Por Daniel Sánchez
Eran las 10 de la mañana en punto y personal de las instituciones de los tres poderes, evacuaban sus edificios tal y como les habían advertido los brigadistas un día antes. “No correr, no gritar y no empujar” fue la premisa que fue seguida al pie de la letra este Día Nacional de la Prevención Civil y día de “hacerse la pinta” un ratito el 19 de septiembre.
El anuncio y el protocolo oficial había funcionado. Quedaron en pausa las computadoras, el café y el lonche de las 10 de la mañana, previamente escondido por aquello de las medidas preventivas ante una posible “contingencia”. Bien guardada la compostura, bien guardados los tacos de canasta famosos en Palacio de Gobierno; ocultos para que no se enfriaran los tamales y no se calentaran los bolis que cada día se consumen en el Congreso del Estado.
Ya afuera, se recordaban los eventos ocurridos el 19 el septiembre de 1985 cuando se registró un sismo de 8.1 en la escala de Richter y el otro en el 2017 causando dolor ante las pérdidas humanas y materiales, considerado por muchos como “el día maldito”. Y también un 19 de septiembre, pero de 1960 queda registrado como la fecha del nacimiento del político zacatecano Ricardo Monreal Ávila que hoy tuvo que posponer su apagada de velas ante el simulacro de la Cámara de Diputados.
¿No me diga que están en huelga? Preguntaba una señora de Pochotitán a su hijo que no comprendían porqué la gente aguardaba a las afueras del Congreso local hasta que alguien les explicó del simulacro. “Pues a ver si por estar distraídos no les pican las abejas”, advertía la señora mientras señalaba un enorme enjambre de insectos que venían cruzando la esquina de las avenidas México y Allende espantadas por la vibración de la alarma que les alteró su 19 de septiembre, corriendo despavoridas ante la doble amenaza: la ola de fumigaciones y hoy, el chirrido de la alerta sísmica cerca de su hábitat citadino.
Me fallaste Salinas Pliego, nunca me llegó la alerta del sismo se quejaba un joven transeúnte que alegaba que lo único que le aparecen puntualmente son los avisos de sus adeudos ante Banco Azteca. Eduardo Clark de la Agencia Digital de Innovación Pública de la Ciudad de México, justificó que no llegaran los mensajes por tratarse de la primera ocasión en que se activa dicho protocolo. ¡Ah bueno!
¡Ya métanse! Decían los encargados del simulacro a los empleados que permanecían tomando sus selfies para reportarse sanos y salvos. Los más obedientes ya regresaban a sus lugares como lo marcaba el tríptico recibido veinticuatro horas antes. Otros ya no alcanzaron a escuchar las instrucciones, aprovecharon para sacar sus pendientes o para abonar oportunamente en Liverpool, pues de no hacerlo, los intereses podrían darles una sacudida más fuerte que las de un 19 de septiembre.