La suerte del polémico ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, será decidida por un panel de la Corte Suprema de su país, que abrirá procedimientos este martes para decidir si él y varios de sus asociados serán juzgados por cinco cargos, incluido el de intento de dar un golpe de estado.
Hay que recordar que el líder de extrema derecha fue acusado en febrero de planear un golpe de Estado después de perder las elecciones de 2022 ante su oponente y actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Bolsonaro fue acusado en febrero por el fiscal general del país de intentar un golpe de Estado para permanecer en el cargo tras su derrota electoral de 2022. La acusación se basó en una investigación policial y acusó a Bolsonaro de cinco delitos.
El fiscal general Paulo Gonet dijo que Bolsonaro lideraba una organización criminal que había estado activa desde al menos 2021, difundiendo afirmaciones falsas sobre el sistema de votación electrónica de Brasil.
Gonet afirmó que Bolsonaro apoyó un complot para anular los resultados electorales tras su estrecha derrota. El plan presuntamente incluía envenenar a su sucesor, Lula, y asesinar al juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes, enemigo de Bolsonaro. La acusación formal alega que Bolsonaro conocía el plan y lo aprobó.
Otras treinta y tres personas vinculadas a Bolsonaro también fueron acusadas.
Un panel de la Corte Suprema decidirá hoy si acepta o desestima la acusación contra Bolsonaro.
Si el panel determina que existen pruebas suficientes para sugerir que el acusado cometió los presuntos delitos, se iniciará un proceso penal. Los jueces también podrían desestimar la acusación, aunque esto se considera improbable.
Si el Tribunal Supremo acepta la acusación, Bolsonaro se convertirá en acusado en un proceso penal. En esta etapa, los jueces podrán recabar nuevas pruebas, celebrar audiencias e interrogar a los acusados. La fiscalía y la defensa presentarán sus alegatos finales antes de que el tribunal decida sobre la absolución o la condena.
De ser declarado culpable, Bolsonaro podría enfrentar años de prisión. Según la ley brasileña, una condena por golpe de Estado por sí sola conlleva una pena de hasta 12 años, pero combinada con los demás cargos, podría enfrentar décadas de prisión.
Bolsonaro, a quien ya se le ha prohibido postularse a ningún cargo hasta 2030 por abuso de poder y socavar la confianza en el sistema electoral del país, ha negado haber actuado mal y afirma que es objeto de persecución política. El jueves, rechazó las acusaciones durante una transmisión en vivo por YouTube junto a uno de sus abogados, Paulo Cunha Bueno.
“Lo que tenemos en esta acusación es una narrativa construida en la que los puntos no están conectados por ninguna evidencia en el expediente del caso”, dijo Bueno.
El expresidente también refutó las acusaciones durante una manifestación que organizó con miles de partidarios en Río de Janeiro el 16 de marzo.
En el frente político, Bolsonaro y legisladores aliados han intentado modificar una ley que impide a los criminales convictos postularse para cargos públicos.
También han impulsado un proyecto de ley que indultaría a los condenados por la insurrección del 8 de enero de 2023, cuando partidarios del líder de extrema derecha irrumpieron en edificios gubernamentales en Brasilia, la capital de Brasil, emulando los disturbios del Capitolio de Estados Unidos.
Jair Bolsonaro, un provocador con orientación conservadora, se destaca por una retórica que comúnmente apunta contra las mujeres y la comunidad LGBTQ. En 2003, le dijo a una congresista que no merecía ser violada. Durante una entrevista de 2011 con la revista Playboy, Bolsonaro dijo que sería incapaz de amar a un hijo gay. Ha expresado un sentimiento de nostalgia por el pasado de Brasil como una dictadura militar.
Antes de ser presidente, Bolsonaro completó siete mandatos como legislador en la Cámara de Diputados de Brasil. Mientras estuvo en el Congreso, sus prioridades incluyeron proteger los derechos de los ciudadanos a portar armas de fuego, promover los valores cristianos y ser duro contra el crimen. En 2017, dijo: “Un policía que no mata no es un policía”.
Bolsonaro cambió su afiliación partidaria en numerosas ocasiones, y finalmente hizo campaña para presidente como miembro del Partido Social Liberal. Fue electo mandatario en 2018 luego de vencer en segunda vuelta a Fernando Haddad, entonces candidato del Partido de los Trabajadores.
Cuando asumió el cargo, Brasil sufría un período prolongado de malestar económico y estaba golpeado por un aumento de la inseguridad. Su ascenso estuvo precedido por el escándalo de corrupción conocido como Lava Jato, que sacudió instituciones políticas y financieras. Durante su discurso inaugural, Bolsonaro prometió transformar a Brasil en un “país fuerte y en auge”.
Entre los aspectos más destacados de sus cuatro años de mandato figura su gestión de la pandemia de coronavirus. Bolsonaro no sólo minimizó la gravedad de la enfermedad, a la que definió como una “gripezinhia”, sino que también se enfrentó a los gobernadores que tomaban medidas para evitar la propagación del virus. Participó de movilizaciones contra el confinamiento, rechazó el uso de máscaras faciales, y, más tarde, sembró dudas sobre la efectividad de las vacunas al decir que quienes estaban vacunados tenían más riesgo de contraer sida.
Después de hacer campaña sobre el tema, Bolsonaro eliminó temporalmente una regulación que limitaba las compras de armas de fuego a través de un decreto, solo a quienes presenten una justificación para poseer un arma. Además, eso le dio a la policía discreción para aprobar o negar la venta de armas.