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Una historia de amor, sacrificio y valores transmitidos de madre a hija

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A más de una década de la pérdida de su madre, María Luisa Jiménez López mantiene vivo su legado en su trabajo diario en el centro histórico de Tepic

Hace más de una década, la señora María Luisa Jiménez López vivió una pérdida irreparable: su madre, Irene López López, falleció a causa de complicaciones derivadas de la diabetes mellitus, una enfermedad que la acompañó durante varios años.

Para doña María Luisa, la partida de su madre representó un vacío profundo, una ausencia que aún hoy se siente en su corazón.

Sin embargo, el legado de su madre sigue presente en su vida cotidiana, especialmente en el trabajo que realiza todos los días en una de las calles del centro histórico de Tepic.

En la actualidad doña María Luisa se dedica a la venta de frutas y verduras, en el mismo puesto donde durante años lo atendió su madre, este pequeño espacio se localiza por la calle Zapata y le fue heredado como símbolo de los esfuerzos y sacrificios de Irene López, quien, a pesar de sus dificultades de salud, nunca dejó de luchar.

A unas horas de celebrarse el Día de las Madres, doña Luisa compartió que, como cada año, se trasladará al municipio de Santiago, donde descansan los restos de su madre, para pasar el día junto a su tumba. “Estaré con ella, aunque no pueda verla, ella siempre estará en mi corazón”, dijo, con una mezcla de dolor y amor.

Refirió que su madre, la señora Irene López, procreó 11 hijos: “Su esfuerzo, su valentía y su dedicación marcaron la vida de sus hijos, que crecieron observando a una madre que siempre priorizó el trabajo y el bienestar familiar, yo hablo por mí, mi mamá me enseñó a luchar, a ser responsable, a nunca rendirme”, aseguró doña Luisa.

A través de los recuerdos de su madre, doña Luisa revivió la enseñanza de valores que Irene les inculcó a sus hijos. Entre ellos, destacó el respeto, la fe en Dios, el amor al prójimo, la lealtad a la pareja y, sobre todo, el respeto hacia los padres. A pesar de los años que han pasado, esas enseñanzas siguen vivas en la señora María Luisa, quien no deja de repetir que esos valores los forjaron: “y ahora gracias a ello somos lo que somos, nos dieron fuerza para enfrentar la vida y nunca olvidarnos lo que somos y de dónde venimos”.

Aún en la distancia que ha dejado la muerte, doña María Luisa mantiene un fuerte vínculo emocional con su madre, al recordar aquellos tiempos en los que no existían teléfonos celulares ni redes sociales, y la comunicación en la familia era siempre cara a cara. En sus palabras, la familia estaba unida no solo por la sangre, sino por la cercanía y el diálogo constante. “Cuando vivíamos en El Tizate, todos sabíamos lo que pasaba en la vida del otro, siempre nos apoyábamos”, recordó doña Luisa.

Es importante resaltar que la señora Irene López López fue madre de 11 hijos, de los cuales sobreviven 9, pues dos de sus hijas ya fallecieron.

El peso de esos recuerdos se hace más presente cuando la señora María Luisa, mira hacia atrás, hacia esos días en los que su madre era una presencia constante en su vida, guiándola, enseñándole a ser fuerte y, sobre todo, a valorar a la familia.

Al ser preguntada sobre qué le diría a su madre si estuviera frente a ella, doña Luisa no pudo evitar la emoción. “Le diría que la quiero mucho, que la extraño, que me gustaría que estuviera aquí conmigo, aunque sea por unas horas, pero sé que eso no puede ser, y así es la vida; los seres queridos que fallecen solo se nos adelantan en el camino. Algún día, nos reuniremos con ellos”.

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