantener su cohesión interna es clave en los resultados, aunque parecería que Morena está en condiciones de soportar hasta una catástrofe en ese terreno.

El partido de mayor edad en la escena electoral, es Acción Nacional (PAN). Ha tenido sus épocas de gloria y logró llegar a la presidencia de la República. Antes del 2000, cuando el PAN arribó a la Presidencia, obtuvo favorables resultados electorales en varias gubernaturas, pero de dudosa reputación.

Ahora, en su carrera a las elecciones de 2024, se ha aliado con los dos acrónimos que supuestamente eran sus archienemigos, el PRD y el PRI. En ocasiones anteriores, donde el PAN y el PRD se aliaron, quien salió ganando fue el PAN.

Lo que resulta de mayor relevancia en el caso que nos ocupa, es que el PAN ya arribó a la presidencia de la República abanderando el reclamo por los cambios. La promesa de cambio, que llevó a Vicente Fox a la presidencia, resultó una doble traición: traicionó su promesa y traicionó a su aliado. El cambio prometido en 2000, se convirtió traición a la democracia en las elecciones de 2006. Ese año se impuso a Felipe Calderón, aliándose con el diablo, mediante la inyección de incalculables cantidades de dinero y de una estrategia dirigida a demoler la ventaja de Andrés Manuel López Obrador. El PRI fue derrotado en el 2006 como consecuencia del pésimo liderazgo del candidato presidencial priista de ese año, Roberto Madrazo.

El PRI, en la actual coyuntura, infantilmente ha cedido terreno a otras fuerzas. En algunas ocasiones lo ha hecho por errores de cálculo y en otras con la esperanza de no desaparecer. Ahora, siendo el PRI miembro de la Internacional Socialista (cosa que no conoce la mayoría de sus militantes y simpatizantes), se ha aliado con el PAN.

Para el PRI, la alianza con el PAN es nociva, es lasciva. La alianza del PRI con el PRD, es inútil. El PAN le quita presencia electoral al PRI. El PRD busca mantener sui registro por el peor camino. Al PRI le convenía más irse por la libre y reagrupar fuerzas, que aliarse con su matancero.

Para el PRD quedan escasas expectativas. Desde el momento en el que se alió con el PAN, cedió todo lo que pudo haber logrado. Cuando el PRD se entregó a los brazos del PAN, prácticamente ya iba muerto. El PRD ahora le apuesta a una campaña contra el que fue su candidato presidencial en dos ocasiones (2006 y 2012). El PRD se convirtió en resumidero de inmoralidades y de la peor versión de lo que antes criticó.

El PVM ha mantenido una política de alianzas flexible, lo que le ha dado buenos resultados. Su alianza con el PAN en el 2000, le redituó un fracaso con su socio. No obstante, la traición de la que fue objeto por parte del panista Vicente Fox, lo llevó a aliarse con otras fuerzas que le reconocieron presencia en algunas regiones. El Verde ahora va montado en el tren de Morena.

El Partido del Trabajo (PT) ha estado en la frontera de la derrota total, hasta de perder su registro. Su alianza con López Obrador no es reciente. Ese apoyo le ha inyectado vitalidad y lo ha mantenido presente en el escenario electoral y lo ha hecho crecer.

Por su parte, Movimiento Ciudadano (MC) ha logrado crecer, aunque las embestidas de PRI-PAN llevan la intención de frenarlo o desaparecerlo. A MC se le ha criticado por irse al margen de alianzas en diversas elecciones. No obstante, MC mantiene su tendencia al crecimiento por la presencia de fuerzas que se retiran de la órbita de otras siglas. Sobre todo, MC ha logrado mantener su identidad, lo que lo convierte en fuerte tercero en discordia.

En el escenario se observa un PAN que traicionó promesas y puso la Iglesia en manos de Lutero, la Seguridad Pública en manos de García Luna, (hoy tras las rejas en los Estados Unidos). Se observa en el horizonte a un PRI sujeto a la lógica de la caída libre. ¿El PRD?, se lo acabaron los fariseos de la “izquierda”.

¿Cuáles son otras dudas para 2024? Son dos. Primera: ¿con cuanta ventaja ganará Morena la Presidencia de la República? Segunda: en 2024, ¿con cuántas curules logrará Morena encabezar una mayoría aliada?

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