La violencia, una tétrica sinfonía entrelazada con la brutalidad intencionada de la fuerza y el despiadado abuso de poder, se erige como el oscuro medio para someter a los vulnerables o imponer su voluntad con despiadado dominio. Su presencia se manifiesta a través de comportamientos sombríos, desde la fuerza física que, con su danza cruel, busca mancillar al desamparado, hasta la inacción y el silencio que, con su telón, ocultan el grito del oprimido.
Mientras el tiempo transcurre y evoluciona la sociedad, la ética, la moral y el derecho deben sopesar sus diferentes facetas, ya que no sólo avanza la sociedad, sino también las formas de ejercer violencia, los métodos de opresión y sometimiento, o sólo nombrando lo hasta entonces inimaginable.
Estos actos siempre envuelven a los más frágiles: infantes, ancianos, mujeres. En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se crea una jornada de reflexión, los datos sobre la violencia hacia ellas resultan abrumadores, cualquier estadística no puede dimensionar el tormento que sólo ellas viven. Sobre todo al hablar de la violencia digital, una realidad que ha cobrado relevancia en tiempos modernos y ha experimentado un aumento significativo durante el aislamiento social.
Imagina, en un día que se asemeja a cualquier otro, cuando las preocupaciones descansan y el sueño acecha, el teléfono irrumpe con insistencia. Quince, veinte mensajes se precipitan en menos de un minuto, ignoras el número al principio, pero la llamada, como un eco del tormento, penetra inesperadamente desde el mismo remitente.
“El primer sentimiento que viene es temor, comienzas a sudar frío, palideces de la nada, el aire te falta, el estómago se revuelve, tiemblas al sostener el teléfono ansiando eliminar la llamada, pero contestas, escuchas miles de insultos mientras intentas responder para que pare, él cuelga, tú desconsolada, triste y ansiosa, comienzas a sentirte sucia como si de verdad fueras la culpable de esa situación que por mucho te ha atormentado”, describió Cinthialine.
Lo que le sucedió a Cinthialine es una historia que lamentablemente le ocurre a 7 de cada 20 mujeres, cuando se habla de recibir mensajes ofensivos, pero en 19 de cada 100 ocasiones los mensajes no son suficientes para amedrentar a la mujer, sino que el acosador decide llamar por teléfono, tan sólo para asestar el tiro de gracia a la víctima.

Los datos que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha revelado sobre la situación del acoso cibernético en México son alarmantes, destacando que Nayarit encabeza la lista nacional con el mayor número de mujeres de 12 a 19 años de edad acosadas, con un preocupante 46.9 por ciento. Estas cifras inquietan bastante ya que la mayoría de las víctimas son menores de edad.
De acuerdo con el informe del Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) del INEGI, el 35.7 por ciento de las mujeres que cursan la educación básica reportaron haber experimentado acoso en línea en los últimos 12 meses, es decir, casi 4 de cada 10, situación por demás alarmante. Un ejemplo es, que el 36.9 por ciento de las mujeres víctimas reciben mensajes ofensivos, el 36 por ciento son contactadas por identidades falsas y el 34.8 por ciento recibe propuestas e insinuaciones sexuales.

Uno de los hallazgos es que el 63.4 por ciento de las víctimas desconoce la identidad de sus agresores, lo que complica aún más la lucha contra el ciberacoso. Pero algo inquietante es que la edad de los acosadores es casi similar al de las víctimas, por ejemplo, de 12 a 17 años 6 de cada 10 acosadores pertenecen al mismo grupo etario, mientras que en el rango de 18 a 25, el 47.1 por ciento es de esa edad.
Aunque los datos muestran un panorama desalentador, muchas veces la realidad es aún más. El profesor Carlo Partida de la escuela secundaria Miguel Hidalgo en Xalisco, Nayarit, relata cómo ha visto la escalada de ciberacoso en el ambiente en el que sus alumnos se desarrollan: “Se han detectado algunas páginas en redes sociales, en las cuales se exhiben fotos de los jovencitos, con mensajes denigrantes, quemándose entre ellos mismos, ya hemos dado con algunos de los dueños de esas páginas para reportarlos y precisamente son de la misma edad, a veces de otras escuelas”.

Además, agregó que, “al estar en contacto con otros maestros, de otras escuelas, todos mencionan cómo se han percatado que estas páginas proliferan cada vez más, es como una moda que traen de quemarse; son situaciones que preocupan en verdad por cómo se exponen y más porque está escalando a nivel primaria, los propios alumnos nos cuentan cómo han visto que hasta de escuelas primarias se suman a esta práctica”.
Todo esto ocurre mientras el Serengueti digital continúa su imparable expansión, en donde se encuentran situaciones que a menudo son rebasadas, como la filtración de un pack. A pesar de que esta práctica está penalizada gracias a la Ley Olimpia, lamentablemente sigue proliferando. Algunas personas incluso comercian con estas imágenes, lucrando a expensas de las víctimas, quienes en ocasiones se ven obligadas a pagar para eliminar las fotos filtradas.
Dos mujeres, Roxxxita y HannaH, vivieron en carne propia el flagelo de ser víctimas de individuos que difundieron sus fotos más íntimas. HannaH, en particular, enfrentó la extorsión con determinación, rechazando ceder a la demanda de eliminar sus imágenes. Sin embargo, este cruel episodio la obligó a cerrar sus redes sociales y cambiar completamente el nombre de sus perfiles como medida de seguridad, una acción tomada por el 11.3 por ciento de las víctimas.
Ambas comparten historias similares, descubriendo que sus fotos circulaban por Internet y que no estaban solas en esta situación; encontraron casi un millar de carpetas con nombres, fotos y capturas de pantalla de las redes sociales de diversas mujeres, contenidas en un enlace.
Roxxxita relata que al principio alguien, a través de una cuenta falsa le envió mensajes, una situación que se repite en poco más de 3 de cada 10 casos, y menciona: “Como no le presté atención, fue cuando me envió una foto mía, semidesnuda, y ahí fue cuando mi mundo se vino abajo”.

