Por Pascual Zanabria
La Feria de Nayarit ha sido un evento que desde hace más de 30 años se realiza de manera casi ininterrumpida en Nayarit. Es un evento de esparcimiento y distracción social, se celebra entre marzo y abril de cada año y generalmente precede a la semana santa, dura apenas entre 15 y 18 días. Es un evento muy similar al de muchas ferias de otros estados del país, con exposiciones ganaderas y agrícolas, estantes para todas las oficinas públicas de los tres niveles de gobierno, peleas de gallos y variedad musical que encabezan los artistas del momento; además hay algunos eventos culturales y vendimias de artesanías, comida, dulces, ropa, y en la cual se vende mucho, mucho alcohol. En uno de los bailes masivos engalanados con alguno de las grandes bandas o grupos musicales, a los cuales la entrada es gratuita, a los cuales acuden entre 8 y 10 mil personas, es posible se lleguen a vender en una sola noche, hasta 80 mil botes.
La organización de esta Feria está a cargo del Gobierno del Estado, a veces de manera directa y otras veces, concesionándola. Las ganancias que reporta son para el estado, ganancias de las que por cierto, históricamente poco se ha sabido a cuanto ascienden y a dónde van a parar.
Pero hay otra Feria en Nayarit, y esta es permanente, todo el año y se celebra en todo el estado con matices en cuanto a su intensidad, dependiendo el municipio donde te encuentres. En esta también prolifera la venta de bebidas, y se da fuera del recinto ferial. De hecho, esta otra feria, irónicamente, sólo se suspende en los días en los cuales se celebra precisamente la Feria Nayarit.
Es cierto, en Nayarit se consume mucho alcohol, eso se sabe desde hace tiempo. Las encuestas sobre consumo de alcohol y drogadicción nos revelan que desde hace años, más de 30, los nayaritas ocupamos primerísimos lugares a nivel nacional en esta adicción. Tuxpan y Mexcaltitán reportan el destacado uno-dos en consumo de alcohol por persona, y los siguen muchas de las comunidades principalmente de la costa norte.
El que la Feria Nayarit se cancele por ser éste un evento que se asocia con el alto consumo de alcohol puede ser una buena medida, si lo que se procura es que Nayarit deje de ser un alto consumidor de estas bebidas, pero habremos de reconocer que ello representa una medida pírrica ante tantas otras opciones para poder tomar, opciones muchas de ellas prohijadas por las propias autoridades y cuando no, con su complacencia. Las opciones son variadas.
Tepic es de esos raros lugares en los cuales es posible adquirir bebidas alcohólicas desde la comodidad de tu auto, (Drink car) haciéndose apología del delito, pues consumir bebidas y manejar es una actividad que incluso es sancionada penalmente. Un tanto absurdo, por un lado el gobierno, implícitamente te permite que compres estas bebidas en estos lugares pues los autoriza, pero por el otro te sanciona si te atrapan manejando y tomando.
En nuestra Tepic abundan los establecimientos que hacen de la venta de alcohol su gran negocio, y no son precisamente las cantinas de la Veracruz y calles adyacentes. Hay decenas de negocios “decentes” en los cuales hasta altas horas de la madrugada, seis de la mañana, se sigue vendiendo alcohol sin restricciones y lo más grave, ello se hace a menores de edad y en los cuales muchos de ellos se inician en el consumo del alcohol y otras adicciones. No se requiere un operativo policiaco para descubrir esta realidad. Ello sucede a la vista de las propias corporaciones policiacas y los fiscales que circundan estos negocios y que cualquiera puede constatar, en especial los fines de semana contiguos a las quincenas de pago.
No tengo idea de cuántos permisos para depósitos existan en Nayarit, pero sin duda son muchos y se distribuyen por todo el territorio del estado, hasta en las más pequeñas de las comunidades. Ahí también prolifera la venta de bebidas alcohólicas. Lo irónico es que estos depósitos existen en parte porque hay una fuerte demanda, pero también porque el gobierno del estado los autoriza. A esta cadena de depósitos habrá que sumar a los Oxxos y los Kioscos, de los que hay uno cada dos cuadras, y los cuales son depósitos de lujo con aire acondicionado, en los cuales la venta de bebidas alcohólicas es parte sustancial de sus ganancias.
De hecho, en muchos de los pueblos del interior del estado, sus comités de acción ciudadana son depositarios de “permisos de alcoholes”, los cuales se les han otorgado por el gobierno del estado para que de las ganancias que se obtienen de la venta de la cerveza se haga el pago de la luz pública del pueblo y de algunos otros gastos menores. De tal manera que si no hay venta de cerveza pues no hay para pagar la luz, cuya obligación es una de las responsabilidades de los gobiernos municipales.
La puja por ganar estos mercados, los depósitos comunitarios, llega al grado de verdaderas guerras comerciales entre las compañías cerveceras, las cuales con tal de ganar un punto de venta toman bando entre las planillas que contienden por la titularidad del comité. Literalmente, con tal de ganar un depósito estas empresas mantienen una disputa permanente por el territorio del estado que se da desde hace años; en el paquete que disputan, se incluyen además, las ferias organizadas por los municipios, como las de Xalisco y Santiago, donde se hacen unos fiestonones de antología.
El consumo de bebidas alcohólicas es otro de los deportes que con singular alegría se practica en Nayarit a la par del fut y de beisbol. Cada fin de semana, en las canchas deportivas las nueve entradas o los 90 minutos, son el trámite que hay que esperar para llegar al festejo, sea cual sea el resultado. La fiesta empieza al terminar el juego del sábado y con frecuencia para muchos de estos jubilosos deportistas termina hasta el día siguiente.
Así que de entrada yo aplaudo la intención que subyace en la determinación del gobernador por cancelar la feria Nayarit o de darle otro sesgo en el que no se venda alcohol. Pero creo que esta medida parece nada en relación al tamaño del problema. Si se deja de vender unos días, poco o nada impacta. Finalmente, Nayarit es una Feria, afuera de la feria hay decenas de opciones para hacerlo.
El alcoholismo es una enfermedad que se ha tornado social, que requiere cura, para que como estado podamos evolucionar a mejores condiciones de vida. Para combatir en serio este mal, habrá que sumar muchas otras acciones a las de darle otro giro a la feria, las cuales algunas están en las manos directas del gobierno; pero en otras, éste debe trabajar con una perspectiva holística, en conjunto con la sociedad, detectando y atendiendo las causas y dando opciones para otras formas de esparcimiento.
Porque un Nayarit alcoholizado por más gigante que éste sea, difícilmente se va a poder levantar.