Por Denisse Romero Ruelas*
En mi niñez, Barbie representaba el juguete más deseado por las niñas, pero queríamos esa muñeca original, bonita, ésa que veía perfecta. Sí tuve algunas así y otras que eran más sencillas, con poco cabello y plástico no muy duradero.
Siempre anhelé tener la casa y el carro de Barbie, pero por la situación económica de mi familia no era posible que yo tuviera esos accesorios ya que eran de un costo elevado para nosotros, pero sí tuve una sala y un refrigerador, que por cierto en una ocurrencia de niñez un día saqué todo a la cochera de mi casa en aquel entonces en la colonia El Mirador de Tepic y puse todo a la venta. Aún recuerdo el regaño de mi madre al darse cuenta y obligarme a ir con cada vecinita que me había comprado las cosas a recuperarlas.
Tuve una infancia con carencias económicas pero mis padres siempre hicieron lo posible por darme lo que deseaba, aunque no siempre se pudo. Treinta años después pude cumplir el deseo de tener el carro con Barbie y Ken a bordo, no pude evitar emocionarme y que se me llenaran de lágrimas los ojos.
Para mí Barbie representaba la perfección, crear en cada una de ellas la historia que mejor le pareciera a mi inocencia en aquellos años, peinar su cabello largo y rubio que por supuesto más de una vez con tijera en mano le creaba un nuevo look.
Siempre recordaré las pláticas interminables con esa muñeca estereotipo de perfección.
¡Todas queríamos ser Barbie!
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*Comunicadora y abogada