Hace poco más de veinte años, la Universidad Autónoma de Nayarit experimentó un proceso de reforma que desembocaría en una transformación de fondo y, en ese contexto, surgió el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades [CUCSH] y, con él, el Área correspondiente a la que se incorporó la Licenciatura en Ciencias de la Educación, a la que pasó a pertenecer “formalmente” la más antigua licenciatura de la universidad ―la Licenciatura en Derecho―y como parte de la cual se crearon las licenciaturas en Ciencia Política, Comunicación y Medios, en Estudios Coreanos, en Psicología y en Filosofía.
Esas nuevas licenciaturas iniciaron su operación el semestre agosto-diciembre de 2003 con dos semestres de troncos básicos: el tronco básico universitario y el tronco básico de área, por lo que los programas, en sentido estricto, comenzaron a operar en agosto de 2004.
En ese contexto del vigésimo aniversario de vida del CUCSH el jueves 5 y el viernes 6 de octubre se realizó un Coloquio con el cual el Programa Académico de Filosofía celebró ―de manera tan austera como digna― sus primeros veinte años de vida.
Inaugurado por el Doctor Abel Gómez, Director del Área de Ciencias Sociales y Humanidades y clausurado por la Mtra. Xóchitl Castellón Fonseca, Coordinadora de la Unidad Académica de Educación y Humanidades el Coloquio se conformó con cuatro mesas en que estudiantes que actualmente estudian la licenciatura y estudiantes egresados de ella, presentaron trabajos en que se mostró la diversidad de temas que se pueden abordar en filosofía: la apariencia física: el cuerpo vestido y desnudo [Daniela Alejandra García Verdín]; la relación entre psicología y filosofía [Christian Efrén Ruiz Arreola] y entre metafísica y ontología [Iván Alejandro Castillo Álvarez]; el papel de la filosofía en la universidad [Crysthian Gibrán Machuca González]; la concepción de la felicidad en Aristóteles [Luis Alberto Ruiz Santos]; la teoría moral kantiana [Jocelyn Sanon]; la cultura de la opinión [Aramara Acevedo Mejía]; la postura de Peter Singer acerca del deber de ayudar a los pobres [María Elena Rodríguez Barragán]; la democracia representativa como herramienta de control [Hugo Humberto Zepeda Márquez]; la tensión entre ciudadanía e interculturalismo [Gilberto Antonio López Sánchez y María Elena Rodríguez Barragán]; la relación norma-sujeto y la normatividad de Judith Butler [Elena Castillo Pacheco]; la patrística dentro de la filosofía medieval [Eva Ruiz Villarreal]; la trascendencia del hombre [Javier Alejandro Pineda Patricio] y la relevancia del diálogo filosófico con niñas y niños [Stephanie Camille Mora Peña].
La tarde del viernes ―una vez concluida la presentación de las ponencias―, se desarrollaron dos paneles, en el primero de los cuales participaron cuatro egresados del programa [Javier Durán, Antonieta Bimbela, Cuitláhuac Rodríguez y Lidia Alduenda], quienes compartieron algunas de sus experiencias en las aulas, así como lo que han ido encontrando en el mundo laboral, en el ejercicio de su profesión, en otros estudios que han realizado posteriormente y, de manera muy especial, las dificultades que encontraron, no tanto para encontrar trabajo [¡!] como en el desarrollo de los mismos.
Para cerrar ―¿con broche de oro?― tuvo lugar el segundo panel, en el que participaron coordinadores y docentes del programa; el Mtro. César Ricardo Luque Santana, segundo coordinador del Programa; el Doctor Raúl Alamillo Gutiérrez, cuatro coordinador del programa, la Doctora Ana Cecilia Licea Ortega, ¡sexta coordinadora del Programa!, la Maestra Amelia Gascón, docente de Ética en el Tronco Básico de Área en los inicios del camino del Área de Ciencias Sociales y Humanidades y quien esto escribe.
Anécdotas, logros, dificultades diversas se expusieron de parte de cada integrante del panel, dejándome ―no puedo sino personalizar esta impresión-percepción― la satisfacción de lo mucho que se ha hecho con poco [y con pocos]; la conciencia de las serias dificultades que se han tenido que sortear para sobrevivir y la convicción de que con esta celebración, con la muy probable obtención de la largamente buscada y no alcanzada aún acreditación del programa, con el retiro de un alto porcentaje de docentes que hemos colaborado con el programa [la Doctora Yolanda Cadenas, el Mtro. César Luque, el Mtro. Isaías Hernández, la Mtra. Martha de la Rosa y la mía que está por llegar] por un lado, y con la llegada de tres egresados más al programa [Lidia, Sara y Cuitláhuac], se cierra un primer ciclo de vida del Programa y se inicia otro.
Hacia el final de la jornada matutina del segundo día, se hizo entrega de premios a quienes resultaron ganadores del “I Concurso preparatoriano de ensayo filosófico Repensando la violencia” y se hizo el anuncio de la Olimpiada Nacional de Filosofía apoyada por la UNESCO en la que podrán participar las instituciones de Educación Media Superior.
He dejado al final “la cereza del pequeño pastel”: la participación en el coloquio de la Doctora Margarita Valdés, figura relevante de la filosofía en México, quien dictó la conferencia magistral “Lo indecible en el ‘Tractatus’de Wittgenstein”, en la que confluyen: uno de los filósofos más importantes del siglo XX: Ludwig Wittgenstein; uno de los textos más importantes del siglo XX: el “Tractatus logico-philosophicus” y uno de los temas clave del conocido como Wittgenstein I: lo indecible, es decir, aquello de lo que no se puede hablar, eso que para el Wittgenstein del “Tractatus” abarca, ni más ni menos, que los ámbitos de las artes, la ética y la religión en el seno de los cuales lo único que podemos hacer los humanos es callar y contemplar, guardar un silencio que nace del reconocimiento de que en esos ámbitos ―que se pueden resumir en “lo místico”― no se pueden hacer afirmaciones que tengan sentido porque éstas, para tenerlo, deben tener hechos que los sustenten, lo que no es el caso ni en las proposiciones estéticas, ni en las éticas o religiosas. Un caso curioso es el de las afirmaciones filosóficas que se emiten [¡incluidas las del “Tractatus”!] ya que, al no referirse a hechos, también carecen de sentido como se puede mostrar con el análisis lógico del lenguaje, el [¿único?] método legítimo de una filosofía cuya actividad consiste en y solo en la elucidación del lenguaje que conduce a la desaparición de los problemas presuntamente filosóficos que, en realidad, se muestran como lo que son: falsos problemas…
Aunque con algunas impresiones, es una síntesis clara y general de lo ocurrido en las actividades conmemorativas del aniversario del Programa Académico de Filosofía. Ojalá que la comunidad filosófica mantenga vivo el programa por muchos, pero muchos, años más.