El Periquillo Sarniento recuerda a su primer maestro: buena gente, pero no sabía dar clases ni podía mantener la disciplina. Un día llegó a la escuela un clérigo...
Pedía piedad para los prisioneros: ellos exploraron tierras y mares, descubrieron continentes, abrieron caminos, secaron pantanos. La merecían. Llamaba a no exigir tanto a...