La muerte de Benito Juárez el 18 de julio de 1872 marcó el fin de la leyenda de Manuel Lozada, el Tigre de Álica. Un año un día después fue fusilado en Tepic. Celebraba así su primer año como Presidente de México Sebastián Lerdo de Tejada.
Bandolero para unos, redentor de los desheredados para otros, o ambas cosas, Lozada fue un personaje complejo que se alió al emperador Maximiliano y también pactó con Juárez, las figuras emblemáticas de los polos ideológicos y políticos que dividieron y dividen a la nación: conservadores y liberales, derecha e izquierda, fifís y chairos. Ayer y hoy.
Zapoteco uno, cora el otro, Juárez y Lozada encontraron puntos de encuentro. El presidente toleró al guerrillero, construyeron acuerdos, y al menos el oaxaqueño honró su palabra. El liberal Ramón Corona solicitó por escrito al presidente autorización para someter al cora agrarista conservador, pero nunca recibió respuesta.
“La nación sigue polarizada 150 años después del fusilamiento y su natal Nayarit tiene una sistemática vocación por el olvido histórico. No bastan los bustos lozadistas, su estatua al oriente de Tepic, su nombre en letras doradas en los muros de honor del Ayuntamiento y del Congreso del Estado, en el imaginario colectivo sobresalen más las leyendas de tesoros escondidos, aparecidos, fantasmas y ataques sanguinarios, que la justa valoración del complejo y paradójico luchador social más importante del siglo XIX”, reflexiona Pedro López González, autor de 98 libros de historia regional.
El agrarista cuya lucha contribuyó a la separación del Séptimo Cantón de Jalisco como Distrito Militar de Tepic (1867), Territorio de Tepic (1884) y estado libre y soberano de Nayarit (1917), será recordado hoy en su 150 aniversario luctuoso con una exposición en el Museo Regional de la ciudad, un homenaje en su natal San Luis de Lozada y la presentación de una medalla conmemorativa. La tarde de mañana dictará una conferencia el historiador Pedro López González.
Para conocer más del rebelde destacan tres novelas históricas: Manuel Lozada, el Tigre de Álica (1895), de Ireneo Paz, abuelo de Octavio Paz; Manuel Lozada. El Tigre de Álica: general, revolucionario, rebelde (2015), de Jean Meyer, y El Tigre del Nayar (2010), de Queta Navagómez. También La rebelión agraria de Manuel Lozada: 1873 (1983), de Mario Alfonso Aldana Rendón, quien recién ha concluido una nueva investigación que será editada por la Universidad de Guadalajara. Son sólo las obras más difundidas. Después de Amado Nervo es el personaje local con más obra publicada sobre su vida.
“Su archienemigo, el liberal Ramón Corona, no tuvo la misma suerte que el tepiqueño. Corona sólo inspiró unas cuantas obras. Después de muertos, la batalla se la ganó la cabeza de las hordas salvajes del Álica, como lo veía nuestra madrastra Guadalajara”, comenta López González.