“Vivimos en la memoria, y nuestra vida espiritual es en el fondo simplemente el esfuerzo de nuestra memoria para persistir, para transformarse en esperanza”
Miguel de Unamuno
Por Ernesto Acero C.
A dos años de su gobierno, procede evaluar y reevaluar su presencia transformadora. El Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero, es congruente con lo que piensa y con lo que hace. Ese es un valor que lo hace diferente de otros gobernantes del pasado y de otras regiones. La historia del estado encuentra en el mandatario un punto de inflexión. Es hombre generoso y bueno; es firme en el mando y magnánimo en el ejercicio de poder.
El Gobernador sabe que la riqueza de Nayarit está en sus recursos naturales. Conoce las condiciones de pobreza que agobian a diversos sectores de la sociedad. Frente a esa condición, ha llamado a sumar fuerzas y voluntades que contribuyan a vencer inercias de toda laya y a superar rezagos.
El mandatario es de firmes convicciones: la historia lo demuestra. En 2005, Navarro propuso un gran proyecto que enarbolase las causas sociales más justas y para cerrar filas en torno a un fin común. Sostenía ya desde entonces, que junto con el pueblo nayarita se saldría adelante “o junto con el pueblo nos morimos en la raya”. Ese proyecto de transformación no prosperó debido a las traiciones y maquinaciones que le costaron al estado su futuro. El estado de Nayarit pagó caras las traiciones. Igual ocurrió con la fraudulenta elección federal de 2006, en la que se despojó a López Obrador de su triunfo, le costó a México costos monstruosos en vidas, en lo material y en lo social.
¿Qué es lo que explica el atraso multidimensional de Nayarit? Una de las razones del subdesarrollo o de la atonía de su atónito estancamiento, son los malos gobiernos que ha tenido el estado. El pueblo de Nayarit ha votado a favor de promesas que luego son tiradas al olvido, ha votado a favor de personas que en campaña se muestran humildes y en el cargo, arrogantes e imbéciles.
Esa historia ha sido modificada con la presencia de una figura pública como el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero. Para hacer un buen gobierno se requiere de buenas personas.
Un buen gobierno es el que sirve a la gente, acatando su mandato. Una buena persona, en política, es aquella que está dispuesta a sacrificar hasta sus propios intereses en aras del beneficio común. En esa condición podemos ubicar al gobernante nayarita en su trayectoria.
En 2005 (abril), Andrés Manuel López Obrador estuvo en Nayarit para cerrar filas en torno al doctor Navarro Quintero. Era entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México). En esa ocasión, López Obrador describió con precisión milimétrica el perfil político y personal de Navarro Quintero, al que calificó como “extraordinario candidato al gobierno del estado”. Entonces se refirió a dos virtudes fundamentales de Navarro: “Primero, es un buen ser humano, un hombre generoso y bueno; y segundo, algo muy importante para la función pública, el doctor Navarro es un hombre honrado”. No se equivocaba. No se equivocó.
Buen ser humano, generoso y bueno. Los que amargamente suponen que la política es hipocresía, mentira y traición, juzgan como viven. Quienes actúan apegados a los valores de la política, sí pueden ser buenos seres humanos, generosos y buenos.
Actuar tras beneficios personales, familiares o para camarillas, es renunciar y traicionar los valores de la política. La política es servicio para bien de los demás, para bien de todos.
Un hombre honrado. El doctor Navarro Quintero es un hombre honrado, dedicado a su trabajo, enfocado a servir. Cuando Navarro ha ocupado cargos públicos, no ha cedido a la tentación del dinero ni de la fama. Quienes se afanan enloquecidos por hacerse ricos o famosos mediante la conquista de cargos públicos, sencillamente no son honrados. El poder no es fácil de llevar, pues tienta a quienes lo ejercen, llevándolos al abuso o a la grotesca vanidad. No es una novedad que a Navarro se le reconozca por su honradez, porque sabe vivir en la medianía.
¿Puede ser político, un hombre honrado? ¡Claro que sí! En Nayarit también hemos tenido buenos gobernantes y buenas personas al frente del gobierno. La historia de Nayarit no es un relleno sanitario. Los problemas para el estado han surgido cuando se ha traicionado la fe jurada, cuando se traiciona a diestra y siniestra. Cuando gente malvada llega al gobierno, traicionando su palabra, los estragos son vastos. No obstante, en Nayarit las cosas han empezado a cambiar para bien, pues un hombre bueno ha llegado a la titularidad del Poder Ejecutivo.
Un filtro conceptual con el que se puede evaluar el pensamiento y la acción de Navarro Quintero, es la tesis de don Daniel Cossío Villegas que alude a un estilo personal de gobernar. En su conocido ensayo alude a la “influencia que tienen en una persona el temperamento, el carácter, los prejuicios, la educación y la experiencia”. Quien conoce la trayectoria de Navarro Quintero, coincidirá con lo manifestado por López Obrador: Navarro es una buena persona y es honrado.
Es reconfortante saber que las riendas del gobierno pueden ser llevadas por una buena persona. No se requiere ser una bestia para ejercer el poder público, poder que es prestado. El gobierno puede estar en manos de personas honradas, aunque la realidad nos muestra la presencia de trepadores, de gente conchuda y otras especies de sinvergüenzas y abyectos.
Se puede ser una buena persona y se debe ser honrado en el gobierno. Eso es lo que en estos dos años ha mostrado Miguel Ángel Navarro Quintero. La presencia de esos valores no debe confundir a nadie. El Gobernador es buena persona, lo que no es óbice para que lleve las riendas con firmeza y ejerza el mando con claridad. No se debe confundir voluntad con debilidad. El doctor Navarro sabe extender la mano, y a la vez, tiene la mano pesada.