El enojo (reportado en el 67.6 por ciento de los casos), el miedo (35.4 por ciento de los casos) y el estrés (34.7 por ciento) fueron las emociones que imperaron, la incertidumbre de dónde consiguió esa foto, ¿por qué la tenía? fue la interrogante que invadió su mente por mucho tiempo, y al igual que HannaH, los mensajes y las solicitudes de amistad en las distintas redes sociales no paraban, una tras otra, quizá atraídos por los packs filtrados que rápidamente pasaban de teléfono en teléfono.
HannaH, hizo lo mismo que el 73.2 por ciento de las mujeres, bloquear a cualquiera que la acose, pero después de un tiempo y de haberse cansado de recibir constantes e insistentes mensajes, optó lo mismo que el 13.2 por ciento, sólo ignorar y no contestar los mensajes. Es indescriptible el infierno que vivió, en sus propias palabras ella menciona que es algo que no le desea a nadie.
Por su parte, Roxxxita, después de recibir muchas insinuaciones (como el 34.8 por ciento de los casos) y mensajes obscenos (35.5 por ciento de los casos), hizo algo que quizá nadie esperaría: “Sinceramente más que ponerme triste me dio coraje que otra que gente se beneficie de esto
así que decidí hacerme una cuenta de OnlyFans y un Instagram para promocionar mi contenido”.
La violencia digital, como ilustran las historias de Cinthialine, Roxxxita y HannaH, representa una amenaza creciente que requiere atención inmediata y medidas efectivas. Estos casos no sólo desencadenan una variedad de repercusiones psicológicas, como ansiedad, estrés y depresión, sino que también influyen de manera perjudicial en la rutina diaria. Un preocupante 3.9 por ciento de mujeres ha registrado un daño a su imagen laboral debido a la violencia digital, mientras que un 1.7 por ciento ha experimentado impactos negativos en el ámbito escolar.
Este tipo de violencia conlleva graves consecuencias psicológicas para las víctimas. Estas repercusiones incluyen traumas emocionales profundos. Además, en las víctimas se observa una disminución significativa de la autoestima y la imagen, generando dudas acerca de la valía personal y contribuyendo a problemas de confianza. El aislamiento social es otra consecuencia, llevando a las víctimas a retirarse de las interacciones sociales y experimentar dificultades en sus relaciones interpersonales. Estas consecuencias persisten a largo plazo, afectando el bienestar mental y emocional de las víctimas incluso después de que cese el acoso.
Nayarit enfrenta una alarmante realidad en la que la violencia digital, con el rostro del ciberacoso, ha tejido sus sombras en el entramado mismo de la sociedad. Este problema no sólo afecta a individuos específicos, sino que también amenaza la integridad de las interacciones en línea y la seguridad emocional de quienes participan en ellas.
Para ello se necesita fortalecer el sistema legal, mejorando y cumpliendo cabalmente las leyes existentes, las cuales deben garantizar sanciones proporcionales y disuasivas para que no se repitan. Dentro del ámbito educativo, implementar programas dirigidos a los jóvenes, enfocándose en inculcar el respeto en línea, la empatía y la comprensión de las consecuencias legales de comportamientos irresponsables, asimismo, promover el desarrollo e implementación de tecnologías diseñadas para proteger la privacidad en línea, facilitando al mismo tiempo la denuncia segura de casos de violencia digital.
Dentro de la parte psicológica y social es necesario establecer servicios accesibles de apoyo para las víctimas de ciberacoso, reconociendo y abordando las posibles repercusiones psicológicas, y proporcionando recursos para la recuperación.
Esto se puede lograr con una verdadera colaboración interinstitucional, donde gobierno, educación y organizaciones no gubernamentales coordinen acciones concretas y metas claras, primeramente, plantearse el objetivo de disminuir las cifras. Esto implica compartir recursos y conocimientos para una acción más efectiva y amplia.
La sociedad debe reconocer la gravedad de la violencia digital, especialmente contra las mujeres, y trabajar activamente para erradicar la impunidad de los agresores. Las experiencias de resiliencia, como la de Roxxxita, demuestran que, aunque las víctimas pueden enfrentar consecuencias devastadoras, también tienen el poder de convertirse en agentes de cambio y superar el trauma, aunque la huella y el sinsabor de lo ocurrido pueda permanecer a largo plazo.
Es necesario y urgente implementar medidas concretas en Nayarit, para salir de ese deshonroso primer lugar en ciberacoso a mujeres de 12 a 19 años. Al hacerlo, no sólo protegemos a las víctimas, sino que también sentamos las bases para una sociedad en línea fundamentada en el respeto y la seguridad de cada individuo. La erradicación del ciberacoso es un imperativo moral y social que requiere la acción colectiva de la sociedad, las instituciones y la tecnología.