Morena debe sumar votos con excelentes candidatos

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Por Ernesto Acero C.

Los resultados de las elecciones de 2021 fueron contundentes. Entre otras cosas, demostraron que Morena no se equivocó al postular al doctor Miguel Ángel Navarro Quintero a la gubernatura de Nayarit. Nadie antes de él obtuvo la cifra de votos que logró reunir en las urnas, ni en términos relativos ni en términos absolutos.

Ahora estamos muy cerca de la confluencia de los procesos electorales federal y local. En el plano nacional, Morena y aliados esperan para junio de 2024, una cantidad de votos suficiente para lograr la mayoría calificada (334 diputados y 85 senadores). El escenario deseado puede hacerse realidad. No obstante, el proceso de selección no debe llevarse de manera acrítica, pues ya se vio que hay quienes esconden tras la espalda el puñal de la deslealtad. La deslealtad a un proyecto y a la voluntad popular que se expresa en las urnas, puede cambiar la correlación numérica en el Congreso de la Unión en 2024.

La crítica es una mercancía escasa en el escenario electoral. Escaso y pobre es el discurso que se escucha en la esfera político electoral. Las propuestas brillan por su ausencia y en cambio, lo que domina la escena es la descalificación. La crítica resulta esclarecedora cuando el debate se sustenta en argumentos. La ausencia de crítica hace del plano electoral un desierto más seco que el Gobi. Esto empeora cuando la descalificación se convierte en ataque personal.

Lo que se observa en el escenario nacional, es el ataque sistemático al Presidente Andrés Manuel López Obrador. La crítica se convierte en ataque personal en ausencia de razonamientos y de un discurso propio, que privilegie las propuestas. De esa manera, el Presidente es llevado a la contienda electoral.

Algo parecido ocurre en el caso del proceso electoral local que está por iniciar en la primera semana de enero próximo. Las propuestas de los opositores al partido en el que milita el Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero, sencillamente no se escuchan porque no existen. Es lamentable que la crítica no aparezca por ningún lado, lo que parece anunciar una contienda electoral cimentada en los ataques a las personas.

No obstante, la escena electoral en curso ya muestra el perfil de algunos competidores potenciales. ¿Qué van a hacer los perfiles políticos adecuados para ofrecer una propuesta que persuada a los electores de votar por ellos? La respuesta existe y seguramente sería deseable que de esa manera se enriquezca el debate político electoral.

Para tener una idea de lo inservible que puede ser un discurso anti-todo, procede observar escenarios ajenos al local o al nacional. Esto nos puede llevar a las elecciones en Argentina. Ahí, recientemente se realizó un debate entre los dos principales contendientes por la presidencia de esa nación. Uno de ellos, Javier Milei, se dedicó a atacar de manera grotesca a su competidor Sergio Massa.

Los ataques simplones, banales, fueron lanzados por un Milei que se mostró ignaro. En tanto, Sergio Massa mostró dominio de los temas abordados y solamente esquivó los ataques de su contrincante, no sin mostrar que Milei iba cargado de alto vacío en su discurso.

No obstante, el ignaro Milei ganó las elecciones en Argentina. Perdió el debate, pero ganó las preferencias electorales. A eso se atienen los aliados de PAN-PRI-PRD, a ganar sin propuestas, a ganar tirando escombro y estiércol en todas direcciones. Pero México no es Argentina: la historia de México es más profunda y compleja.

Ese es el escenario al que probablemente se enfrentará el electorado nayarita y nacional que decidirá sus preferencias en las elecciones de junio de 2024. De parte de PAN-PRI-PRD, las propuestas son pocas, por no decir que de plano son nulas. Eso no debe llevar a los candidatos del partido en el que milita el Presidente, a los excesos que produce la confianza en futuros resultados electorales favorables.

Lo que está en juego a estas alturas, no es la Presidencia de la República, pues eso parece estar decidido en favor de Claudia Sheinbaum. Lo que está en juego en las próximas elecciones es el futuro de la transformación que requiere cambios radicales en el plano legislativo. La transformación se debe manifestar también en la Constitución y en las leyes que de ella se desprenden.

Para profundizar en la transformación, ¿Qué perfiles se deben privilegiar en la próxima legislatura local y federal? Ese es el gran reto al que se enfrenta Morena en las próximas elecciones. No se trata solamente de ganar las elecciones, sino de llevar al Legislativo perfiles que contribuyan a construir las bases constitucionales de la transformación. Para eso se requiere de perfiles que cumplan con al menos dos requisitos:

Primero. Que posean una formación ideológica y trayectoria política que asegure firmeza de convicciones y lealtad al proceso de transformación.

Segundo. Qué sume votos a los de Morena, pues casi cualquier persona que sea postulado con esas siglas, podría ganar la elección. Esto es clave para obtener mayoría calificada.

Ya hemos visto que no todos los elementos que ha postulado Morena, se han ajustado al proyecto que se ofreció en la campaña de 2028. Algunas figuras de plano se fugaron en sentido contrario y acabaron odiando aquello a lo que antes era su amor jurado. Ese lujo no se lo puede dar un proceso transformador de las dimensiones que se han visto hasta ahora.

Por otra parte, dado que se requiere de mayoría calificada para llevar la transformación al plano constitucional, Morena y aliados no se pueden ni se deben dar el lujo de postular candidatos que ganen con la inercia del acrónimo de Morena, sino que deben agregar números a favor de la causa transformadora. Dicho de otro modo: Morena requiere sumar votos de candidatos para asegurar reformas en materias como la electoral o de instituciones como el Poder Judicial.

Las ventajas para Morena y aliados son enormes en la escena electoral. A esa corriente le favorece la intención del voto de los ciudadanos. Ahora, tiene de donde echar mano para postular perfiles electorales que sumen a esa causa. Tiene gente joven, de firmes convicciones y de trayectoria que es garantía de lealtad al proyecto de transformación que ya está en curso.

Ahí está la oportunidad y el desafío. La oportunidad de ganar al lado de aliados, la mayoría calificada. El desafío consiste en llevar a las urnas los votos de los aliados que se potencien con perfiles que agreguen a los de las siglas. Es posible.

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