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lunes, abril 28, 2025
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La resaca de la euforia: el regreso a la realidad

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La ciudad de Tepic amaneció con el eco lejano de las festividades, como si aún resonaran los fuegos artificiales en el aire, pero en las calles, la euforia de la Navidad y el Año Nuevo se desvaneció con la primera luz del día. Las luces navideñas que aún brillaban en los comercios comenzaron a apagarse lentamente, mientras las celebraciones daban paso a la rutina diaria.

Las oficinas abrieron sus puertas nuevamente, las cafeterías recibieron a los madrugadores y las calles que antes parecían vacías por las vacaciones, volvieron a llenarse de coches y personas apresuradas. Había un aire diferente, un cansancio sutil pero evidente, como si la chispa de los últimos días de diciembre hubiera dejado una huella difícil de borrar.

Algunos llevaban consigo la nostalgia de las cenas familiares, las risas compartidas y las copas levantadas al cielo en la víspera del Año Nuevo. Pero, al igual que las resacas físicas, la resaca emocional de la euforia festiva llegó con el reloj de la mañana, haciendo que la rutina se sintiera pesada, casi interminable.

Los intercambios de ¡Feliz Año Nuevo! ya eran apenas un eco, pues fueron reemplazados por los acostumbrados ¿Cómo te va? o un ¿Listo para empezar el trabajo?

Mientras tanto, las familias que habían disfrutado de días libres ahora se enfrentaban a las primeras tareas cotidianas: las compras de la despensa, las facturas por pagar. Nadie quería decirlo en voz alta, pero todos lo sentían, la magia del fin de año se había ido y con ella, la sensación de alegría desenfrenada que se había apoderado de la sociedad durante las semanas previas.

Y aunque el calendario sigue avanzando con promesas de nuevos comienzos, de proyectos por realizar, de metas por alcanzar, el peso de la rutina se sentía más fuerte hoy que nunca. La euforia colectiva, que pintaba de colores brillantes las calles y los corazones, había dado paso a un gris moderado, una mezcla entre la resignación y la esperanza de que, quizás, en los próximos días el brillo se pueda recuperar, pero por ahora, lo único que quedaba era seguir adelante.

Hoy jueves 2 de enero se convirtió, entonces, en un día de reflexión forzada, un día en el que la sociedad, después de tantos días de festín, volvía a la cruda realidad de las obligaciones cotidianas. La magia se desvaneció, al igual que los adornos que ya se comenzaron a guardar, y la pregunta en el aire era clara: ¿Cómo seguir adelante cuando el resplandor de la Navidad ya no está? Solo el tiempo lo dirá.

Fotos: Misael Ulloa

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