Que Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá desde hace mucho tiempo, haya muerto en un reciente ataque de Israel es una escalada importante en su guerra contra el grupo militante libanés. Potencialmente, acercó a la región un paso más a un conflicto mucho más amplio y aún más dañino, que involucra tanto a Irán como a Estados Unidos.
¿Cuál es el rumbo probable a partir de ahora?
Eso depende en gran medida de tres preguntas básicas.
¿Qué hará Hezbolá?
Hezbolá se está recuperando de un golpe tras otro.
Su estructura de mando fue decapitada, con más de una decena de altos comandantes asesinados.
Sus comunicaciones fueron saboteadas con las impactantes detonaciones de sus buscapersonas y walkie-talkies, y muchas de sus armas fueron destruidas en ataques aéreos.
Mohamed al Basha, analista de seguridad en Medio Oriente que vive en EE.UU., sostiene que “la pérdida de Hassan Nasrallah tendrá implicaciones significativas, potencialmente desestabilizando al grupo y alterando sus estrategias políticas y militares en el corto plazo”.
Pero es probable que cualquier expectativa de que esta organización vehementemente antiisraelí se rinda de repente y pida la paz en los términos de Israel sea errónea.
Hezbolá ya prometió continuar con la lucha.
Aún tiene miles de combatientes, muchos de ellos veteranos recientes de combate en Siria, y están exigiendo venganza.
Todavía tiene un arsenal sustancial de misiles, muchos de ellos de largo alcance y precisión guiada que pueden llegar a Tel Aviv y a otras ciudades.
En sus filas habrá presiones para que las utilicen pronto, antes de que también sean destruidas.
Pero si lo hacen, en un ataque masivo que abrume las defensas aéreas de Israel y mate a civiles, es probable que la respuesta de Israel sea devastadora y cause estragos en la infraestructura de Líbano o incluso se extienda a Irán.
¿Qué hará Irán?
Este asesinato es un golpe tan duro para Irán como para Hezbolá.
Teherán ya anunció cinco días de luto.
También tomó precauciones de emergencia y escondió a su líder, el ayatolá Alí Jamenei, en caso de que también quieran asesinarlo.
Irán aún no tomó represalias por el humillante asesinato en julio del líder político de Hamás, Ismail Haniya, en una casa de huéspedes de Teherán.
Lo que sucedió ahora hará que los miembros de la línea dura del régimen contemplen algún tipo de respuesta.
Irán tiene toda una galaxia de milicias aliadas fuertemente armadas en Medio Oriente, el llamado “Eje de la Resistencia”.
Además de Hezbolá, tiene a los hutíes en Yemen y numerosos grupos en Siria e Irak.
Irán bien podría pedirles a esos grupos que intensifiquen sus ataques tanto contra Israel como contra las bases estadounidenses en la región.
Pero sea cual sea la respuesta que elija Irán, probablemente la calibrará para que esté justo un punto antes de desencadenar una guerra que no puede esperar ganar.
¿Qué hará Israel?
Si alguien tenía alguna duda antes de este asesinato, ya no la tendrá ahora.
Es evidente que Israel no tiene intención de detener su campaña militar durante el cese del fuego de 21 días propuesto por 12 naciones, incluido su aliado más cercano, EE.UU.
Su ejército considera que ahora tiene a Hezbolá a la defensiva, por lo que querrá seguir adelante con su ofensiva hasta que se elimine la amenaza de esos misiles.
A menos que Hezbolá capitule -lo cual es poco probable- es difícil ver cómo Israel puede lograr su objetivo bélico de eliminar la amenaza de ataques de Hezbolá sin enviar tropas al terreno.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) publicaron imágenes de su entrenamiento de infantería cerca de la frontera con este mismo fin.
Pero Hezbolá también ha pasado los últimos 18 años, desde el final de la última guerra, entrenándose para luchar en la próxima.
En su último discurso público antes de su muerte, Nasrallah dijo a sus seguidores que una incursión israelí en el sur de Líbano sería, en sus palabras, “una oportunidad histórica”.
Para las FDI, entrar en Líbano sería relativamente fácil, pero salir de allí podría llevar meses, como en el caso de Gaza.
El último mensaje del clérigo chiita Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, se produjo a fines de septiembre, después de la explosión de miles de aparatos de comunicación usados por miembros del grupo islamista libanés explotaran, dejando decenas de muertos y miles de heridos.
“Esto es puro terrorismo. (…) Son crímenes de guerra o, al menos, una declaración de guerra”, afirmó en un discurso televisado en el que culpó a Israel por estos crímenes.
El discurso, como todos los discursos de Nasrallah, fue emitido desde un lugar secreto, ya que el líder de Hezbolá vivía oculto por temor a un ataque israelí.
Un temor que en las últimas horas se confirmó con la noticia emitida por las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) de que el clérigo chiita habría sido eliminado en los últimos ataques aéreos sobre Beirut.
Horas después, Hezbolá reconoció que su líder estaba muerto.
Los ataques aéreos israelíes contra objetivos de Hezbolá en el sur del Líbano e, incluso, sobre Beirut, comenzaron el 21 de septiembre.
Pero en las últimas horas se produjo un ataque de las FDI contra el cuartel general de la milicia libanesa en Beirut donde, según las fuerzas israelíes, se encontraba el clérigo chiita.
Hezbolá, un grupo político islamista libanés que cuenta con un poderoso brazo militar respaldado por Irán, ha estado enfrentándose con las fuerzas israelíes en la frontera libano-israelí desde el ataque de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre.
Hezbolá estaba dirigida por Hassan Nasrallah desde febrero de 1992.
Popular tanto en Líbano como en otros países árabes, este clérigo chiita era conocido por haber desempeñado un papel fundamental en el giro histórico que dio el grupo para entrar en la política y ganar poder en la estructura del gobierno libanés.
Hezbolá, actualmente considerado como uno de los partidos políticos más importantes de Líbano, cuenta con sus propias fuerzas armadas, que son aliadas del ejército de la nación árabe.
Hassan Nasrallah era su secretario general y tenía una relación especial tanto con la República Islámica de Irán como con su líder, el ayatolá Alí Jamenei.
A pesar de que Hezbolá fue incluido en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos, ni los líderes iraníes ni Nasrallah ocultaron su estrecha relación.
Al ser un personaje con muchos seguidores pero también enemigos, desde hace años evitaba hacer apariciones públicas por miedo a ser asesinado por Israel.
Sin embargo, el hecho de que viviera escondido no privaba a sus numerosos seguidores de sus discursos, que era distribuidos casi semanalmente.
Dichos discursos le servían a Nasrallah para ejercer su poder, comentando sobre diversos temas que afectaban a Líbano y al mundo, y tratando de presionar a sus enemigos.
*con información de BBC Mundo
@salvadorcosio1