Durante la semana que terminó, dueños y presidentes de equipos se reunieron para dar una conferencia sobre el manejo actual del futbol mexicano.
Miguel Ángel Gil, Jorgealberto Hank y Mauricio Culebro se abrieron de capa. Como el foro era distinto a los acostumbrados, los personajes se sintieron en confianza para hablar de cosas que por lo general no dicen.
Gil, presidente del Atlético de San Luis, declaró que rechazar el fondo de inversión fue la mejor decisión que se pudo tomar y celebró el hecho de que el descenso siga eliminado en el futbol mexicano. El dirigente español aceptó que su postura proviene del egoísmo: “Estoy encantado de que no haya descenso. Y si tengo que votar, lo haré en ese sentido”, sentenció, orondo. “Cuando hay descenso como en Europa, surgen periodos de tiempo donde la gente sufre o disfruta demasiado, y eso yo lo cambiaría”, agregó. Pero el sufrimiento o disfrute de los aficionados es parte intrínseca del deporte, donde se gana o se pierde. Es absolutamente inevitable que un aficionado padezca o celebre, según sea la circunstancia del equipo de sus amores. ¡Vaya argumento tan endeble!
Por su parte, Hank dijo que en un momento dado se pondrían a la venta dos plazas para aumentar a 20 equipos en el máximo circuito. Hank es de la idea de que no haya descensos sino únicamente ascensos para engordar el número de instituciones en el campeonato principal.
Fue categórico al aclarar que no existe un plazo para modificar el formato actual. Otras fuentes aseguran que las dos plazas nuevas aparecerán después del campeonato mundial de 2026. Una de ellas sería la del Atlante. Su dueño Emilio Escalante, de hecho, agradeció públicamente a su tocayo Emilio Azcárraga la invitación para que los Potros de Hierro, ganadores hasta el momento de tres títulos en Expansión, jueguen sus partidos como locales en la cancha del Estadio Azteca.
Opino todo lo contrario. El ascenso y el descenso tendrían que existir y la plaza en la Primera División debería ganarse por la vía deportiva, no a través de la compra de un sitio. Suprimir ascenso y descenso equivale a que la liga mayor sufra estancamiento, conformismo y desaparición del más elemental sentido de competencia. La meritocracia deportiva, tirada a la basura.
Se entiende que los dueños quieran asegurarse del origen lícito de los dineros de las franquicias aspirantes a integrar la liza, pero seguro existen mecanismos para garantizar el origen y manejo limpio de sus finanzas.
De momento, la Primera se mantiene como un claustro, atrancado a piedra y lodo, mientras que los equipos de la Liga de Expansión siguen en una especie de limbo, con pocos reflectores, patrocinios y alicientes.