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Arderá de nuevo

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**Basta una chispa o un día de extremo calor para que las llamas iluminen la noche en Tepic y el manto gris empañe el día. El el tiradero El Iztete es una bomba de gas que se viste de fuego a la menor provocación **Producimos en Tepic la basura que cabe en más de 130 camiones típicos alineados uno tras otro, como en desfile de carnaval, repletos hasta el tope. Casi todos van al mismo lugar. La solución cuesta un presupuesto descomunal **El Iztete debió cerrar hace 30 años. A algunos alcaldes, la presidencia de Tepic les alcanzó para mudarse a Palacio de Gobierno. Otros fallaron en el intento. En ambos casos las prioridades fueron otras, electoralmente más rentables

Especial Meridiano | Jorge Enrique González

Después del parto de marzo, la historia de siempre: un nuevo incendio en el tiradero municipal El Iztete nos alarmó, aunque a decir verdad ya estamos acostumbrados. El fuego comenzó de madrugada y se extendió rápidamente por los montículos de basura, liberando humo denso y cargado de contaminantes. Autoridades del estado y del municipio colaboraron para apagar las llamas, apoyadas por maquinaria pesada y varias brigadas de bomberos. El gobernador Miguel Ángel Navarro reconoció la labor de los cuerpos de emergencia al anunciar que el siniestro quedó bajo control tras varios días de esfuerzos continuos.

El Iztete, ubicado en las afueras de Tepic, lleva años superando su capacidad y operando sin cumplir los requisitos técnicos establecidos por la NOM-083-SEMARNAT-2003. Las advertencias no son nuevas. En abril de 2024, otro incendio de grandes proporciones ya había cubierto la ciudad con humo. En aquella ocasión, Meridiano de Nayarit informó que las autoridades sospechaban una quema intencional, pues se detectaron restos de combustible en distintas zonas del vertedero. El basurero funciona, en la práctica, como un tiradero a cielo abierto con una mezcla de residuos orgánicos, plásticos y materiales inflamables. La acumulación de gas metano en el subsuelo representa un foco de peligro constante. Una chispa, el sol inclemente, son suficientes para invocar al fuego.

Según estimaciones municipales, Tepic genera entre 400 y 500 toneladas de basura por día, la mayoría de las cuales ha terminado en este predio con escaso control. Sin canales adecuados para lixiviados ni un sistema de captación de metano, el lugar mantiene condiciones propicias para que la combustión se active o se reavive con facilidad. Especialistas en gestión de residuos han señalado que un incendio en un basurero de este tipo puede prolongarse en su interior, ya que las llamas se alimentan con la materia orgánica y los gases acumulados, dificultando su extinción total. O sea, arde por dentro y arde por fuera. Y como en la vida, los fuegos de las entrañas son los más peligrosos.

El impacto ambiental no se limita al humo. Los líquidos contaminantes que escurren de la basura amenazan con filtrarse al subsuelo o llegar a arroyos cercanos. Además, los vecinos se quejan de malos olores y de la proliferación de roedores e insectos. A largo plazo, las emanaciones tóxicas pueden incrementar riesgos de salud, pero para valorar ese efecto se requerirían estudios médicos y ambientales específicos, según han reconocido las mismas autoridades estatales. Y debemos suponer que esos estudios no existen, y si existen no empujan la urgencia de dar solución.

Durante la administración municipal 2017-2021, encabezada por Javier Castellón, se anunció la compra de un predio para construir un relleno sanitario que sustituyera a El Iztete. Ese proyecto quedó incompleto por trámites legales y el cambio de gobierno. Desde 2021, la alcaldesa Geraldine Ponce ha insistido en que el cierre del basurero es prioritario, aunque los avances han sido más lentos de lo esperado. Se mencionó la zona de La Villita como la ubicación de un nuevo relleno con tecnología moderna (geomembranas y captación de biogás), pero a la fecha no se ha concretado la transición.

Cerrar un tiradero de estas dimensiones no se resuelve con un simple sellado superficial. Se requiere impermeabilizar, extraer o quemar controladamente el metano remanente y dar seguimiento a los lixiviados. Para ello se necesita un dineral que ni la cuatroté dispone. Mientras tanto, cada temporada de calor o cualquier chispa fortuita reaviva la posibilidad de otro incendio. Y el calor está a la vuelta de la esquina. Todo tepiqueño lo vive cada año en carne propia.

Organizaciones ambientales y residentes de colonias cercanas a El Iztete han manifestado su frustración. Algunos recuerdan que, tras el incendio de 2024, las autoridades prometieron agilizar la clausura, pero el basurero sigue recibiendo desechos. “Cada que se quema, la calidad del aire se vuelve insoportable para quienes vivimos aquí. Hay días en que no podemos ni abrir las ventanas”, expresó un vecino de la zona a Meridiano.

La última conflagración de marzo de 2025 volvió a exhibir la precariedad en el manejo de residuos. Aunque la intervención de bomberos y Protección Civil evitó daños mayores, el humo permaneció varios días y persistía la inquietud de que pudiera reavivarse el fuego. El gobierno de Nayarit reiteró que la salud de la población es prioritaria y que no se escatimarán esfuerzos para atajar el problema. Sin embargo, hasta el momento, no se ha anunciado una fecha exacta para clausurar definitivamente El Iztete. Ni el licenciado López, que tanto quiere a Nayarit, se animó a decir “todo corre por mi cuenta”.

El compromiso oficial es que el nuevo relleno sanitario en La Villita comenzará a operar en el transcurso de 2025, lo que permitiría redirigir la basura y sellar progresivamente el viejo vertedero. Se habla de un plan de diez años para monitorear gases, compactar capas de desechos e impermeabilizar el terreno, con la esperanza de que, algún día, la zona pueda recuperarse. Aun así, expertos consultados advierten que mientras la transición no sea completa, cualquier promesa de clausura seguirá siendo inestable.

Por ahora, El Iztete permanece como un recordatorio de lo que ocurre cuando la ciudad crece sin una estrategia firme de gestión de residuos. Las llamas de hace unos días se extinguieron, pero el riesgo de un nuevo incendio permanece latente. Vecinos y activistas coinciden en que la clausura no puede posponerse más, y que, sin medidas contundentes, Tepic no logrará apagar definitivamente a un basurero que ha marcado su historia ambiental en la última década.

El Iztete es una bestia. Y ante esa bestia no hay victoria definitiva, porque bastará el sol o una chispa para volverla a hacer. O alguien que con un galón de gasolina y un cerillo juegue sucio en la carrera por la gubernatura.

¿Por qué y cómo arden los tiraderos?

Los incendios en los tiraderos a cielo abierto suelen ser frecuentes porque la basura orgánica se descompone y genera gas metano, un combustible altamente inflamable. Este gas se acumula bajo los montículos de desechos, y cualquier chispa, calor o fricción puede encenderlo. Asimismo, la presencia de residuos fácilmente combustibles, como plásticos, papel o llantas, intensifica la propagación del fuego. Al no existir compactación ni recubrimientos adecuados, el oxígeno entra en contacto directo con los desechos, facilitando la combustión.

Controlar estos incendios se vuelve complicado porque el fuego puede mantenerse activo en el interior de la masa de basura, difícil de alcanzar con agua o tierra. Además, remover las capas superficiales puede reavivar llamas ocultas. Tampoco hay infraestructura para drenar y tratar el biogás o los lixiviados, lo que prolonga los focos de calor. Por ello, sofocar un incendio en un tiradero abierto requiere esfuerzo constante y monitoreo continuo. Es vital.

Fotografías Christian Ruano | Nayar Foto

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