Por Heriberto Murrieta
La semana pasada, Benjamín Galindo recibió un homenaje en la Ciudad de México. Se reconoció la brillante trayectoria del mediocampista.
Nació en Tierra Blanca, Zacatecas, el 11 de diciembre de 1960. Empezó su carrera profesional con los Pericos del Nacional de la Segunda División. De ahí pasó al Santos de Mexicaltzingo.
Después de jugar con la Selección Amateur, se fue a probar a la institución del Tampico. El 16 de octubre de 1979 debutó en Primera División defendiendo los colores de la Jaiba Brava. Al descender ese equipo, pasó al Tampico-Madero, que había comprado la franquicia de los Atletas Campesinos de Querétaro.
En la temporada 1986-87, Benja fue pieza clave en la conquista del título de liga de las Chivas Rayadas del Guadalajara. En 1994 pasó al Santos Laguna y en 1997 llegó a la Máquina Cementera del Cruz Azul, con la que de inmediato salió campeón. También jugó en el Pachuca.
Participó en la Copa América de 1993 y el Mundial de Estados Unidos 94 con la Selección Mexicana. Jugó el partido del 5 de julio de ese año contra la oncena de Bulgaria. El marcador terminó empatado a un tanto.
Se retiró a los 41 años de edad en 2001, para dedicarse a la carrera de entrenador. También ha dirigido a los equipos Atlas, Santos y San Antonio.
El 31 de mayo de 2020, Galindo sufrió un infarto cerebral en Guadalajara. Se mantuvo tres semanas en terapia intensiva, en medio de la incertidumbre.
El jugador más coordinado lucha ahora por coordinar. Lo va logrando con disciplina y sobre todo voluntad, indeclinable voluntad. Tres años después del episodio antes referido, Benjamín Galindo habla con fluidez y camina despacio, apoyado en el brazo de su inseparable esposa Mónica, una mujer admirable que ha demostrado un gran amor, solidaridad y fortaleza.
Las limitaciones no fastidian al bien llamado “Maestro”, que mantiene la ilusión de volver a dirigir, según me platicó durante una visita relámpago a la capital del país. Ha sido uno de los futbolistas más talentosos que ha dado México. Actualmente, tiene 63 años de edad y su hijo del mismo nombre es defensa central de la escuadra de Cancún de la Liga de Expansión.
Técnico, inteligente y ambidiestro, Galindo era la conducción fina, el pase al hueco y el tiro libre perfecto. El orquestador de gran clase cumple con sus terapias, aconseja a la Selección Zapopan, escribe un libro, dicta conferencias y protagoniza una serie. El guerrero se mantiene ocupado. Con la mente fuerte, sin derrumbarse.