Por Salvador Cosío Gaona
Tal como mencionaba en la primera parte de este serial, es de subrayar que el presidente Andrés Manuel López Obrador incurrió en una serie de contradicciones durante la gira por Sudamérica, particularmente llamó la atención su presencia en Chile para participar en la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en contra del presidente Salvador Allende por parte del Ejército liderado por Augusto Pinochet, siendo que criticó enérgicamente al general, olvidando por un momento que entre sus mejores amigos se encuentran dictadores como Miguel Díaz-Canel de Cuba, Nicolás Maduro de Venezuela, y Daniel Ortega de Nicaragua.
Y de aquel episodio que se convirtió en un parteaguas, y que, a 50 años de haberse perpetrado, sigue dividiendo opiniones, enumeramos cuatro puntos y a continuación replico los dos restantes:
3. Hito en derechos humanos
El investigador David Lehmann opina que otro punto relevante es que “a partir de lo que ocurrió en Chile, se profesionalizaron los derechos humanos no sólo en América Latina sino que también en el mundo”.
“Hubo mucha solidaridad. A diferencia de Argentina o Brasil, que también tenían regímenes militares, en este caso florecieron organizaciones de apoyo hacia las víctimas de la persecución. Surgió mucha militancia internacional en torno a Chile porque era un país que resonaba y atraía”, explica Lehmann.
El experto recuerda que en Reino Unido, por ejemplo, se creó un programa de ayuda para el rescate de académicos y de estudiantes, y que lo mismo se repitió en otros países.
“Los gobiernos abrieron representaciones diplomáticas dando apoyo oficial, algo muy raro, que en otros casos no sucedía. Se reconoció a quienes pedían asilo. Fue una locura, las casas de las embajadas suecas o francesas estaban llenas de refugiados”, indica.
“El golpe en Chile marca el principio de una mayor focalización de los derechos humanos en la integridad física, entendido como los abusos o torturas”, dice Camila Vergara.
“Surge un mayor compromiso de Europa con los derechos humanos”.
Michael Reid coincide y añade que la detención de Pinochet en Londres, en el año 1998, también también fue un hito en el debate en torno a este tema.
“Marcó la pauta sobre la jurisdicción universal en contra de los crímenes de lesa humanidad”, indica.
4. La diáspora
El exilio político durante la dictadura de Pinochet representa el mayor movimiento migratorio en la historia de Chile, sumando a más de 200 mil personas que se vieron obligadas a abandonar del país.
Esta expatriación masiva -que tuvo como destino países como Argentina, México, Cuba, Italia, Suecia y Alemania- influyó en que muchos extranjeros solidarizaran con lo que estaba ocurriendo por el régimen militar.
Pero quizás más importante aún que el volumen de la migración fue el nivel de organización política y cultural que tuvo esa diáspora en el mundo.
“Muchos exiliados eran formados tanto política como económicamente. Y lograron insertarse dentro de la izquierda europea y latinoamericana con mucha facilidad”, explica Michael Reid.
Así, los chilenos dejaron una huella importante en los sitios a los que se fueron a vivir. Y una de los áreas donde fue más palpable es la música.
Los exiliados lograron crear y propagar himnos de protestas que resuenan hasta el día de hoy en todo el mundo.
“Muchos de los que se fueron no eran simplemente cantantes, sino activistas, que hubieran dado su vida por la emancipación del pueblo”, explica Camila Vergara.
“Había una épica muy clara porque la brutal represión no tuvo medios tintes. Entonces se formó una red casi invisible de solidaridad, donde los extranjeros compartieron sus luchas, sus canciones, sus himnos de protesta”, agrega.
Muchos de los artistas de La Nueva Canción Chilena, el movimiento músico-social que nació en la década del 60, fueron víctimas de la dictadura, entre ellos Víctor Jara, quien fue torturado y asesinado en el antiguo Estadio Chile que hoy lleva su nombre.
Su obra se convirtió en un referente internacional de la canción de protesta.
Otros músicos sobrevivientes se llevaron al exilio sus canciones. Inti Illimani mantuvo la llama de Chile viva en Italia, mientras que Patricio Manns lo hizo desde Cuba y Francia.
En ese mismo país se estableció el grupo Quilapayún. Su emblemática “El pueblo unido, jamás será vencido” quedó en la memoria global y es repetida hasta hoy en las calles de muchísimos lugares del mundo. Y en distintos idiomas
Allende dejó lecciones de democracia y humanismo: AMLO
López Obrador aseguró que la traición de Augusto Pinochet fue abominable y es “una mancha que no se borra ni con toda el agua de los océanos”. Dijo que Salvador Allende, todavía gobierna con su ejemplo en Chile y es el dirigente extranjero que más admira porque fue un humanista, un hombre bueno que fue “víctima de canallas”.
“El que opta por la lucha armada sabe que se trata de vencer o morir. Pero el que no quiere la violencia para su pueblo ni para nadie y ve con profundo respeto, con profundo amor incluso, al adversario, no merece ser tratado de esa manera. La traición de Augusto Pinochet fue abominable, es una mancha que no se borra ni con toda el agua de los océanos”, señaló tras una reunión privada de 45 minutos.
Pero quizá lo más contradictorio de la hura y que no pasó desapercibido en redes sociales fue el luto que vistieron Andrés Manuel y su esposa Beatriz en Chile, cómo bien lo destacó García Soto en el Gran Diario de México.
“La imagen del presidente López Obrador y de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller en Santiago de Chile, vestidos todos de negro, en señal de luto, y portando un clavel rojo cada uno en sus manos, pudiera parecer una muy buena idea de sus estrategas de imagen para mostrar su respeto y solidaridad con el pueblo chileno a 50 años del golpe de Estado que derrocó con la rebelión militar al presidente Salvador Allende.
Mientras el presidente y su esposa se ven vestidos para la ocasión, para condolerse de la tragedia vivida por los chilenos hace medio siglo, en México donde el gobierno que López Obrador encabeza lleva hasta hoy más de 165 mil mexicanos muertos por la violencia del narcotráfico, ni él ni su esposa han tenido en cinco años el detalle de vestirse de luto y menos condolerse, por las vidas de tantos mexicanos asesinados y desaparecidos en este país.
Qué mal que el mismo López Obrador y su esposa solo sientan el luto y el gesto de solidaridad hacia las víctimas chilenas de hace 50 años y no hacia las víctimas mexicanas de todos los días, del presente.
Qué bueno que al presidente y a su esposa los hayan vestido para la ocasión en Chile; qué malo que acá ambos no se permitan ni siquiera la ocasión para dolerse de tantos muertos y tanta violencia en México”.
@salvadorcosio1