Las lecciones en defensa del parque de la dignidad
Por Carlos Rafael Rea Rodríguez[1]
¿Cuáles son las lecciones que nos deja la defensa del Parque de la Dignidad? Retomemos algunas de las reflexiones que respecto a esta pregunta han formulado varios de sus protagonistas.
De acuerdo con lo anterior, para la elaboración del presente documento, se ha echado mano de testimonios recabados en forma reciente, a través de entrevistas[2] con algunos de estos y de personalidades de distintos ámbitos, entre activistas sociales, líderes políticos, promotores culturales, deportivos y académicos locales, entre los que figuran Octavio Campa Hernández, José Octavio Camelo Avedoy, Miguel Ángel Arce Montiel, Omar Osiris Ponce, Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara, César Ricardo Luque, Francisco Ríos Amezcua, Paul Chávez Zaragoza
Para Octavio Campa Hernández (2023), esta lucha fue capaz de impedir la venta de un bien público para pagar un adeudo que no era de la ciudadanía, aludiendo al argumento del entonces Gobernador del Estado, Roberto Sandoval, de que con la venta del predio se saldaría un supuesto adeudo con la Universidad Autónoma de Nayarit. Incluso se puso un alto a grupos de interés dentro de la UAN interesados en que ese fuera el desenlace.
Por su parte, Miguel Ángel Arce Montiel reivindica que la defensa del Parque de la Dignidad puso de relieve el derecho a la ciudad como aglutinador de ciudadanos y grupos: por la defensa de espacios públicos, de formas de vida, de expresiones sociales y culturales propias de sus habitantes. Y más allá, esta experiencia hizo emerger como central el derecho a la vida, a la naturaleza y a un medio ambiente sanos, a la tierra, al agua, a los espacios públicos, al territorio. En el entorno inmediato de la ciudad, esto se traduce en la defensa de cerros, ríos y cauces de ríos. En suma, esta experiencia es un episodio en la lucha permanente por la transformación social.
En otro sentido, la lucha en defensa del Parque de la Dignidad, propició -en opinión de Miguel Ángel Arce- la apertura al diálogo y al debate entre grupos, logrando supeditar sus diferencias, y provocando cambios en las ideas sostenidas por cada una de las partes. Asimismo, esta resistencia hizo posible, para grupos provenientes del Movimiento Urbano Popular, trascender la lucha aislada de la colonia, para colocarse como ciudadanos-actores que participan en los procesos de gobernanza local de la ciudad. En ese sentido ponderó que los colectivos ambientalistas, a pesar de ser pequeños en número, poseen una gran capacidad técnica, misma que se ve enriquecida a partir del contacto con los grupos sociales movilizados.
Ricardo Luque (2023) afirma que se trata de una lucha desinteresada de la ciudadanía, sin protagonismos, en la que prevaleció la indignación frente a la corrupción y el atropello, y en la que se movilizaron de forma pacífica las herramientas legales existentes contra acciones de un gobierno autoritario priista durante el periodo neoliberal. La innovación de esta exitosa resistencia entraña, es que coloca en el centro la lucha por un espacio público, que es de todos y de nadie en lo particular, una lucha que es por la vida, por la ecología. Y en su opinión, es una lucha que merece mantenerse en la memoria histórica de las y los nayaritas.
En opinión de Omar Osiris Ponce (2023), aunque aún no existe la suficiente conciencia ambiental entre la ciudadanía del estado, la presencia de riesgo social implicada por los megaproyectos ha provocado en distintos momentos y lugares la reacción social organizada. Es en ese sentido que, la defensa del Parque de la Dignidad se inscribe dentro de una agenda ambiental más amplia, la cual trasciende las diferencias ideológicas entre las distintas izquierdas en el estado. En el caso concreto de esta lucha no hubo un actor privilegiado que la encabezara, sino una energía colectiva que adquirió forma organizada para preservar un área verde que se asumió como patrimonio común. Una de las lecciones de esta experiencia, fue que existió un importante debate sobre cuál debía ser el uso alternativo para el predio; este diálogo y las propuestas que se esbozaron al respecto, provocaron modificaciones recíprocas en las posturas de los actores participantes. Se antepuso a las diferencias la identificación de la naturaleza y la ecología como el bien común a priorizar.
Finalmente, para Lourdes Pacheco (2023), esta experiencia mostró que la acción colectiva responde ahora a formas de organización más espontáneas, desencadenadas por la convocatoria a acciones concretas, operando a través de redes y no mediante las estructuras clásicas. En ese sentido, la defensa del Parque de la Dignidad es un espacio de encuentro de generaciones de militantes y liderazgos, así como de colectivos que luchan en torno a temas distintos, pero que coincidieron en la defensa del medio ambiente, de la vida. Ante la amenaza contra esta área verde que constituye un patrimonio público, todos esos grupos y ciudadanos se movilizaron; en ese sentido, el parque representa un espacio de libertad, un territorio colectivo exitosamente defendido, apropiado y resignificado por la ciudadanía.
A decir del Ing. Ríos Amezcua (2023), lo que se puso en juego en la confrontación aquí analizada, fue la apuesta por la sostenibilidad contra la depredación. La elección de los ciudadanos y ciudadanas movilizadas fue la conservación de este importante espacio para la ciudad. Esta lucha debe quedar como legado para las jóvenes generaciones, lo cual conduce a asumir la necesidad de pensar en proyectos ambientales importantes para la ciudad, y ponerlos en marcha. En ese sentido, pondera la propuesta elaborada por el Dr. Benito García-Carmona, de construir un corredor que vaya del Parque de la Dignidad a la Cd. de las Artes, siguiendo a La Alameda y concluyendo en el Parque Juan Escutia. Esta es una propuesta -narra el Ing. Ríos-, que fue consultado con los vecinos, habiendo obtenido su acuerdo al respecto.
La defensa del Parque de la Dignidad llega a su décimo aniversario. Los logros simbólicos, sociales, políticos y ambientales obtenidos hasta ahora en esta lucha son de enorme trascendencia. El Parque de la Dignidad es un espacio que ya se encuentra inscrito de forma indeleble en el imaginario de lucha de la ciudadanía nayarita por la vida y contra la arbitrariedad del poder y la irracionalidad mercantilista del capitalismo. Constituye la reivindicación vigente y en expansión de que otro mundo es posible, desde la defensa del territorio y de la vida, y con la conjunción desinteresada, dialógica y abierta a los aprendizajes mutuos, por parte de quienes por fortuna son diversos, en favor de los bienes que son de todas y de todos.
[1] Profesor adscrito a la Unidad Académica de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Nayarit.
[2] Entrevistas realizadas por parte de José Salvador Zepeda López y Hugo Humberto Zepeda Márquez, entre septiembre de 2022 y junio de 2023.