Breverías | El secuestro que no fue

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“No pasa nada”, le dijeron a Sixto cuando vino a contar a la autoridad que le habían enviado un anónimo con la amenaza de secuestrar a sus hijos que estudiaban en la ciudad si no entregaba el monto equivalente al valor de dos vacas. Ni si quiera levantaron su declaración. Como no tenía el dinero ni apoyo policial, pidió prestada una pistola y fue al lugar despoblado donde le habían indicado dejar la cantidad exigida. Esperó todo el día y regresó al anochecer sin que nadie se haya presentado. Lo contó a sus hijos muchos años después. En ambos quedó la permanente sensación de que por aquella indiferencia de la Procuraduría pudieron haber formado parte de las estadísticas de secuestros y tal vez hasta de víctimas mortales del crimen “desorganizado” de aquel entonces.

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